El patético desempeño de la derecha política en el recinto deja en claro que la democracia para este sector es un simple trámite burocrático. Toda su lógica se ancla en un mero denuncismo que evade el debate y confrontación de ideas propio del juego democrático. Sería estimable que salga de su encierro, desordene su casa, y empiece a familiarizarse con el transitar de la vía democrática, lo que es decir, aceptar que hay otras opiniones y no una sola manera de ver el mundo.
Por su parte, la izquierda trotskista (más tosca que trotska, ya que no hace otra cosa que continuar agraviando la figura de Leon Trotsky, uno de los dirigentes revolucionarios más importante del siglo veinte) se la pasa petardeando en la plaza de Congreso en pos de apagar el fuego con más nafta. Esa izquierda siempre ha sido funcional a las pretensiones del autoritarismo, el caballito de batalla de los enemigos del pueblo.
Lo sucedido en la Cámara de Diputados de la Nación demostró evidentemente que: no hubo libro cerrado; la mentada hegemonía del oficialismo no existe, pues venció únicamente por ocho votos; y que se trató de un debate donde brilló la pluralidad de visiones, aunque algunas no se salían del marco de la ciega negación. El oficialismo se abrió al diálogo y votó dividido, en cambio, la oposición actuó disciplinadamente, por no decir obedientemente, pronunciándose por la negativa.
Ahora habrá que esperar la determinación de la Cámara Alta el próximo 16 de julio. Si el gobierno nacional sale aireado producto de la ratificación del Derecho de Exportación móvil, debería inminentemente producir cambios en su interior, no se sostiene más la ineficaz gestión de Guillermo Moreno al frente del cada día más cuestionado Indec, como tampoco ha sido limpia la función de Julio De Vido en el ministerio de Planificación e Infraestructura. La gestión gubernamental de los Kirchner si quiere profundizar seriamente el cambio del modelo de país, tendría que distanciarse de la conducción burocrática y patotera de la CGT y darle voz a la CTA. No es bueno quedar atrapado a viejas estructuras como la del PJ en donde se encolumnan sujetos que han votado a favor de la expropiación de nuestro patrimonio nacional y siempre se han regido por conductas autoritarias y negligentes. Hay que buscar otro tipo de aliados, convencer a aquellos que así como no están con el “Campo”, porque ven que allí se reflejan los intereses de los explotadores de las clases populares, tampoco quieren quedar pegados a un gobierno que les viene prometiendo mucho y cumpliendo poco. La presidenta tendrá la última palabra, esperemos que esté en sintonía con las demandas populares y que no siga el afán sectorial que, desde los medios de comunicación, le exige claudicar en la defensa del bien del conjunto de la población para satisfacer a los que más gozan con esta nueva etapa agroexportadora.
Por Mauro Reynaldi
Licenciado en Comunicación Social de la UNR
Lo sucedido en la Cámara de Diputados de la Nación demostró evidentemente que: no hubo libro cerrado; la mentada hegemonía del oficialismo no existe, pues venció únicamente por ocho votos; y que se trató de un debate donde brilló la pluralidad de visiones, aunque algunas no se salían del marco de la ciega negación. El oficialismo se abrió al diálogo y votó dividido, en cambio, la oposición actuó disciplinadamente, por no decir obedientemente, pronunciándose por la negativa.
Ahora habrá que esperar la determinación de la Cámara Alta el próximo 16 de julio. Si el gobierno nacional sale aireado producto de la ratificación del Derecho de Exportación móvil, debería inminentemente producir cambios en su interior, no se sostiene más la ineficaz gestión de Guillermo Moreno al frente del cada día más cuestionado Indec, como tampoco ha sido limpia la función de Julio De Vido en el ministerio de Planificación e Infraestructura. La gestión gubernamental de los Kirchner si quiere profundizar seriamente el cambio del modelo de país, tendría que distanciarse de la conducción burocrática y patotera de la CGT y darle voz a la CTA. No es bueno quedar atrapado a viejas estructuras como la del PJ en donde se encolumnan sujetos que han votado a favor de la expropiación de nuestro patrimonio nacional y siempre se han regido por conductas autoritarias y negligentes. Hay que buscar otro tipo de aliados, convencer a aquellos que así como no están con el “Campo”, porque ven que allí se reflejan los intereses de los explotadores de las clases populares, tampoco quieren quedar pegados a un gobierno que les viene prometiendo mucho y cumpliendo poco. La presidenta tendrá la última palabra, esperemos que esté en sintonía con las demandas populares y que no siga el afán sectorial que, desde los medios de comunicación, le exige claudicar en la defensa del bien del conjunto de la población para satisfacer a los que más gozan con esta nueva etapa agroexportadora.
Por Mauro Reynaldi
Licenciado en Comunicación Social de la UNR
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