Son muchas las cosas buenas e
importantes que hace la escuela y los docentes. Y es una de las pocas
instituciones reivindicables. Pero ocurre que la conmemoración del
12 de octubre ha sido mejor ejemplo de lo que no tiene que ser la
escuela y de lo que no tenemos que ser los docentes.
Particularmente sentí alegría el día
que la presidente Cristina Fernandez anuló el decreto que promulgara
Hipólito Yrigoyen, el 4 de octubre de 1917, donde declara el 12 de
octubre como Fiesta Nacional, en conmemoración del descubrimiento de
América, de la conquista (el genocidio perpetrado por los
conquistadores) y que celebra “el vigor de la levadura de la sangre
española” y establece que
todo ello lo debemos afirmar y mantener
con jubiloso reconocimiento.
Y es más que llamativo tal decreto
justo en momentos cuando el mundo se desangraba por guerras
colonialistas e imperialistas.
Llamativo decreto que llamaba a
reafirmar y ponernos jubilosos por la explotación del ser humano por
el ser humano, por las gestas conquistadoras, justo en el mismo
momento que algunos pueblos luchaban por terminar con la guerra
imperialista y sacudirse de las cadenas colonialistas, como muchos de
Asia y África, así como sacudirse de toda guerra y toda
explotación, como estaba ocurriendo en Alemana y en Rusia (la
primera prontamente derrotada en un baño de sangre, y la segunda
triunfante, la Revolución de Octubre, aunque pocos años después
sería derrotada bajo el estalinismo.
Pero nada es casual. Entre 200 y 700
obreros morirían en Argentina, asesinados, poco tiempo después ese
decreto, lo que se conoce como la Semana Trágica, masacres
organizadas por las mismas políticas que festejaban los 12 de
octubre como Día de la Raza. O poco tiempo después recrudecerían
las matanzas en el Chaco santafesino y chaqueño, en las propiedades
de La Forestal, que superexpotaba a los trabajadores y destruía más
de un millón de hectáreas de quebrachos centenarios, en el país
dentro del país que tenia la empresa de capitales británicos,
franceses y alemanes.
O que el mismo presidente radical
mandara el coronel Varela a reprimir a los obreros de Santa Cruz,
donde, entre otros asesinatos, fusila a mas de 1500 de los
huelguistas. Nada es casual, como también es cierto que la historia
es escrita por los que ganan pero hay otra historia, la verdadera
historia.
Pero esa alegría de que el gobierno
actual suprimiera aquel decreto se transformaba en tristeza, pues no
alcanzaba ni alcanza con cambiar el nombre y plantear que es el Día
del Respeto a la Diversidad Cultural”
Me causo tristeza que se mantuviera esa
fecha para “Día del Respeto a la Diversidad Cultural”, podría
haber sido un día antes, en homenaje a quienes vivían aquí antes
de ser conquistados, violados, robados, asesinados. O un día
después, para recordar la resistencia de muchos de esos pueblos. O
el 19 de marzo, en homenaje a Tupac Amarú, lider indígena que
encabezó la máxima lucha de resistencia anticolonialista en
América. O cualquier otro día.
Pero bueno, peor es nada
Y así nos encontramos hoy, en un acto
conmemorando el 12 de octubre, al cual yo califiqué hace un momento
como el mejor ejemplo de lo que no tiene que ser la escuela y de lo
que no tenemos que ser los docentes.
Como ustedes saben somos seres
sociales. Vivimos en sociedad. Y una de las características de
cualquier sociedad es la necesidad de conservarse, reproducirse. Y
en nuestra sociedad una de las instituciones fundamentales para
lograr esa socialización y esa reproducción es la escuela.
Pero también saben que en la sociedad
hay cosas buenas y cosas malas, cosas justas y cosas injustas,
situaciones oprobiosas, aberrantes, escandalosamente injustas,
marcadamente repudiables. ¿Debe la escuela reproducir todo? ¿Debe
la escuela reproducir las estructuras de poder e injusticias que
sojuzgan a los pueblos?.
Es cierto que la escuela no puede
resolver los problemas sociales, ni está en condiciones de cambiar
situaciones que provienen de la economía, de la política. Tampoco
puede cambiar el domino que ciertos países realizan sobre otros. O
que unos seres humanos exploten a otros. Pero a pesar de que es poco
lo que puede hacer, y que históricamente ha sido mucho para mejorar
las posibilidades de vida de nuestros pueblos ¿debe reprodir todo?
¿debe reproducir lo nos transforma en indignos frente a los propios
animales, que no tiene los grados de inhumanidad que es capaz el ser
humano?
