miércoles, 24 de marzo de 2010

El día en que nos convertimos en la escoria del Universo


En esta fecha, 24 de marzo, recordamos que hace 34 años en Argentina y por esos años (principios de la década de 1970) en gran parte de la región también, se producía la sistematización del terror y de la barbarie. Se trataba del tan citado por este escriba proceso de destrucción nacional a cargo de la Junta Militar con el apoyo del establishment local e internacional. Fue el golpe de la derecha que vino a sustituir a otro gobierno de derecha: el de la señora María Estela Mártinez de Perón. Decimos que el terror se organizó, porque ya estaba instalado vía las acciones paramilitares de la Triple A y la economía de miedo del Rodrigazo en 1975. El surgimiento del genocidio procesista fue posible gracias al retornó al país del Perón decadente, rodeado de la derecha peronista a la que nunca le tembló el pulso para "limpiar de zurdos" al gobierno popular. El "Proceso" no llegó solo. Se debió a la nefasta gestión gubernamental de Isabelita (puesta ahí por el gran general Juan Domingo); a un grupo de delincuentes ideológicos que buscaban el poder para beneficio personal, cagándose en el pueblo, me refiero a la cúpula montonera, más precisamente a Firmenich y Galimberti (asesinos que transaron con la dictadura); y a una sociedad que en general no creía en la democracia. Todo esto posibilitó la implantación del Plan Cóndor en Argentina, bajo las órdenes del Imperio norteamericano.

Es curioso, mientras acá se mataba seres humanos a mansalva, en Estados Unidos y Gran Bretaña, florecían nuevos movimientos artísticos que revolucionaban la cultura mundial, como el funk, el soul, la música disco, el punk y la electrónica. Aquí se cometían atrocidades de todo tipo y en las naciones del primer mundo, el arte brillaba cada vez más. Occidente vivía una época dorada desde lo cultural y lo artístico, en tanto que su "patio trasero" estaba sumido en un infierno abismal, propio de su atraso, de la mentalidad que nos legó la España colonizadora (nuestra madre patria).

Hoy hablamos del día de la Memoria, de la justicia y el castigo a los criminales de Lesa Humanidad. Sin embargo, la oligarquía vendepatria, autora intelectual del horror, de la destrucción de la industria nacional y la planificación de la miseria generalizada para el beneficio de unos pocos, goza impunemente de todos los privilegios, de todas las bondades que ofrece esta nación. Las clases dominantes, y cierto sector de la clase media, lo que cuestionan de ese período oscuro es que a los milicos se les haya ido la mano con la violencia y hayan a la vez pretendido formar una nueva elite gobernante de neto corte castrense, transformándose así en un poder que esté por encima del poder económico. Los uniformados criollos, a diferencia de sus pares latinoamericanos, en su afán de poseerlo todo, no sólo cumplieron con lo que pedía el establishment, el capitalismo prebendario, también se metieron con la gente bien. Desaparecieron a jóvenes hombres y mujeres pertenecientes a las clases medias y altas. Asesinaron y torturaron a chicas y chicos ricos que tuvieron por esos tiempos delirios de rebeldía. Era la moda del momento. En ese entonces para algunos integrantes de los sectores bien acomodados de la ciudadanía, ser rebelde, "zurdito", peronista, era cool. Estos ingenuos también cayeron en las garras de los genocidas.

Lo más triste y patético de nuestra sociedad, en la cual obviamente me incluyo, es que nos indignamos por la supuesta generación de grandes dirigentes que podríamos tener en la función pública sino hubiera ocurrido la mutilación de tal camada de profesionales, y al mismo tiempo no decimos nada de la cantidad de obreros, laburantes, gente humilde que perdió todo, no sólo la vida.

El régimen dictatorial acabó con las libertades individuales, con los derechos civiles, pero por sobretodo, mostró la hipocresía de una sociedad tan careta y subdesarrollada como la argentina, que se cagó en los ideales de San Martín, Moreno, Belgrano, Sarmiento, Echeverría, Alberdi, Jauretche, suplántandolos por la bajeza y la sumisión total a los intereses de la prostituta oligarquía vernácula que diseño este país otrora granero del mundo, hoy sojero.

La única manera de terminar con ese orden destructivo que se formalizó el 24 de marzo de 1976, es volver a pensar y actuar para que Argentina sea un territorio con justicia social; que tenga una industria propia, grande y pujante que garantice el pleno empleo; que acabe con las gigantescas desigualdades que existen entre quienes se apropiaron de los recursos de todos los argentinos y las clases populares, que están al margen del sistema. Esta Argentina que soñaron los más de treinta mil desaparecidos es la que le tiene que dar fin a la dictadura del Poder Económico, la Iglesia Católica, y la corporación mediática. Solamente la concreción de la Patria Socialista honrará la memoria de las víctimas del terrorismo de las Fuerzas Militares. Así podremos ser una nación digna y respetable. Dejar de ser esa basura que fuimos gracias al golpe cívico militar de hace más de tres décadas atrás.

Si queremos ser una República, una nación en serio, necesitamos más socialismo, más unidad latinoamericana, menos Mesa de Enlace Rural, menos coerción opositora, menos libertad para los oligopolios mediáticos.

Por Mauro Reynaldi

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