martes, 23 de marzo de 2010

El Gobierno: entre más democracia o rendirse ante al caos opositor


Vulgarmente suele considerarse como de menor calidad a las segundas partes de producciones artísticas tales como films, obras literarias, series de TV, etc., en comparación a aquellas que le dieron origen. Esto que se ha transformado en ley en el mundo del espectáculo no sucede de la misma forma en el ámbito político nacional donde el culebrón del verano: el pago a los acreedores internacionales con o sin reservas, parece ser interminable. Este teleteatro, que ha colmado la paciencia de la audiencia (que es la sociedad argentina), es fruto de las propias debilidades del Poder Ejecutivo y su tropa para llevar adelante el mentado modelo nacional y popular que vienen proponiendo desde el 25 de mayo de 2003.

Al Gobierno, más allá de las buenas intenciones, nunca parece alcanzarle para avanzar en las reformas estructurales que necesita el país, después de casi tres décadas de devastamiento neoliberal. La deuda del kirchnerismo consiste en no haber construido una fuerza popular lo suficientemente amplia y sólida que le ayude a superar las trabas que le impone la derecha que viene a restaurar la colonia neoliberal .

Por su lado, la oposición es la fehaciente expresión de la destrucción social, económica, cultural y política que implicó la implementación en el país del mal llamado Proceso de Reorganización Nacional del 24 de marzo de 1976. El cual, en realidad, comenzó a aplicarse durante el interinato de Isabelita allá en 1974 y trajo la expansión generalizada del terror (como si fuera una peste fatal) con el accionar primero de la Triple A y luego de la Junta Militar en todo su esplendor. El arco opositor coincide con los militares genocidas en su desprecio por la democracia y sus instituciones, defendiendo así los intereses de la oligarquía, que se expresa a través de la dictadura mediática.

Debido a esto, uno de los logros más importante del kirchnerismo en estos siete años de gestión, fue haber cambiado la lógica de hacer política en Argentina. Esto significa que también se puede gobernar para las mayorías, no hay ninguna ley que lo prohiba, aunque el pensamiento único neoliberal haya hecho creer lo contrario. Sin embargo, hasta en los gobiernos que toman posturas progresistas y populares, siguen ganando los que más tienen: los poderosos de siempre, los dueños del país, los que odian el sistema democrático.

La mencionada dictadura mediática y las patronales del agro califican al Gobierno de autoritario. Entonces, para no contradecir esta visión, desde este escrito de opinión se le recomienda a la presidenta Cristina Fernández y a su equipo gubernamental que sigan siendo autoritarios, que no les tiemblen las manos y les den duro a los poderes de facto que se apropiaron nuestra República mediante el derramamiento masivo de sangre. Los Kirchner no deben ser democráticos con quienes se robaron el país y lo inundaron de pobreza, miseria y enorme desigualdad entre clases sociales. Hay que expropiarles las riquezas a estos usurpadores de los bienes y recursos de la Nación. Esto implica también hacerles pagar a ellos las deudas que contrajeron y fueron estatizadas por los gobiernos vende patria de turno.

La crisis en la que sumió al país el neoliberalismo es producto de un cuarto de siglo de políticas que fueron empleadas para favorecer a la elite dominante en desmedro de las necesidades reales del pueblo. Esta lógica recién con el arribo de Néstor Kirchner a la Casa Rosada, empezó a ponerse en duda. Contrarrestarla no es fácil y más aún cuando gran parte de la sociedad continúa moviéndose según los dictados de la corporación mediática, cuya misión en este mundo es hacer valer sus negocios en perjuicio de la mayoría de los argentinos.

Devolverle la dignidad al pueblo y situar nuevamente a la Argentina dentro de las naciones más desarrolladas del planeta, no es tarea exclusiva del Gobierno. Es la obligación de todos los que queremos vivir acá. Esto se podrá conseguir solamente si profundizamos la democracia. Esto es, acompañando y presionando a la vez a los líderes K para que sean más incisivos y contundentes a la hora de distribuir las riquezas de manera equitativa en toda la población. Aprobamos todos los DNU que sean necesarios con tal de recuperar el Estado de Bienestar, que es justicia social, equidad y pleno empleo. Empero, esto lo lograremos únicamente con la unidad del campo popular, generando una izquierda frentista, latinoamericanista, pero por sobretodo, dispuesta a enchastrarse sin claudicar en sus convicciones. El poder solo no viene. Hay que pelear por él, teniendo bien claro de qué lado se está y quién es nuestro enemigo.

Hay que terminar con discusiones estériles, si el Gobierno no puede consensuar sus iniciativas en el Congreso, que está corrompido por el actuar de las fuerzas opositoras (que están más cerca de Videla que de Alfonsín), entonces es indispensable manejarse con DNUs para satisfacer las necesidades de la sociedad argentina y las obligaciones que debe cumplir el país para retomar el camino de la prosperidad.
El llamado a la solidaridad para el Gobierno es: no rendirse ante el establishment económico y financiero, y los oligopolios comunicacionales. Ser cada vez menos tolerantes con estas estructuras nefastas de poder.

En síntesis, el kirchnerismo debe acabar con la tolerancia hacia los sectores que están comprometidos con el reciente pasado ominoso.

Por Mauro Reynaldi

1 comentario:

Al centro y adentro dijo...

Viktor. Es así, lo que más bronca da en estos tiempos es la postura fascistoide de la clase media, mientras más prospera más racista se vuelve. Los que pasamos por la Universidad Pública, en vez de solidarizarnos y ponernos del lado de los que menos tienen, estamos en una actitud solipsista. Estos opositores expresan ese sentir egoísta e individualista. volvemos al sálvese quien pueda.

Abrazos,

Mauro