La diva de la TV y los almuerzos con arrugas,
entre ho-rro-ri-za-da y escandalizada,
igual que la iglesia papal y los de su clase
armó la mesa por el hambre y los pobres de mi Argentina.
A ella -su mesa-, asisten algunos iluminados
que comen copiosamente, solidariamente, in-humanamente
mientras descubren la causa del hambre y la falta de pan.
Que intelectualizan, diagnostican, pronostican
desde sus pre-pagas que les cubre la consulta
para dejar de comer, para dejar de mirar… y exclamar:
¡Cómo se nota esto de la miseria…!
Era el comienzo del banquete, cuando
la anfitriona interrumpe al rugoso intelectual
que destila culpas desde su rostro gris –cemento,
y nos dice: ¿Les cuento que comemos hoy?
El camarero entre-cámaras se recita la carta
sin equivocarse ni una letra de esos nombres raros,
que no incluyen nuestras comidas: guiso, puchero o polenta,
para que la abuela TV luego,
nos recuerde con el dedito apuntador
que es el Hotel Amigo, quién paga los gastos.
Todo siguió, sin que ningún invitado
no almorzara, ni vomitara de vergüenza; ni por caridad.
La pobreza se instaló en la mesa,
los pibes desclasados de la calle, también.
Un mural de imágenes tristes se pintaba desde cada palabra
aunque ningún niño pudo probar un solo bocado,
para eso están los que comen en televisión
y mastican y beben y tragan y …entre bloques,
descubren de quién es la culpa;
sentencian qué habría de hacerse
para desterrar al hambre y al hambriento.
Llega el final, mientras alistan los cañones de crema
y aflojan el cinto para que entre más postre,
nos cuentan a coro quién es el culpable de tanta inequidad;
de tanto colesterol alto…de tanta muestra de asco.
Al final del espectáculo, la señora estrella
recita un unos versos del refranero popular:
-María poné la mesa / si no hay pan… poné tu cabeza
…Y todos aplaudieron al verdugo
Miguel Longarini
18/08/09
entre ho-rro-ri-za-da y escandalizada,
igual que la iglesia papal y los de su clase
armó la mesa por el hambre y los pobres de mi Argentina.
A ella -su mesa-, asisten algunos iluminados
que comen copiosamente, solidariamente, in-humanamente
mientras descubren la causa del hambre y la falta de pan.
Que intelectualizan, diagnostican, pronostican
desde sus pre-pagas que les cubre la consulta
para dejar de comer, para dejar de mirar… y exclamar:
¡Cómo se nota esto de la miseria…!
Era el comienzo del banquete, cuando
la anfitriona interrumpe al rugoso intelectual
que destila culpas desde su rostro gris –cemento,
y nos dice: ¿Les cuento que comemos hoy?
El camarero entre-cámaras se recita la carta
sin equivocarse ni una letra de esos nombres raros,
que no incluyen nuestras comidas: guiso, puchero o polenta,
para que la abuela TV luego,
nos recuerde con el dedito apuntador
que es el Hotel Amigo, quién paga los gastos.
Todo siguió, sin que ningún invitado
no almorzara, ni vomitara de vergüenza; ni por caridad.
La pobreza se instaló en la mesa,
los pibes desclasados de la calle, también.
Un mural de imágenes tristes se pintaba desde cada palabra
aunque ningún niño pudo probar un solo bocado,
para eso están los que comen en televisión
y mastican y beben y tragan y …entre bloques,
descubren de quién es la culpa;
sentencian qué habría de hacerse
para desterrar al hambre y al hambriento.
Llega el final, mientras alistan los cañones de crema
y aflojan el cinto para que entre más postre,
nos cuentan a coro quién es el culpable de tanta inequidad;
de tanto colesterol alto…de tanta muestra de asco.
Al final del espectáculo, la señora estrella
recita un unos versos del refranero popular:
-María poné la mesa / si no hay pan… poné tu cabeza
…Y todos aplaudieron al verdugo
Miguel Longarini
18/08/09
1 comentario:
Excelente. Que esa vieja se vaya a cuidar los nietitos. Lo mismo las tilingas y tilingos que la miran.
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