martes, 6 de octubre de 2009

Límites


Hará unos meses atrás vi el policial Magnum Force- (año 1973, dirigida por Ted Post y protagonizada por Clint Eastwood), segunda entrega de la saga del rudo detective Harry Callahan- y me quedó una frase dando vueltas por mi cabeza, que actúa como hilo conductor del film. La sentencia en cuestión, la cual podemos considerar como filosófica, la enuncia Harry varias veces en la película y dice así: "cada uno debe conocer sus propios límites". El film trata sobre la búsqueda de Harry en descubrir quiénes son los que están detrás de una ola de asesinatos que tienen como víctimas a los principales asesinos de la ciudad de San Francisco. Estos crímenes son realizados de forma metodológica y efectista, sin dejar rastros, por verdaderos profesionales que se mueven en la clandestinidad, generando pánico en la población.

El cuerpo policial afirma tener la situación bajo control, utiliza chivos expiatorios culpabilizándolos de estos homicidios. Sin embargo, el mismo Harry sospecha del accionar de sus compañeros y emprende la investigación por su cuenta, pues cree que la fuerza está corrompida.

La paranoia invade a Harry, ya no puede confiar en nadie porque sus propios colegas lo matarán si continúa con la investigación que pondrá en evidencia que los verdugos son un grupo de policias que buscan apoderarse de la institución y controlar la ciudad imponiendo el terror.

La proposición de Harry, "cada uno debe conocer sus propios límites" es el parangón que puede hacerse, de forma arbitraria, con el actual debate sobre la nueva ley de medios audiovisuales. En nuestra opinión se trata de restringir la concentración de la comunicación en pocos grandes grupos empresariales. Poner límites para acabar con los monopolios. Redistribuir los medios comunicacionales para democratizar la sociedad. Y no como expresa el establishment mediático que esta nueva legislación limitará la libertad de prensa. La mordaza existe actualmente, significa el hecho de que la mayoría de la población no tiene acceso a la comunicación, a su producción y distribución. Esto es producto de la perversa lógica de acumulación ilimitada de capital que hace el poder económico, la cual es posibilitada por el funcionamiento de los mass media. Estos crean diariamente una realidad donde la injusticia social se disfraza de libertad de mercado, donde la concentración de la riqueza por parte de una elite y la expansión de la pobreza aparecen como un fenómeno de la naturaleza, en vez de ser el resultado de políticas neoliberales ejecutadas para el beneficio de una minoría a través de sacrificar el bienestar de las mayorías.

Conocer sus propios límites quiere decir aquí, desprenderse de aquello que no es propiedad exclusiva de ellos, sino un derecho de toda la sociedad. O sea, dejar de ser monopolios.

Limitar el poder de las corporaciones y expandir (abrir) la esfera comunicacional para todos los habitantes del país. En esto consiste la nueva ley de Servicios de Comunicación Audiovisual: acotar el poderío del mega empresariado mediático para una equitativa distribución de la palabra.

Tal vez después de este viernes la historia empiece a cambiar, deje de ser dicha por los más fuertes. Por fin se haya limitado la voracidad de estos depredadores de la democracia. Como en Magnum Force el problema es el sistema mismo, es lo que hay que cambiar para el bien de todos.

Por Mauro Reynaldi

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