La crispación con la que crispa tanto la prensa corporativa no es otra cosa que el embate de los sectores más reaccionarios de la sociedad ante un gobierno que pretende ser popular y defender los intereses de la nación ante los poderes capitalistas locales y foráneos. Las grandes corporaciones empresariales junto a los partidos opositores (que cumplen el rol de cadetes del establishment) tienen como meta principal desgastar al Ejecutivo para que la presidenta Cristina Fernández deba abandonar su cargo antes, o como mucho llegue a las elecciones del 2011 como un cadáver político al cual la única posibilidad que le valga sea la clandestinidad. Nadie cree que la primera mandataria anticipe los comicios, que es lo que buscan las clases dominantes atemorizadas por el camino que estamos transitando, pero sí tendrá que gobernar en medio de boicots permanentes que le generará la oposición, que para eso está: para entorpecer el rumbo que le está imprimiendo al país el oficialismo.
Los opositores, es decir, la derecha, no aportan nada nuevo al panorama político nacional, están enraizados en el neoliberalismo que terminó de depredar a la Argentina a fines del 2001. Quieren volver a ese estado de omnipresencia del Dios Mercado, el cual anula toda clase de soberanía nacional y popular. La actitud de Martín Redrado va en esa dirección, es un golpe institucional similar al que dio Julio Cobos en el 2008 durante el debate por la Resolución 125. Las “rebeliones” del vicepresidente y la del titular del Banco Central son la materialización de la intromisión del Poder Económico en las decisiones gubernamentales. Estos atropellos a la voluntad ciudadana, al mandato democrático, fueron posibilitados por los mismos gobernantes que eligieron como compañeros de gestión a estos referentes del conservadurismo antipopular. Ambos por su labor están dañando seriamente a la democracia argentina, se han transformado en un tumor maligno para ésta.
Sin embargo, no podemos obviar que Néstor Kirchner en primera instancia y luego Cristina Fernández cuando asumió la presidencia en 2007, prefirieron dejar importantes espacios de decisión gubernamental en manos de este tipo de personajes cuya ideología dista muchísimo del proyecto nac and pop por el que bregan los Kirchner. Parece ser la típica lógica que domina al sistema capitalista, esto es: la política tiene que administrar de tal forma que la economía quede siempre a cargo de la derecha, y a la izquierda se le deja como obsequio la cultura.
En el armado político del kirchnerismo desde 2003 a la fecha han convivido militantes del progresismo con resabios del neoliberalismo. Estos últimos son la carne de cañón de la oposición. Lo más cuestionable para los K desde nuestras posturas izquierdistas, populistas, no es que gente como Cobos o Redrado se le hayan dado vuelta, sino el hecho de haberlos convocado para formar parte de este proceso que según el mismo matrimonio desde sus discursos, intenta devolverle la dignidad y felicidad a todos los argentinos.
El desafío para los Kirchner es llevar adelante las políticas que favorezcan el bienestar social sin caer atrapados en el canto de sirenas que emana de las usinas de los poderes de facto. Se trata de dejar de acatar las órdenes que vienen desde arriba tal como lo han hecho aquellos que cuando fueron gobierno rifaron el país y hoy dicen proteger las reservas del Banco Central. La presidenta debe apelar a la creatividad, a seguir tomando la iniciativa como los hizo con la reestatización de Aerolíneas y las AFJP, la nueva ley de medios audiovisuales, la asignación universal por hijo. Lo que significa ponerse por delante de las corporaciones mediáticos y del abanico opositor, no atrás. Está bien que partidarios, allegados, simpatizantes del oficialismo critiquen y denuncien al grupo Clarín, pero no es loable que lo haga la encargada del poder Ejecutivo, tampoco su marido ni sus funcionarios. Esto es seguirle el juego al multimedio, caer en su trampa. O sea, le da de comer a las fieras, que cada vez están más hambrientas y desesperadas porque les están poniendo fin a sus gigantescos negociados.
A la presidenta, para salir de esta maraña mediático – judicial, le convendría seguir saldando la deuda interna que es la más grave. Que el árbol de las demandas de los acreedores extranjeros no tape el bosque de los intereses de los millones de argentinos que todavía lidian día a día por un buen vivir, mientras otros pocos viven lujosamente, al mismo tiempo que despotrican contra las políticas oficiales que los han favorecido en estos últimos seis años y medio.
Continuará
Por Mauro Reynaldi
Los opositores, es decir, la derecha, no aportan nada nuevo al panorama político nacional, están enraizados en el neoliberalismo que terminó de depredar a la Argentina a fines del 2001. Quieren volver a ese estado de omnipresencia del Dios Mercado, el cual anula toda clase de soberanía nacional y popular. La actitud de Martín Redrado va en esa dirección, es un golpe institucional similar al que dio Julio Cobos en el 2008 durante el debate por la Resolución 125. Las “rebeliones” del vicepresidente y la del titular del Banco Central son la materialización de la intromisión del Poder Económico en las decisiones gubernamentales. Estos atropellos a la voluntad ciudadana, al mandato democrático, fueron posibilitados por los mismos gobernantes que eligieron como compañeros de gestión a estos referentes del conservadurismo antipopular. Ambos por su labor están dañando seriamente a la democracia argentina, se han transformado en un tumor maligno para ésta.
