Hoy se cumplen tres décadas y tres años desde que las Madres de Plaza de Mayo empezaron sus marchas en busca de sus hijos desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar. Las Madres se han convertido, por su valiente y enorme lucha, en el sujeto revolucionario de la democracia contemporánea. Gracias a ellas estamos en democracia. Mientras la mayoría de la sociedad argentina ante el terror, callaba o se hacía la que no sabía nada, estas grandiosas mujeres que llevan pañuelos blancos en sus cabezas (pañuelos que les sirven para preservar sus ideas emancipatorias) denunciaron y enfrentaron cara a cara al régimen genocida de Videla, Martínez de Hoz y todo el establishment. Las Madres, con la entrañable Hebe de Bonafini, le devolvieron la dignidad a un pueblo, que así como a mediados de los setenta vivió la peor dictadura de la historia del continente, en los noventa fue arrasado por el más feroz neoliberalismo, que lo dejó en la intemperie.
Las Madres son el emblema de la guerra por la paz y la justicia. La guerra al sistema de miseria y exclusión que instaló en 1976 el capital extranjero, aliado a los milicos y civiles vende patria del Proceso de Destrucción Nacional.
Las Madres son nuestro honor, nuestra alma democrática y revolucionaria. El espíritu crítico y transformador del pueblo argentino, de la nación grande.
Brindamos por ellas, porque le debemos nuestra identidad, nuestro ser nacional. Nuestro orgullo.
Por Mauro Reynaldi
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