viernes, 10 de abril de 2009

Paridades opacas

Lo que escribiré a continuación, seguramente suene trillado, a lugar común de cierta línea de pensamiento que intenta aportar al menos un poco de sinceridad ideológica entre tanto discurso liviano que dicotomiza la realidad en blanco y negro, lo que traducido políticamente es: democrátas liberales- republicanos por una parte y populistas por la otra.

Tanto del lado del kirchnerismo como del de la oposición, la única política que pareciera valer es aquella que tiende al debilitamiento del rival. Erosionar las capacidades discursivas y prácticas del adversario. El razonamiento versa sobre el siguiente silogismo: si al otro le va mal, entonces yo, a pesar de mis notorias limitaciones para generar adhesiones en el seno de la sociedad, saldré favorecido, ya que por descarte los votos vendrán hacia mí.

Empecemos por los buenos de la película. Con traje blanco, los miembros de la oposición a la Presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, cuestionan todas, absolutamente todas, las medidas que toma el gobierno. Desde el vamos está el no de los opositores. Replegándose en argumentos éticos y morales, y montados en cierto republicanismo, que ellos mismos no practicaron cuando gobernaron el país (el menemismo, la Alianza y el duhaldismo), señalan que el Poder Ejecutivo actúa trasgrediendo las normas constitucionales (afecta la renta de los productores agropecuarios, reestatiza el sistema previsional, adelanta las elecciones legislativas, ahora quiere cambiar la ley de medios audiovisuales, etc.).

Sin embargo, así como es muy crítica con el accionar de la Presidenta, la oposición pierde energías en un simple denuncismo sin proponer un modelo alternativo viable para el beneficio de las mayorías. Lo único que logra con sus posicionamientos es la ratificación del régimen de exclusión social masiva y concentración de las riquezas en las manos de pocos ciudadanos, que inaugurara el proceso de reorganización conservador y reaccionario el 24 de marzo de 1976. La propuesta que promueven las fuerzas que componen el arco opositor no es otra que restablecer el sistema capitalista neoliberal pero de manera prolija, haciendo de cuenta que el problema no estaba en el sistema sino en los hombres que lo ejecutaron. Sino dependemos del capital extranjero no vamos a poder salir adelante. Esta es la consigna que esgrime la derecha que está representada tanto en la Coalición Cívica y el radicalismo, como en el pos duhaldismo y el macrismo. Por ende, hay que volver a confiar en los organismos financieros internacionales como si en el último año no huebiera pasado nada.

Yendo a los malos, nos encontramos, vestidos de negro, al kirchnerismo, que en casi seis años de mandato aún no pudo consolidarse, vive a los tropiezos producto de su incapacidad para construir y aplicar un paradigma diferente al que se viene rigiendo desde hace más de tres décadas. Hubo y hay intentos de cambio. Por ejemplo, en lo discursivo, el oficialismo manifiesta una visión de contraste radical con el neoliberalismo, pero carece de profundidad en la praxis. Su política que apuntala la redistribución de las riquezas afecta a un sólo sector de la economía, el resto sigue impune. No se toca la renta financiera, los recursos naturales están privatizados. Se trata de un populismo leve, que comparado con lo que ofrecen sus contrincantes pareciera ser reformista, izquierdista, pero es simplemente una sensación térmica. Los actos del kirchnerismo no pasan de ser moderados, aunque la cadena de los oligopolíos de multimedios presente lo contrario. La medida más radical de la Jefa de Estado, hasta ahora, es el probable envío del proyecto de nueva ley de Radiodifusión al Congreso. Después, en la general, el oficialismo no confronta empíricamente con los grandes poderes económicos, más allá de un verbalismo combativo que colorea de vez en cuando la escena política.

Este momento de la vida política argentina se caracteriza por la carencia articuladora de las distintas fuerzas que componen el espectro. Nadie tiene la vaca atada, y cuesta visualizar nítidamente la presencia de dos modelos de país enfrentados. Aunque se constata el avance de la derecha. Ha venido ganando terreno, merced al egoísmo que absorve a gran parte de las clases medias urbanas y rurales. Otra vez el "no me toquen el bolsillo".

