lunes, 6 de julio de 2009

La metamorfosis de Mel

Manuel Zelaya y los pobres

El presidente legítimo de Honduras llegó al poder en 2006 como un candidato conservador. Luego se alió con Hugo Chávez, se unió al ALBA y ajustó el salario mínimo a la canasta básica. Y promulgó una ley de protección forestal.
Manuel Zelaya no suele citar al Che Guevara o a Simón Bolívar, prefiere invocar a Dios y al prócer de su país Francisco Morazán. Orgulloso de sus raíces, el presidente legítimo de Honduras, que fue derrocado por un golpe de Estado militar el domingo pasado, nunca abandonó su imagen de terrateniente. Sombrero de vaquero, camisa informal, botas tejanas y un bigote tupido, que apenas cubre una sonrisa descontracturada, amigable. Nunca fue un gran orador, pero su calidez y su imagen de hombre de familia honesto lo acercó a las organizaciones sociales y a los más pobres. “Con Mel por primera vez un presidente se sentó a hablar con nosotros y nos explicó por qué no podía hacer todo lo que le pedíamos”, recordó ayer Juan Barahona, un dirigente de Bloque Popular, una de las organizaciones que acompañó a Zelaya hasta el último día y que desde el golpe demanda su vuelta en la calle.
Tanto sus aliados como los que lo sacaron del poder en pijama y a punta de ametralladoras en la madrugada del domingo coinciden en que Zelaya no es un hombre fácil de descifrar. Ricardo Martínez, su ministro de Turismo, lo conoce desde que eran chicos. “Somos primos lejanos, pero nuestras familias eran muy unidas”, contó a este diario desde la clandestinidad. Para Martínez el mandatario hondureño es la combinación perfecta entre su padre, uno de los empresarios madereros más importantes del país centroamericano, y su madre, una maestra de escuela primaria. “De su padre aprendió a moverse en el mundo de los negocios, a entender cómo hacer dinero y cómo repartirlo; de su madre heredó la costumbre de pensar la realidad, cuestionarla”, aseguró Martínez.
De chicos, continuó el ministro, estudiaron en el colegio salesiano de San Miguel, en el departamento maderero de Olancho. Corrían los años ’70 y los sacerdotes enseñaban las ideas de los franceses Voltaire y Rousseau, y de los teólogos latinoamericanos de la liberación. “En aquellos años, Mel era el poeta y político de la familia”, recordó.
Su afición por los libros y la filosofía política, no obstante, no pudo con el mandato familiar. Zelaya entró a la universidad para estudiar Ingeniería Civil, pero según reconoció en varias entrevistas durante la campaña presidencial de 2005, se aburrió y largó los estudios. Volvió a su casa paterna y se hizo cargo del negocio familiar. Era un digno hijo de la oligarquía hondureña. Fue presidente de la Asociación de Industriales de la Madera, miembro del máximo órgano empresarial del país, el Consejo Hondureño de la Empresa Privada, y se afilió al Partido Liberal, uno de los partidos tradicionales conservadores.
Hace cinco años se animó a dar el salto. A pesar de ser casi un desconocido para la mayoría de los hondureños, el empresario maderero presentó su candidatura a presidente para las internas del Partido Liberal. Su rival, una dirigente del establishment sin apoyo popular, no tenía chances frente al resto de los candidatos y casi a desgano la cúpula partidaria le dio su apoyo.
La campaña fue como la de cualquier candidato conservador, aunque con un énfasis un poco más marcado en la lucha contra la pobreza. Sin embargo, los dos enemigos a derrotar eran la inseguridad producto de la violencia de los maras –bandas criminales de jóvenes centroamericanos y la corrupción endémica en el Estado hondureño. Lo único que prometía un cambio era su slogan: “Urge el cambio, urge Mel”.
“Los primeros dos años de su gobierno no hubo señales de cambio; era otro presidente de la oligarquía”, hizo memoria Barahona. En aquellos años el campo popular estaba en pie de guerra contra el poder. La organización de Barahona, Bloque Popular, y las coordinadoras indígenas y campesinas cortaban las rutas e inundaban las calles de la capital semana de por medio en repudio del Tratado de Libre Comercio que el gobierno anterior había firmado con Estados Unidos y que entró en vigor junto con el inicio del mandato de Zelaya. También reclamaban leyes para limitar a las multinacionales mineras y petroleras, frenar la deforestación y empezar un proceso de redistribución de la riqueza nacional.
Barahona no recuerda exactamente cuándo el presidente hizo click, pero fue en los primeros meses de 2008. “Honestamente no sé qué pasó, pero el presidente sufrió una metamorfosis”, dijo, después de pensarlo unos segundos. Ese año se sumó al proyecto energético de Hugo Chávez, Petrocaribe y más tarde al ALBA.
Abrió a licitación las compras gubernamentales de combustibles, arruinándole el negocio a Esso, Shell y Texaco; ajustó el salario mínimo a la canasta básica, una medida sin precedentes en el país; promulgó un ley de protección forestal, a pesar de su pasado de magnate maderero; y le pidió disculpas públicamente a Fidel Castro en nombre del Estado hondureño por haber prestado su territorio en los años ’80 como base para la lucha antiguerrillera de Estados Unidos. Zelaya no es un revolucionario, pero intentó cambiar la historia de su país. “Fue mucho mejor que todos los presidentes que se presentaron como hombres del pueblo”, aseguró Barahona.

