Hay una palabra que se puso de moda en los últimos tiempos, se trata del verbo distribuir (del latín distribuĕre) que significa, según el diccionario de la Real Academia Española: “dividir algo entre varias personas, designando lo que a cada una corresponde, según voluntad, conveniencia, regla o derecho”. También equivale a “dar a algo su oportuna colocación o el destino conveniente”. Este término estuvo en desuso a nivel mediático por más de treinta años, recién con la asunción a la Presidencia de la Nación de Cristina Fernández de Kirchner se volvió a hablar de la distribución del ingreso en nuestro país. Ni siquiera había ocurrido esto durante el gobierno de su marido Néstor Kirchner, la economía en esa época crecía sola gracias a la reactivación producida por el boom de la construcción y el auge de la bendita soja. Mientras estaba a cargo del Poder Ejecutivo Nacional, el actual conductor del justicialismo no hizo demasiado ni lo necesario para revertir el modelo neoliberal que impuso la última dictadura militar y consolidó el menemismo. Para dar un giro de 180 grados en la política económica había (y todavía hay) que producir reformas estructurales. Esto es, mudar la patria financiera por un modelo de corte industrial y productivo que apunte a dividir las riquezas entre los sectores más vulnerados por el sistema capitalista de exclusión y marginación masiva e ir asignando gradualmente los bienes, empezando por los más pobres hasta llegar a los ciudadanos que viven con lo justo el día a día sin que les sobre nada. Para recuperar la cultura del trabajo se necesita motivar la producción y asegurarles a las clases trabajadoras que su labor contará con la remuneración digna y necesaria para disfrutar la vida, y que tendrán posibilidades reales de progreso. Hay que fomentar la industria agregándole la ciencia y la técnica. Para esto se necesita una educación acorde que incorpore a todos los habitantes y forme ciudadanos con metas productivas. Las escuelas no deberían ser comedores escolares, el Estado tiene que garantizar que en cada hogar no falten los alimentos imprescindibles para subsistir. Sin distribución será imposible dejar de ser un país rico con su tercera parte de la población pobre e indigente.
Empero, volviendo al principio de esta nota, a uno de los grandes problemas que nos enfrentamos actualmente es al desideologizado uso que se le está dando al concepto distribuir. Todos hacen alusión a él, desde el gobierno nacional hasta lo más espurio de la oposición. Da asco escuchar a los Bergoglio, Miguens, Macri, Rodríguez Saa, Duhalde, hablando de repartir las riquezas, cuando ellos mismos han propiciado y se han beneficiado por el régimen de concentración de la economía en pocas manos. La mayoría del arco opositor defiende la democracia de Mercado. Le niega al Estado la función de conductor de la economía en calidad de favorecedor del bienestar general y el hecho de no permitir la monopolización capitalista de los medios de producción.
Sabemos que el gobierno kirchnerista está lejos de ser de izquierda, son muy tenues sus intentos de modificar la estructura, han realizado algunos cambios muy importantes en la superestructura (en el ámbito de las instituciones) pero distan mucho de afectar seriamente el orden macroeconómico que instalaron los genocidas procesistas. Del otro lado tenemos a personajes políticos “progres” como Elisa Carrió, Luis Juez, Miguel Lifschitz y a periodistas obviamente también “progres” como Pepe Eliaschev, Alfredo Leuco, Mario Mactas, y por supuesto no olvidamos al “nuevo Sub comandante Marcos” Alfredo De Angeli, que asisten al Congreso de Aapresid que se realiza en la ciudad de Rosario (capital federal del movimiento sojero) para alabar el desempeño de las multinacionales agropecuarias. Todas estas figuritas para álbumes del periodismo independiente se llenan la boca señalando que hay que repartir la torta, que hay que combatir el hambre, y a su vez actúan como profilácticos de los dueños de la tierra y voceros del empresariado vendepatria. Dichos bufones en realidad recelan de todo lo popular, y sueñan con un país para diez de los casi cuarenta millones de argentinos, tal como lo deseara José Martínez de Hoz.