Volviendo a los buenos y a los malos, podemos resumir que los primeros, haciendo caso al "sentido común", quieren terminar de cualquier modo con la "hegemonía" kirchnerista, promueven que el Estado se abstenga de organizar la economía, esto debe quedar en las "manos invisibles" del Mercado. En cambio, los villanos impulsan la intervención estatal para mejorar la calidad de vida de las mayorías que han sufrido el tsunami neoliberal. Aunque se quede en meras intenciones, el kirchnerismo aparece como un movimiento popular y transformador en comparación con los reagrupamientos conservadores que se alinean en la oposición. Esta es tan retrógrada, tan reaccionaria, que sólo deja lugar a la siguiente ecuación: criminalización de la pobreza + concentración de las riquezas en pocas manos.


Por Mauro Reynaldi

5 comentarios:

Paladino dijo...

Ya me diste una idea para un juego...

http://elviejovizcacha.blogspot.com/

Pasa que hay juegos peronistas.

Al centro y adentro dijo...

Okay Viejo vizcacha.
Gracias.
Pasaré a visitarte.
Saludos.

johnny monsanto dijo...

Omitiste el desastre del INDEC que no solo critica la oposición, sino toda la ciudadanis y hasta la CGT y que fue, a mi entender, lo que hizo que la gente le crea mas al campo que al gobierno el año pasado.
Y creo que en política lo malo no justifica lo peor.

johnny monsanto dijo...

Omitiste el desastre del INDEC que no solo critica la oposición, sino toda la ciudadanis y hasta la CGT y que fue, a mi entender, lo que hizo que la gente le crea mas al campo que al gobierno el año pasado.
Y creo que en política lo malo no justifica lo peor.

El Flaco dijo...

DERROTAR AL NEOCOLONIALISMO SOJERO:

El radicalismo unificado de Cobos, Morales, Stolbizer y Carrió es un partido neocolonialista. El peronismo de Sola, De Narvaez, Reutemann también es una fuerza neocolonialista.
Stolbizer le ha ofrecido una candidatura a Llambías en la Provincia de Buenos Aires. En Entre Ríos un importante empresario sojero, Atilio Benedetti, encabeza una lista de la UCR.
Quienes en el conflicto por la 125 se posicionaron junto a la Mesa de Enlace con distintos discursos, forman parte de la construcción de un nuevo bloque de poder neocolonialista.
Aquel conflicto no fue apenas por la renta. No es un debate abstracto entre la teoría neoliberal del derrame contra la idea democrática de lo público como redistribuidor de los excedentes. No es un debate en el interior de un potencia capitalista
Lo que se juega no es otra cosa que la reducción o no de la Argentina a un enclave dedicado al monocultivo de soja transgénica.
La soja representa lo que fuera el azúcar americano en el 1600 o el algodón en el siglo XIX. No es lo mismo que la Argentina agro exportadora del trigo y de la carne.
El complejo mundial de la soja, los laboratorios y los dueños del negocio hacen referencia a nuestra patria como “el país de la soja”, como un gigantesco territorio en la lejana Sudamérica que consideran propio.
No vamos desplegar aquí lo que significa el modelo sojero, simplemente queremos decir que no nos enfrentamos a un debate sobre pequeños o medianos productores, sobre federalismo y política impositiva.
No se trata de conflicto agrario. Lo que está en disputa es si nuestro país se articula al mercado mundial como territorio neocolonial sojero, o si ,en unidad con otros países latinoamericanos, es capaz de promover un desarrollo diversificado, sustentable, equilibrado y en favor de los pueblos y la naturaleza.
Cuando el nuevo bloque en construcción habla de República piensa en un orden que le permita reproducir el saqueo.
El primer paso para ellos es derrotar al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
El primer paso para nosotros es defenderlo.
Por supuesto que hay contradicciones entre los que estamos de este lado. Y también confusión.
Pero la principal responsabilidad, lo que nos debe unir a todos los que queremos una Nación, es impedir que rediseñen nuestra Argentina al estilo de una plantación caribeña de antaño.

desde Entre Ríos:
http://laflacapolitica.blogspot.com/