El legendario político de Louisiana y Senador norteamericano Huey Long, en sensacionales discursos pronunciados entre 1934 y 1935 en Washington, acusó a la Standard Oil y a los Rockefeller de ser la mano negra detrás de la matanza paraguayo-boliviana por el Chaco Boreal (guerra del Chaco de 1932 a 1935), poco después fue misteriosamente asesinado en Baton Rouge.
Huey Pierce Long había nacido en la pequeña localidad suburbana de Winnfield, en el estado de Louisiana, a finales del siglo XIX, cuando sobre las cenizas de la guerra civil norteamericana, rapaces compañías como la petrolera Standard Oil sujetaban a la región bajo opresión neocolonialista de los capitales del norte estadounidense. En una región de alta influencia católica, de rasgos latinoamericanos por su ascendencia franco-española y sus tensiones sociales, Long irrumpió en la política de Louisiana como un radical (redneck) que se rebelaba contra la oligarquía del estado, contra la actitud expoliadora de las grandes empresas, contra el engreimiento de ciertas tradiciones de la clase alta, contra la moda, los licores fuertes y muchos otros usos y costumbres de su época. La lista de cosas que le gustaba era mucho más corta, dice con ironía Thomas Harry Williams, su principal biógrafo, que entre ellas sólo cita a dos: las estrictas medidas sanitarias y el socialismo.
Electo gobernador de Louisiana a fines de la década de 1920, se vio pronto enfrentado a la Standard Oil de Louisiana requiriéndole un impuesto por cada barril de petróleo a ser refinado para sus progamas sociales. Los amos en el negocio del kerosén pusieron el grito en el cielo y fraguaron un juicio político en busca de la destitución.
La Standard Oil emprendió una gran campaña de difamaciones, sobornó legisladores, chantajeó e intimidó físicamente a otros tantos, compró espacios en la prensa y hasta subsidió festejos populares en busca de su objetivo. A pesar de todo, Long contrarrestó con inusitada habilidad la turbulenta campaña adversa y terminó absuelto. El laureado escritor estadounidense Robert Penn Warren, cuya novela basada en Huey Long le valió el Pulitzer en los años cuarenta, resumió la gran capacidad de maniobra política del gobernador de Louisiana en la reflexión de su personaje: “En la política, el mal no sólo puede engendrar el bien, sino que además es lo único que hay para engendrarlo”.
En la década de 1930 se había iniciado la producción en serie de automóviles, y el petróleo se iniciaba como “leitmotiv” del intervencionismo norteamericano en Latinoamérica y el mundo. Personeros de la Standard Oil viajaban por el mundo apropiándose del recurso y fundando filiales que pretendían ser naturales de los países que expoliaban. Así nació la Standard Oil of Bolivia, instituída por Spruille Braden, luego cabeza de la conspiración contra el Paraguay en la Conferencia para la Paz del Chaco, quien insinuó al presidente boliviano Salamanca sobre la posibilidad de obtener armas y créditos para apoderarse militarmente del Chaco paraguayo y sus yacimientos petrolíferos. No era América del Sur la que iba a imponer condiciones a su majestad el dólar.
Como lo expresara el escritor paraguayo Arnaldo Valdovinos, centenares de ametralladoras, manejadas por manos esclavas, rompieron el silencio de las selvas chaqueñas, festejando el triunfo de sus amos. En varias de sus novelas más celebradas, Augusto Roa Bastos narró los episodios más trágicos de un ignominioso capítulo de la expansión imperialista en Sudamérica, en que los condenados paraguayos parasitados y desnutridos, debieron empuñar el fusil para defender el subsuelo y los latifundios extranjeros que se extendían sobre la vasta planicie esmeralda del Chaco Boreal.
La prensa de todo el mundo pronto se hizo eco de la participación evidente de las grandes petroleras en el diferendo chaqueño: el Daily Herald de Londres, la prensa comunista soviética y hasta el mismo New York Times. Sin embargo, a pesar de todos los indicios, para muchos hablar del petróleo como detonante de la matanza entre paraguayos y bolivianos seguía siendo mera especulación.
El secreto a voces pronto iría a sacudir los mismos confesionarios del imperio. El 30 de mayo de 1934 el senador Long sacudía al Congreso en Washington con una proclama incendiaria contra la Standard Oil, acusándola de haber desencadenado el enfrentamiento armado del Chaco. “¡Aquí está Rockefeller, con un ejército, robando al Paraguay!” dirá el senador para no ahorrar adjetivos contra la empresa petrolera. Y cuando el 15 de enero de 1935 la Sociedad de las Naciones decidió levantar el embargo de armas que pesaba sobre Bolivia, manteniendo el mismo sobre Paraguay, Huey Long declaró a la prensa: “Esta decisión de la Liga de las Naciones no es más que un mensaje dirigido al Paraguay y firmado por Rockefeller que dice: No toquen los lugares donde hemos localizado pozos del petróleo”.
Obviamente, el senador había incursionado en terreno fangoso y los sucesos no tardaron en demostrarlo. El 8 de septiembre de 1935, habiendo abandonado el senador Long con sus guardaespaldas una sesión especial en el Capitolio Estatal de Baton Rouge, adonde había arribado desde Washington buscando zanjar en cuestiones locales de su estado, un desconocido se le acercó al amparo de la oscuridad y en ese momento se escuchó un disparo. La guardia de Long abrió fuego contra el sospechoso ocasionándole a su turno 51 heridas de bala antes de ser éste identificado como un joven y respetado médico, Carl Austin Weiss, proveniente de una familia de reconocida alcurnia en la sociedad local.
Posteriormente se sabría que Weiss había actuado como cabeza de turco y que las balas que impactaron en Long tenían otra procedencia. En las primeras horas del día 10 fallecía el senador en el Hospital Our Lady of the Lake, víctima de la avidez sin límites del imperialismo petrolero, y la Standard Oil tenía las manos libres para quedarse con el petróleo del Chaco. Con la guerra entre Bolivia y Paraguay como telón de fondo, se había cerrado uno de los más infames y controvertidos capítulos de la historia norteamericana.
Por Luís Agüero Wagner*
(*Escritor paraguayo, autor de “Las Banderas de Mitre” y “Fuego y Cenizas de la Memoria”)
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