Resumiendo, los K han cometido muchísimos errores, no han alterado el modelo de los expropiadores y explotadores del capitalismo prebendario. Sin embargo, cuando intentaron tomar medidas con fines equitativos se toparon con una derecha boicoteadora que persiste negándose como tal. Nos encontramos allí con lo peor de la clase dirigente argentina que ha bendecido el neoliberalismo y ahora se disfraza de distributiva, aunque su distribucionismo lo hayan adquirido en una tienda de todo x 2 pesos. Si Carrió, Lifschitz, Juez creen ser una alternativa constructiva y democrática, preséntense como lo que son, o sea, una nueva derecha que utiliza el vocabulario tradicional de las izquierdas, pero su esencia es conservadora y al público que se dirigen son personas que pueden costear una entrada de $1800 para presenciar la visión parcializada que tienen los representantes de las corporaciones rurales.
Empero, volviendo al principio de esta nota, a uno de los grandes problemas que nos enfrentamos actualmente es al desideologizado uso que se le está dando al concepto distribuir. Todos hacen alusión a él, desde el gobierno nacional hasta lo más espurio de la oposición. Da asco escuchar a los Bergoglio, Miguens, Macri, Rodríguez Saa, Duhalde, hablando de repartir las riquezas, cuando ellos mismos han propiciado y se han beneficiado por el régimen de concentración de la economía en pocas manos. La mayoría del arco opositor defiende la democracia de Mercado. Le niega al Estado la función de conductor de la economía en calidad de favorecedor del bienestar general y el hecho de no permitir la monopolización capitalista de los medios de producción.
Sabemos que el gobierno kirchnerista está lejos de ser de izquierda, son muy tenues sus intentos de modificar la estructura, han realizado algunos cambios muy importantes en la superestructura (en el ámbito de las instituciones) pero distan mucho de afectar seriamente el orden macroeconómico que instalaron los genocidas procesistas. Del otro lado tenemos a personajes políticos “progres” como Elisa Carrió, Luis Juez, Miguel Lifschitz y a periodistas obviamente también “progres” como Pepe Eliaschev, Alfredo Leuco, Mario Mactas, y por supuesto no olvidamos al “nuevo Sub comandante Marcos” Alfredo De Angeli, que asisten al Congreso de Aapresid que se realiza en la ciudad de Rosario (capital federal del movimiento sojero) para alabar el desempeño de las multinacionales agropecuarias. Todas estas figuritas para álbumes del periodismo independiente se llenan la boca señalando que hay que repartir la torta, que hay que combatir el hambre, y a su vez actúan como profilácticos de los dueños de la tierra y voceros del empresariado vendepatria. Dichos bufones en realidad recelan de todo lo popular, y sueñan con un país para diez de los casi cuarenta millones de argentinos, tal como lo deseara José Martínez de Hoz.
Resumiendo, los K han cometido muchísimos errores, no han alterado el modelo de los expropiadores y explotadores del capitalismo prebendario. Sin embargo, cuando intentaron tomar medidas con fines equitativos se toparon con una derecha boicoteadora que persiste negándose como tal. Nos encontramos allí con lo peor de la clase dirigente argentina que ha bendecido el neoliberalismo y ahora se disfraza de distributiva, aunque su distribucionismo lo hayan adquirido en una tienda de todo x 2 pesos. Si Carrió, Lifschitz, Juez creen ser una alternativa constructiva y democrática, preséntense como lo que son, o sea, una nueva derecha que utiliza el vocabulario tradicional de las izquierdas, pero su esencia es conservadora y al público que se dirigen son personas que pueden costear una entrada de $1800 para presenciar la visión parcializada que tienen los representantes de las corporaciones rurales.
Por Mauro Reynaldi
3 comentarios:
Es cierto. El actual Gobierno se destaca por aplicar políticas, que fueron anunciadas en campaña. Que no se sorprenda la gente, porque fueron anunciadas... pero quizás no las quisieron oir...
Ésta es la única salida para el País. De lo contrario, vamos a volver a poner casi la totalidad de la renta en pocas manos. Y eso no es Justicia Social (¿vieron que hasta la oposición habla ahora de Justicia Social?)
Incluso los representantes de los productores medios y pequeños, jugaron para los poderosos; Buzzi logró que en vez de su 30% de retenciones se gente tenga el 35%. Él se unió a los de la SRA. Su gente fue la que perdió... por eso, no entiendo las nuevas demostraciones de fuerza previstas para mañana en Villa Constitución y en Gualeguychú...
Este blog está muy bueno... entro siempre a leerlo. Si te interesa leer algo sobre los medios, puse algo en mi blog en fecha 3 de agosto.
Saludos!
Mona
KalmaKampoKaminemos.blogspot.com
Gracias Mona por tus comentarios. Estamos agendando tu blog y seguimos en contacto.
Saludos!
ACYA
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