Dicho de otra manera y simplemente ¿es
la función del docente reproducir lo más oprobioso que tiene
nuestra sociedad? ¿no hay cosas indignas que no deberíamos haber
aceptado ni aceptar o nos escudamos en el cumplimiento de la norma,
en la obediencia debida?
Porque aquí, con el 12 de octubre, con
el llamado Descubrimiento de América, no estamos hablando de lo que
hicieron los españoles y otros países colonialistas en el pasado.
No estamos abriendo juicio sobre
aquellos acontecimientos, no es necesario, es obvio, lo que pensamos
sobre las espantosas matanzas que hacían los conquistadores de todos
los países en todos los continentes para quedarse con las riquezas
naturales, con esclavizar o sojuzgar pueblos para que trabajen para
ellos.
No tiene caso aquí hablar de ese
pasado.
De hecho la mayoría de los que estamos
aquí somos descendientes de europeos y no existiríamos sin ciertas
cadenas de hechos previos, muchos de ellos terribles. Ni los
anteriores habitantes de este continente eran santos ni vivían en
una sociedad ideal sin explotadores ni explotados. También tenían
sus crímenes, sus conquistas, sus injusticias.
No estamos hablando de lo que fue y por
qué fue. No estamos hablando del pasado.
De lo que estamos hablando es del
presente.
De lo que significa hoy hablar de
Descubrimiento de América. Que se sigue enseñando en muchas
escuelas e instituciones de formación docente.
Pues como todos sabemos, si sabemos
mínimamente interpretar texto, hablar de descubrimiento es hablar de
algo que ningún otro ser humano vio antes. Por lo que los millones
de habitantes que vivían aquí no eran seres humanos plenos.
Implicaba e implica que hay seres humanos superiores a otros, en
razón de la sangre, de la raza, de la herencia familiar, del dinero,
del tamaño, del color de la piel, del sexo, de la edad, de la
posición social.
Pero dejemos de lado el Descubrimiento
de América. Pensemos en muchos otros temas que pasa lo mismo, que
tiene la misma matríz. ¿O acaso no se habla de la Conquista del
Desierto? ¿O de la Campaña al Desierto? ¿Y qué significa
desierto?: que no está poblado por seres humanos. Claro, no por
seres humanos como nosotros. Son indios, indígenas, incultos,
salvajes, bárbaros a los que hay que exterminar, sacarle sus
tierras, sus tradiciones y si se puede adocenarlos para que trabajen
para nosotros, mejor.
Y eso se enseña hoy en las escuelas,
en los libros. Y eso lo enseñamos hoy docentes, reproduciendo una
de las peores cosas que tiene esta sociedad: los asesinatos por el
poder y la propiedad, la injusticia, la violencia sobre los demás,
el fin justifica los medios. Y los beneficiaros de ese genocidio son
los que se enseñorean hoy como propietarios de media Argentina,
imponiendo gobiernos, ministros de economía, condicionando o
tumbando a los gobiernos que le son hostiles. E imponiendo precios ¿o
que hace seis años el lomo tenía que estar a cien pesos vino del
cielo?
¿Es nuestra función reproducir,
justificar, ensalzar, festejar el genocidio, las represiones, las
matanzas, el colonialismo?: parece que sí, es lo que decretaba
Irigoyen y mantuvieron todos los gobiernos hasta el actual, es lo que
viene haciendo la escuela y los docentes hace más de cien años, con
excepciones, por supuesto, que también han sufrido en carne propia
la represión por alzar una voz distinta.
Todos ustedes se quejan de la
inseguridad, de la violencia que va en crecimiento. ¿No se han dado
cuenta que nosotros, como familia, como escuela, como personas, la
fomentamos al admitir o enseñar directa o indirectamente que hay
seres humanos por encima de otros? ¿O la conquista, arrebato, por la
fuerza? ¿O que el fin justifica los medios?. ¿O que por cuestiones
de poder y propiedad se puede matar a las personas?
No quiero extenderme mucho.
Conmemoramos el Día del Respeto a la
Diversidad Cultural. Y entonces hablamos de la tolerancia hacia otras
opiniones, costumbres, tradiciones. Y del respeto a las mismas.
