Cumplidas dos décadas del derrumbamiento del Muro de Berlín (ese emblema de la intolerancia como le gusta decir a la derecha que tanto ama la tolerancia y el respeto hacia los otros), resulta una obviedad, tema trillado, decir que existen muchos muros invisibles que separan cotidianamente a los seres humanos, los dividen en clases sociales, en grupos de pertenencia culturales diferentes, hasta opuestos. De los muros materiales como el de la frontera entre México y Estados Unidos o entre Palestina e Israel nadie se alarma, nadie se preocupa lo suficiente ante estos atroces atropellos a la condición humana. Estos sí son justos, no como lo fue el que dividía a Alemania en Occidental y Oriental. Distinta vara para medir la realidad, los hechos históricos.
Caído el Muro de Berlín, cayó prontamente el comunismo y se acabaron todos los problemas que tenía la humanidad.
En estos últimos veinte años las nuevas tecnologías invadieron todas las naciones del mundo desplegando progreso e igualdad para todos. Que haya tres cuarta parte de la población mundial sumida en la pobreza es sólo una anécdota, un error de cálculos, ya se va a arreglar. Se va a solucionar con más planes de los organismos internacionales de crédito, que siempre tienen recetas mágicas para que los países prosperen y se adapten a las nuevas circunstancias que plantea el dios Mercado.
Hablar del fin de Alemania Oriental y lo que trajo aparejado, el desmoronamiento del muro stalinista (por Stalin, ese diablo que entre otras cosas simples que hizo fue terminar con el nazismo) es hacer referencia a la apertura hacia una nueva etapa del sistema capitalismo que puede sintetizarse en dos palabras (una de las cuales está muy de moda por estos lares): desigualdad e inseguridad.
El sistema capitalista versión 2.0 (siglo XXI) conocido como neoliberalismo, donde el Mercado hace y deshace lo que se le da las ganas. Esto es, un complejo de grandes corporaciones empresariales que se reparten entre ellas los bienes que le pertenecen a todos los ciudadanos. Este sistema triunfó, expandiendo miseria por todo el mundo y expropiándose los recursos naturales que nunca pueden ser propiedad privada sino que deben ser un derecho inalienable de todos los habitantes del planeta. Estos recursos no pueden quedar en manos de un puñado de empresas cuyo único fin es el lucro, la acumulación pornográfica de capitales.
El neoliberalismo vino a sepultar el Estado de Bienestar General, imponiendo un Estado empresarial al servicio exclusivo de las grandes empresas trasnacionales que manejan el Mercado.
Terminado el Estado benefactor, la desigualdad entre ricos y pobres creció, por lo menos en nuestro continente, a tasas descomunales. Esta desproporción aumentó generando mayor exclusión social, indigencia y vulnerabilidad en los sectores populares. La inseguridad acompaña inevitablemente este proceso. ¿Cómo no van a ser violentos los jóvenes, adolescentes, criados en el medio de la más indigna pobreza? Estos chicos se han criado con la cabeza quemada, en pésimas condiciones de vida. Son como las criaturas del Doctor Frankenstein, no pueden distinguir entre el bien y el mal. Han sido arrojados al abismo. Hay que tratar de reinsertarlos socialmente, pero esto llevará su tiempo, lo único que queda por parte de las instituciones estatales es contenerlos, protejerlos. Si fuera por la derecha habría que crear nuevamente campos de concentración para ellos. Aunque esto produciría justamente más violencia todavía. Sería otra vez el tiro por la culata.
En los últimos años las villas miserias se incrementaron enormemente producto de la gran injusticia social que se vive en estos países "subdesarrollados". Así en Argentina aparecieron los grupos de piqueteros, que son movimientos sociales de trabajadores desocupados que buscan incansablemente reincorporarse al circuito laboral. Y como suele pasar cada vez que gobiernan los peronistas en este país, hay trabajadores buenos y también hay laburantes malos. Ya desde el primer peronismo, todos los sindicatos debían encolumnarse detrás del gobierno de Juan Domingo Perón, aquellos que no lo hacían, como era el caso de los gremios formados por militantes anarquistas, comunistas o socialistas, debían pasar a la clandestinidad.
El peronismo siempre fue verticalista, entonces es en vano pedirle que acepte más de un movimiento piquetero o que tolere la libertad sindical. Ahí lo tenemos a Moyano y sus camioneros que no van a posibilitar que se le reconozca la personería gremial a la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), que es dentro del gremialismo la más combativa y democrática.
El capitalismo vive construyendo muros diariamente. Estos obstruyen la igualdad de oportunidades para todos los sujetos que se encuentran cada vez más sujetados a un sistema por naturaleza opresor y desigual. Mientras haya un grupo de capitalistas que se apoderen las riquezas que son de todos nosotros y que producen, particularmente, los trabajadores, muchos de ellos sin empleo y en la marginalidad, entonces los muros nunca desapareceran. Estos también existen al interior de las clases populares, donde un minúsculo sector quiere adueñarse de la representación de todos los laburantes, cuando en realidad se la pasan negociando (transando) con el empresariado para beneficiarse únicamente ellos mismos.
Se tienen que democratizar los gremios de trabajadores, así como debe garantizarse que todos los movimientos sociales tengan acceso a los planes laborales como a las asignaciones y subsidios que entrega el Gobierno.
Los muros más inicuos aún no han sido derribados. Pero éstos sólo pueden ser destruidos a través de la lucha en conjunto de las clases populares sostenida en gobiernos que vayan a fondo hacia una verdadera redistribución equitativa de las riquezas y los bienes sociales.
Por Mauro Reynaldi
2 comentarios:
Camarada Mauro! En tu reseña histórica omitiste aclarar que nuestro Camarada Stalin firmó en agosto del 39 un pacto con el nazismo, en el que se aseguraba el control de los paises bálticos y de la mitad de Polonia, todos estos actos heroicos pensados en beneficio del proletsriado fueron 6 años después de haber dejado morir de hambre a 9 millones de ucranianos.
Hasta la victoria siempre!
Aguanten Luis D Elia y todos los tolerantes lideres sociales K!
Camarada Johnny Monsanto
Jajaja. Camarada Johnny. No defiendo a Stalin, para nada. Fue quien tiró abajo toda la obra de Lenin y mando a matar a Leon. Así que no lo puedo defender nunca, pero ese demonio para el sistema capitalista, al que siempre le hizo el juego, fue quien derrotó a los nazis. Creo que a pesar de Stalin, los autoritarismos que se dieron bajo los regímenes comunistas, que nunca fueron comunistas del todo (ya que siempre existió en esos países una fuerte burocracia de Estado y partido único), el capitalismo triunfante no ha sido tan liberal como prometía. Fijate las barbaridades de Bush y sus aliados. Y de su papá antes.
Saludos.
Camarada Mauro
Publicar un comentario