El bad boy del drama argentino

La realidad política que dibujan cotidianamente los grandes medios de comunicación, tras seis años de gobiernos kirchneristas, no deja de lindar con el ridículo, con lo payasesco. Mejor, para decirlo en una sola palabra: pavada. Cuando Néstor Kirchner comenzó su gestión presidencial, se lo criticaba duramente porque habría varios frentes a la vez y "revolvía el pasado". Eran tiempos de zurdaje según la politóloga Mirtha Legrand. En ese entonces también se insinuaba que Néstor era un pollerudo y hacía todo lo que le demandaba su encantadora esposa, la senadora nacional Cristina Fernández. Luego, ni bien asumió la presidencia Cristina los embates empezaron a ser contra ella, pues curiosamente, de la mañana a la noche, era su marido quien tenía el poder y ella acataba todas sus decisiones sin chistar. Hasta se llegó a conjeturar que el ex presidente de la nación y del Partido Justicialista complotaba contra su compañera.

Resumiendo, primero la mala de la película fue ella, después él y en el medio hubo villanos de perfil bajo como el ministro de Planficación Julio De Vido y el ex secretario de Transporte Ricardo Jaime.

Pero ahora, el archienemigo de la sociedad argentina se llama Guillermo Moreno. Si nos dejamos llevar por lo que manifiestan diariamente, sin parar, las corporaciones mediáticas, entonces debemos afirmar indubitablemte que el secretario de Comercio es quien dirige la batuta, quien gobierna realmente este país, este circo. Estamos todos sometidos al imperio morenista. O sea, por este funcionario, que si bien es cierto que está manejando desastrozamente el INDEC, Argentina no está inserta en el mundo.

No sabemos con claridad por qué Moreno aún sigue en su cargo, por qué el matrimonio Kirchner lo sostiene a pesar de estar tan cuestionado por derecha e izquierda. Ya se fueron hombres más importantes para el Gobierno tal la renuncia de Alberto Fernández y no se desmoronó todo.

Lo que sí podemos ver, para huir un poco de toda esta parafernalia, es que la destitución o la permanencia de Moreno por sí sola no va a terminar con la pobreza, ni con la miseria, ni con la exclusión y tampoco con los altos índices de desocupación que aquejan a nuestra población.

Para salir del todavía vigente infierno neoliberal hacen falta profundas y comprometidas reformas que siguen pendientes como la redistribución de los ingresos y de las riquezas, afectando al conjunto de las clases dominantes, lo que por ende, debiera traer aparejada la creación de más y mejores puestos laborales y así acabar con el hambre (llamativamente olvidado por los grandes mass media).

Medir la calidad de un gobierno por un único funcionario es parte de la constante tergiversación de la realidad a la que ya nos tienen acostumbrados los multimedios. Siempre hay que encontrar un malo para justificar la "independencia" del periodismo y llenar el espacio. No vaya a ser cosa que incriminemos a los propietarios de los oligopolios mediáticos, quienes se esfuerzan por hacernos llegar toda la información que necesitamos para ser ciudadanos responsables con nuestros derechos y deberes.

Para cerrar, por si acaso, no va a faltar quien nos acuse de apoyar al super secretario K, a lo que respondemos señalando que su continuidad se condice con la errónea lectura de los hechos que vienen haciendo los Kirchner. Moreno no suma, simplemente resta. Nada más.

Por Mauro Reynaldi