Creo que hay mucho de hipocresía y
paternalismo en ello. Al pobrecito inculto le tenemos que respetar
sus arcaicas costumbres, su incultura y hacerles verles lo bueno de
nuestra civilización y que todos se pueden beneficiar con ella y con
ese “intercambio” cultural. Y ellos nos darán un lindo poncho y
una vasija. Ah!, y cuidado, no vaya a ser que reclamen tierras que
hoy -desde que se las robaron- ya tienen dueño. Que se queden
tranquilos en sus reservas, en las zonas que les asignaremos. Y si
los que viven de la caza y pesca se quedan sin ellas porque estamos
destruyendo la naturaleza con agrotóxicos y venenos, bueno, es el
precio que debemos pagar por tener una buena cosecha, por generar
divisas.
Vivir bien y con comodidades tiene su
precio. Así que a no quejarse. Son los famosos costos colaterales.
Pero al contrario de esos llamados a la
tolerancia, al respeto, creo que la escuela, los docentes,
deberíamos levantar bien en alto las banderas de la intolerancia.
Nosotros, como docentes, como escuela,
como personas, debemos ser intolerante ante cada muestra de
discriminación, de manifestación de que hay seres humanos por
encima de otros.
¿Acaso no fue predicar el racismo, que
por decenas de años se festejara el Día de la Raza?. Claro, racismo
sólo es el de Hitler defendiendo la raza aria y al cual las
inferiores debían someterse. Distinto es el caso de la raza
española, porque esa sí es una raza superior, al menos superior a
las que vivían aquí o traían de áfrica, aunque por supuesto, no
todo español, sino el español de raza. Y si no pregúntenle a los
cientos de miles de españoles que se quedaron sin su casa en estos
dos años, mientras el rey y la nobleza se dedicaba a matar elefantes
y a sus fiestas de todo tipo.
¿Acaso hoy, 2014, no se admite y
defiende que existen seres humanos superiores por su sangre, como lo
hacen en España, Inglaterra, Holanda y tantos otros lugares? Y en
Argentina mismo, cuando se habla de ellos o se le da y reconoce su
estatus?
Pero claro, si viene a Argentina el rey
de España, o la infanta, u otros personajes, como vinieron, muchos
festejos, muchos recibimientos, mucho cholulismo se oculta que su
reinado se funda en un millón de asesinados, niños, ancianos,
hombres y mujeres, cuando aplastaron a la República española, que
había surgido en España por el libre voto de los españoles. Y
Franco el dictador y verdugo encargado de mantener el predominio de
esta raza conquistadora que tan bien le caía a Irigoyen y a
gobiernos sucesivos.
Y no sólo tenemos que ser intolerante
con la discriminación, con las injusticias, y para nada respetar
culturas imperialistas, colonialistas y dejar pasar sus crímenes
como los que hoy están cometiendo los grandes estados, grandes
justamente en base y por sus crímenes.
Y ojo, cuando constatamos los ataques
centenarios para destruir y hacer desaparecer culturas originarias,
no debemos perder de vista que también hoy están en juego todas las
culturas del mundo, incluso la que vivimos todas, pues hay una
cultura que está avasallando todo, imponiendo inperceptiblemente
nuevas costumbres, nuevos modos de consumir, nuevos valores o más
que nuevo, homogeneizando en mundo bajo ciertos valores. No podemos
perder de vista que hay una cultura colonizadora que no necesita de
la cruz y de la espada, es la cultura del mercado, es la cultura del
gran capital financiero, de las grandes corporaciones que establece
hábitos de consumo y que reemplazan la cruz y la espada por la
religión electrónica, el dios del dinero, la libertad de comercio y
las bombas.
Y hoy estamos indefensos hacia ese
avasallamiento cultural, y la escuela no está preparada para
enfrentarlo pues ha realizado demasiadas concesiones al colonialismo,
al derecho de conquista, al poder de la fuerza.
Pero el 12 de octubre debería ser un
recuerdo para nosotros de tratar de reparar en parte el daño que
hemos hecho y estamos haciendo defendiendo, justificando, ocultado,
invisibilizando, los robos descarados, “legales”, los asesinatos
y genocidios y la promoción de la muerte en vida.
Y así, en los actos escolares como los
que se están desarrollando hoy en las escuelas, tendríamos que
admitir nuestras responsabilidades y sentir algo de vergüenza por el
rol que desempeñamos, en abierta contradicción con otros roles que
desempeñamos que son hermosos.
Y en esos 12 de octubre, y todos los
días, en un intento de compensación, levantar las banderas de
ninguna tolerancia con las desigualdades, con la discriminación, con
la explotación.
Muchas gracias por la atención
(*) Reproducción aproximada del
discurso que hizo Fernando Pisani en el acto del 12 de Octubre en el
Instituto de Formación Docente Capacyt de Tres de Febrero, Buenos
Aires el 10/10/2014 Fernando J. Pisani
fjp2001@gmail.com