Por María Laura Carpineta

12 comentarios:

johnny monsanto dijo...

Todo muy lindo y muy interesante, pero se olvidaron de citar su inconstitucional propuesta reeleccionista.Que raro!

Juan Olmedo dijo...

Exelente articulo, gracias.

Mundo Aquilante dijo...

Muy bueno!

Saludos desde Mundo Aquilante

Al centro y adentro dijo...

Gracias a Uds. chicos por escribirnos. Juan y Eleo ya hemos agregado sus blogs a nuestra lista de blogs amigos. Los seguiremos y cuenten con nosotros para cualquier info, intercambio. Serán muy bienvenidos.

Amigo Johnny. Como siempre no hay nada que te venga bien. Yo creo en las reelecceiones mientras sea el pueblo quien elige democráticamente y no los sectores golpistas/ genocidas. Que alguien se presente para ser reelegido, mientras decida la voluntad popular, es un acto legítimo. No veo nada malo en ello. El problema no son las reelecciones sino cómo y para quienes se gobierna. Si la sociedad puede elegir o tiene que votar siempre lo mismo contra su voluntad.

Saludos.

Mauro

johnny monsanto dijo...

No es que no hay nada que me caiga bien, simplemente creo que medias verdades son grandes mentiras y en el caso de re re re elecciones, latinoamerica esta lleno de nefastos ejemplos.

Al centro y adentro dijo...

jajaj Johnny, entonces tenemos que hacer como en Europa, pero me parece que en Inglaterra el primer ministro también puede ser reelegido indefinidamente. Creo, a lo mejor me equivoque, pero en los países europeos con regimen parlamentario, el primer ministro puede ser reelegido cuantas veces quiera.

Mauro.

Anónimo dijo...

Antes de empezar, qiero que quede claro que no me gustan las reelecciones. Ni la de Perón ni la de Menem. Pero la posibilidad de una reelección no es una violación de ningún elemento fundamental de la democracia; si el pueblo quiere reelegir a un presidente, está en todo su derecho. No me parece bueno que lo haga, pero no es un crimen. Eso en cuanto a lo que quería hacer Zelaya.

Vamos ahora a cómo lo quería hacer. El sistema que eligió era una consulta no vinculante, en que el pueblo (la gente, la ciudadanía, como le guste a cada uno) debía decidir si celebrar o no un plebiscito. Consulta indirecta por partida triple.

Pero parece que eso era un delito, porque la constitución prohibe intentar la reelección. Ese punto de vista pone a la constitución por encima de la voluntad popular.

Es que la constitución es sagrada, vino dictada directamente por Dios; la voluntad de los hombres está por debajo de la voluntad de Dios.

Pero resulta que la constitución de Honduras no la dictó Dios: la dictó el dictador Policarpo Paz García (muy amigo de Reagan, muy enemigo de los sandinistas) en 1982, por medio de una convención constituyente en la que participaron los diputados de los partidos que él había autorizado.

Ni siquiera es seguro que haya violado ninguna ley, porque la constitución prohibe reformarla en el sentido de permitir la reelección, no consultar al pueblo si la quiere reformar. Los que sí prohibieron consultar al pueblo fueron los milicos y el cerdo de Micheletti. ¿Me equivoco o fue expulsado el mismo día que el pueblo debía decidir?


Si la constitución impide al pueblo reformar la misma constitución, ¿quién reforma entonces la constitución? Respuesta: el único que está por encima de la constitución, que es el pueblo (o el electorado, o la gente).

Zelaya no quiso cambiar la constitución por medio de tramoyas en el Congreso o la Corte. Llamó al pueblo a decidir su propio destino.

La ley y la voluntad popular no siempre van por el mismo camino, y la voluntad popular siempre está por encima de la ley. Siempre, claro está, que la voluntad popular no intente avasallar a las minorías ni pretenda evitar posteriores expresiones de la futura voluntad popular. Es decir, un plebiscito que vote a favor de un sistema racista, fascista, totalitario o comunista (en el concepto de dictadura del proletariado) no es una expresión legítima de la voluntad general.

Marcelo

johnny monsanto dijo...

Pero si pierde el favor de sus aliados parlamentarios debe renunciar.Dicho de otra manera, no puede decir una cosa y hacer otra como un presidente en latinoamerica.
En definitiva, creo que las reelecciones indefinidas, sean de Fujimori,de Chavez o de quien mierda sean terminan en autoritarismos, falta de libertades, divisiones del pueblo, etc, etc.Por suerte el pasado 28 se les cerraron las puertas a algunos que venian con esas ideas progres.

Saludos bolivarianos

Jordi dijo...

Es entendible tu postura cómoda y conservadora Johnny, no nos olvidemos la cantidad de gente que apoyó el Golpe del 76´.
Además omitis "dictaduras" como la de Uribe en Colombia, Lifschitz en Rosario, etc... no seamos caraduras hermano. Dejale a Mirtha Legrand que se enoje porque fue la presidenta a defender a un presidente institucional, ella que siempre fue tan democrática.

johnny monsanto dijo...

Jordi, en marzo del 76 los que apoyaban el golpe rondaban el 99,99% de la poblacion, pero eso es cosa del pleistoceno.

Anónimo dijo...

99,99 obvio...de la gente como UNO,no?

johnny monsanto dijo...

preguntale a tus papis despues de hacerlos tomar unos tragos. In vino veritas.