Con ánimo poco receptivo fue recibida la presentación que realizamos el pasado martes 4 de noviembre en la sesión del Consejo Superior de la UNR. La misma puso en cuestión lo actuado por el Instituto de Estudios del Transporte, dependiente de la Universidad , en el último aumento a la tarifa de transporte urbano de pasajeros. El silencio complaciente frente al mismo, haciendo oídos sordos a los estudios que desde otros ámbitos universitarios demostraban su injustificación, habla a las claras de una Universidad que sigue atravesada por la lógica privada y mercantil.
No es novedad decir que en los sucesivos aumentos de boleto que lleva adelante la Municipalidad , los únicos beneficiados son los grupos empresarios y los perjudicados de siempre son los usuarios (estudiantes, trabajadores y vecinos de los barrios) que pagan los aumentos y sufren el pésimo servicio de transporte. Afirmando una política que piensa el transporte más como un servicio privado que como un derecho público. Frente a esto, la Universidad debe recomponer una voz crítica y comprometida con las necesidades del conjunto de la sociedad, interviniendo con propuestas que decididamente apuesten a la recuperación de lo público y el Estado en su función social y comunitaria.
Más aún en un servicio público tan esencial y estratégico para la integración económica y cultural de nuestra ciudad. Dado que en la actualidad parte importante de sus habitantes se ven excluidos por un diseño urbano municipal signado por la variable empresarial “costo-beneficio” .
La Universidad de Rosario no puede permanecer indiferente sobre un tema que afecta al conjunto de la comunidad rosarina, incluida la universitaria. Para ello urge reponer la función pública y social que le otorga razón de ser, algo que en las últimas décadas a parecido despreciarse en pos de discusiones reglamentarias y negociados personales.
No es novedad decir que en los sucesivos aumentos de boleto que lleva adelante la Municipalidad , los únicos beneficiados son los grupos empresarios y los perjudicados de siempre son los usuarios (estudiantes, trabajadores y vecinos de los barrios) que pagan los aumentos y sufren el pésimo servicio de transporte. Afirmando una política que piensa el transporte más como un servicio privado que como un derecho público. Frente a esto, la Universidad debe recomponer una voz crítica y comprometida con las necesidades del conjunto de la sociedad, interviniendo con propuestas que decididamente apuesten a la recuperación de lo público y el Estado en su función social y comunitaria.
Más aún en un servicio público tan esencial y estratégico para la integración económica y cultural de nuestra ciudad. Dado que en la actualidad parte importante de sus habitantes se ven excluidos por un diseño urbano municipal signado por la variable empresarial “costo-beneficio” .
La Universidad de Rosario no puede permanecer indiferente sobre un tema que afecta al conjunto de la comunidad rosarina, incluida la universitaria. Para ello urge reponer la función pública y social que le otorga razón de ser, algo que en las últimas décadas a parecido despreciarse en pos de discusiones reglamentarias y negociados personales.
Por Andrés Ruescas
(Consejero Superior Estudiantil – Movimiento Universitario Martín Fierro)
(Consejero Superior Estudiantil – Movimiento Universitario Martín Fierro)
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