martes, 17 de marzo de 2009

Marchando al compás de la espada


Suele decirse que los argentinos nos guiamos más por la sensación térmica que por la temperatura real.
En estos últimos días se ha vuelto a instalar a modo de discurso hegemónico, el tema de la "inseguridad", que no es otra cosa que la violencia ejercida por particulares (que no sabemos bien a qué sector social pertenecen) a miembros de las clases medias y altas de la sociedad . Pero esta concepción de inseguridad parte de un reduccionismo según el cual la "gente de bien" (o sea, aquellos que pueden gozar de sus derechos) se ve permanentemente amenazada por el oleaje delictivo que aún desconocemos de dónde proviene. El atajo que toma el sentido común mediático consiste en llegar a la afirmación de que son los pobres quienes roban y matan porque no tienen otra cosa que hacer en su miserable vida. Regularmente solemos ver que los principales canales de noticias muestran un mapa del delito, donde se concentrarían los "mal vivientes". La marginalidad no es sinónimo de delincuencia por más que los voceros de los oligopolios mediáticos así lo quieran hacer pasar. Esto es, la explícita criminalización de la pobreza. ¿Por qué no se puso el mismo énfasis tras el asesinato de María Marta García Belsunce? Allí no se habló de inseguridad. Por supuesto, si el presunto responsable pertenece a los sectores acomodados, vinculado con el Poder económico. Este discurso fascistoide, clasista, racista, abunda en los grandes medios y es asimilado acríticamente por la "gente".
A una semana de cumplirse el trigésimo tercer aniversario del día más oscuro de la historia de nuestro país, las voces que piden mano dura, fogonean para que el Estado ejerza el monopolio de la violencia contra los malhechores (los cuales provendrían de los sectores populares).
La derecha mediática a través de la expansión del miedo está consiguiendo disciplinar y trabar los avances democráticos. A este territorio le sobran habitantes dijo alguna vez un ex ministro de la última dictadura militar argentina. Ese ranozamiento cunde en varias partes del conjunto de la sociedad. Tirar de la cuerda hasta que se corte es la maniobra de algunos que quieren volver a la hora de la espada. ¡Basta de garantismos! es la consigna de estos ciudadanos retrógrados que están en contra del Estado de Derecho, y por ende, de la democracia. El dolor no justifica el pedido de pena de muerte. Esto es: echar más leña al fuego. El modo más viable para salir de esta paranoia urbana es la profunidación de la democracia, no sólo la política, sino también la económica. Más trabajo y distribución de la riqueza entre los sectores populares.
El Estado debe ser fuerte, sí, empero para paliar las desigualdades, para favorecer a los que menos tienen. Esa inseguridad de la que tratan los medios es producto de un modelo de injusticia acumulada que se impuso en marzo de 1976 y aún sigue vigente, más allá de algunas modificaciones que se fueron introduciendo durante estos últimos tiempos de vida democrática.
Ni el mismo Lugones se habría imaginado que sus palabras todavía tengan tanta resonancia en varios fragmentos de la sociedad argentina.

Por Mauro Reynaldi

1 comentario:

MÓNICA ADRIANA dijo...

no cabe duda que quieren volver al piloto automático del Carlos