Sin embargo, no podemos obviar que Néstor Kirchner en primera instancia y luego Cristina Fernández cuando asumió la presidencia en 2007, prefirieron dejar importantes espacios de decisión gubernamental en manos de este tipo de personajes cuya ideología dista muchísimo del proyecto nac and pop por el que bregan los Kirchner. Parece ser la típica lógica que domina al sistema capitalista, esto es: la política tiene que administrar de tal forma que la economía quede siempre a cargo de la derecha, y a la izquierda se le deja como obsequio la cultura.
En el armado político del kirchnerismo desde 2003 a la fecha han convivido militantes del progresismo con resabios del neoliberalismo. Estos últimos son la carne de cañón de la oposición. Lo más cuestionable para los K desde nuestras posturas izquierdistas, populistas, no es que gente como Cobos o Redrado se le hayan dado vuelta, sino el hecho de haberlos convocado para formar parte de este proceso que según el mismo matrimonio desde sus discursos, intenta devolverle la dignidad y felicidad a todos los argentinos.
El desafío para los Kirchner es llevar adelante las políticas que favorezcan el bienestar social sin caer atrapados en el canto de sirenas que emana de las usinas de los poderes de facto. Se trata de dejar de acatar las órdenes que vienen desde arriba tal como lo han hecho aquellos que cuando fueron gobierno rifaron el país y hoy dicen proteger las reservas del Banco Central. La presidenta debe apelar a la creatividad, a seguir tomando la iniciativa como los hizo con la reestatización de Aerolíneas y las AFJP, la nueva ley de medios audiovisuales, la asignación universal por hijo. Lo que significa ponerse por delante de las corporaciones mediáticos y del abanico opositor, no atrás. Está bien que partidarios, allegados, simpatizantes del oficialismo critiquen y denuncien al grupo Clarín, pero no es loable que lo haga la encargada del poder Ejecutivo, tampoco su marido ni sus funcionarios. Esto es seguirle el juego al multimedio, caer en su trampa. O sea, le da de comer a las fieras, que cada vez están más hambrientas y desesperadas porque les están poniendo fin a sus gigantescos negociados.
A la presidenta, para salir de esta maraña mediático – judicial, le convendría seguir saldando la deuda interna que es la más grave. Que el árbol de las demandas de los acreedores extranjeros no tape el bosque de los intereses de los millones de argentinos que todavía lidian día a día por un buen vivir, mientras otros pocos viven lujosamente, al mismo tiempo que despotrican contra las políticas oficiales que los han favorecido en estos últimos seis años y medio.
Continuará
Por Mauro Reynaldi
4 comentarios:
Estoy de acuerdo en casi todo, pero creo entender que este gobierno no es socialista, ni mucho menos ( y creo que esta bien q así sea) por lo q tu comentario a cerca de la economía, me parece nodal, esto es: hay q enviar señales claras a los mercados, ESTO NO ES UNA REVOLUCIÓN. Por eso está Redrado, Cobos y unos cuantos mas, que con el transcurso del tiempo, aparecerán. Al mismo tiempo me inquieta sobremanera el cierre de filas que esta sucediendo, en estos últimos tiempos, por parte de la derecha. Es por ello que creo que es acuciante, nuestra organización, sin perder nuestros principios (cada uno sabrá). Por eso humildemente, llamo a todos aquellos, que pensamos que este gobierno esta siendo presa de esas fieras (las de tu comentario). Que no seamos una presa fácil, que nos demostremos que somos más los que entendemos que la Argentina se merece algo mejor; que la politiquería, que tuvimos que soportar, desde aquella "semana santa" en dónde nos usaron de forros. Gracias por el espacio.
"Cada vez que he estado a cargo del Poder Ejecutivo, en reemplazo de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner he cumplido con las funciones correspondientes y nunca he tomado ninguna decisión, ni firmado ningún decreto, ni he realizado ninguna acción en contra de las políticas del Poder Ejecutivo Nacional", declaró Cobos en un comunicado.
¡¡¡QUÉ CAGÓN DIOS MÍO!!!!
Manuel: aquí no se trata de ponernos a debatir qué tan socialista es o no es el gobierno, para eso están los Lozano y compañía. Acá se trata que no quieran hacer como Honduras donde empezaron por la justicia. La derecha anda recorriendo el continente.
Sí, Manuel, es lo que escribe Mónica, el problema es el terrible avance de la derecha. Vienen con todo y tienen la complicidad de las clases medias.
Saludos.
Mauro.
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