Del rock de las cavernas a un futuro brillante ¿cómo?

Leyendo recientemente sobre el lanzamiento del nuevo material discográfico de la banda Callejeros (¿Los Redondos del siglo XXI?) cuyo titulo lleva por nombre Señales, la primera sensación que se presenta ante mi baqueteado ser es, en formato pregunta, ¿cómo es posible que en este país todo pase como si no pasara nada? Ya conocemos el saldo mortal que dejó la tragedia de la disco Cromañón a fines del año 2004, casi 200 seres humanos perdieron la vida por una infantilada de un perejil que prendió una véngala en un lugar cerrado. Empero, la responsabilidad no fue de una sola persona. Esta desgracia es producto de la decadencia de una sociedad que se alimentó de la cultura menemista que embanderó el individualismo egoísta, superficial y abstracto. Decadencia que se expresa en la pérdida de los valores e ideales de solidaridad y respeto al prójimo. Como bien manifestara Adrián Dargelos, cantante de Babasónicos (agrupación musical que se encuentra en las antípodas estéticas de los “representantes” de las gentes que habitan en las calles) en la canción La roncha del disco Miami (1999): Todo aquí es barato, la vida no cuesta nada/../En esta visión no hay mañana/Cómo se diluye el porvenir.
Las señales de los Callejeros parecen indicarnos que nada cambiará, la justicia seguirá oculta y los responsables de la historia, seguirán siendo simples agentes pasivos, victimas de un mal que les es ajeno. Claro, ellos no tienen nada que ver, son únicamente músicos cuyos mensajes tienen poca o nula incidencia en la vida de sus fans y audiencia, aunque en sus letras sostengan lo contrario. Tirar la piedra y esconder la mano es el modus operandis argentino por excelencia. Los Callejeros también tuvieron que ver con la tragedia en el barrio Once aquel diciembre negro de 2004. No son asesinos, aunque sí les cabe cierto grado de responsabilidad por alentar a su público a llevar véngalas y hacer de cuenta que todo está bien, nadie va a salir lastimado porque se trata simplemente de un espectáculo de rock. Lo sucedido nos demuestra que lamentablemente el hombre todavía vive en las cavernas, las luces no se encendieron y el ágora es un lugar desierto.
Sin embargo, por otra parte, como no todas son malas noticias, afortunadamente los escoceses de Primal Scream también sacaron nuevo álbum con el optimista nombre Beautiful Future que es un despliegue de trece canciones que conforman un cóctel que mezcla rock and roll, funk, electrónica y pop sellando su marca psicodélica como viene sucediendo con cada uno de sus trabajos, los cuales ya son más de diez discos editados tras más de veinte años de carrera. En el futuro hermoso de los promotores del grito primal encontramos reminiscencias a T-Rex, MC5, los Stooges, los Rollings Stones, y la muy neworderiana I Love To Hurt. Para deleitarse con trece tracks explosivos y arrolladores. Por ahora se puede ver y escuchar en las cadenas musicales de TV, el videoclip del primer corte Can´t Go Back que arremete con toda la fuerza y nos hace recordar al film Dressed To Kill de Brian De Palma, aunque con el agregado de una estética tecno- pop con el frontman de la banda Bobby Gillespie en primera plana y sus chicas como blancos del asesino serial que aquí es representado por el poderoso pop, y no por la negligencia del rock barrial del Once de Capital Federal.
A diferencia del Pato Fontanet, voz de Callejeros, el mismo Bobby Gillespie, haciendo gala de su frontal actitud rockera afirma que no le gusta hablar de las letras de las canciones, porque odia cuando la gente quiere explicar de qué tratan éstas. Cree que en esta cultura todo está sobreexplicado. Entonces no hay misterio. Justamente, parte del problema de la música en la actualidad es que no hay misterio. Y si no hay misterio, perdemos el poder de la imaginación. Gillespie concluye rotundamente, “si me sentara aquí y explicara sobre lo que dicen las canciones, entonces lo estropearía”. Quédate tranquilo Bobby que no lo estropeaste.
Lo más lindo y conmovedor que tiene el arte es que es producto de la mentira y fantasía humana, si imitara a la realidad, pues todos terminaríamos cromañonizados. Por suerte, la esencia artística no se corresponde directamente con la lógica de los noticieros televisivos. No todo está perdido mientras sigan existiendo artistas que hacen de la música un placer popular, evitando la demagogia y apelando a la creatividad del espíritu humano para entretener y no extraviarse en palabreríos que le quedan mejor a los informativos tremendistas de mediodías y noches o a los programas de chismosos.
Por Mauro Reynaldi
Licenciado en Comunicación Social de la UNR