La Cámara Alta del parlamento nacional ratificó la votación de Diputados y dio un paso importantísimo para la igualdad de derechos de toda la ciudadanía. A partir de hoy, ya no hay ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda, por lo menos en lo que respecta a orientación sexual. El Senado de la nación en debate reñido (33 votos a favor frente a 27 en contra) aprobó el matrimonio igualitario. Ahora los homosexuales al igual que los heterosexuales pueden casarse y adoptar hijos. Así, la maratónica sesión parlamentaria dictaminó que el matrimonio gay ya es ley. Hecho inédito en América Latina. De este modo, Argentina se pone a la vanguardia en lo concerniente a derechos civiles en el continente americano, quedando a la par de algunos estados de Norteamérica y Canadá.
Triunfó la igualdad ante el autoritarismo de la Iglesia Católica que se oponía fervientemente a la unión de parejas del mismo sexo. Hecho paradojal, pues la mayoría de la población sabe (es muy notorio) que la mayor parte de los sacerdotes son homosexuales. Penosamente, muchos de ellos pedófilos y vinculados con los delitos de Lesa Humanidad que se cometieron durante la última dictadura.
Podemos, entonces, afirmar que la democracia vivió otra jornada fervorosa, donde la igualdad de todos ante la ley se hizo presente. Somos iguales y distintos a la vez, esto es la pluralidad que va de la mano con la diversidad. Tenemos que festejar por vivir en un país, que es nuestro hogar, donde cada uno pueda hacer lo que quiera consigo mismo sin perjudicar a los otros, quienes son nuestros semejantes.
Empero, esta nota que escribo, valga aclarar, es para la gilada que produce y consume el sentido común mediático- producto elemental del hegemónico poder económico que tergiversa la realidad acomodándola a sus intereses- que habla de una sociedad dividida por culpa del kirchnerismo. Primero, si cada vez que se vote un proyecto de ley importante para la convivencia democrática de todos los habitantes de esta nación vamos a decir que nos dividimos tajantemente en dos grupos antagónicos, estamos en serios problemas. Deberíamos, pues, ser dos países en vez de uno. ¡Que tremenda estupidez! Segundo, el tratamiento en las dos cámaras del Congreso del matrimonio homosexual y su posterior aprobación no fue obra exclusiva del Gobierno, sino que contó con el aval y la militancia de vastos sectores de la sociedad, no solamente de la comunidad gay ni tampoco del Frente para la Victoria. Participaron e hicieron posible esta sanción bloques parlamentarios que son claramente opositores al kirchnerismo como miembros de la UCR, del socialismo, de Proyecto Sur, de Libres del Sur, entre otros. Mas, hasta hubo legisladores K que votaron en contra, que si bien fueron minoría, muestra esto que no hubo una visión sesgada de los partidos políticos en el parlamento. Ergo, lo que aconteció fue una votación transversal. Si no, caeríamos en la tontería de señalar que todos los homosexuales son oficialistas. La ampliación de los derechos civiles para los gay es fruto de gran parte de la sociedad argentina que quiere profundizar la democracia, así terminar con el autoritarismo, y poder expresarse libremente, haciendo valer su voz y su voto.
Una vez, quienes se van cabizbajos son los sectores más reaccionarios, aquellos que se niegan a progresar, a crecer. Es decir, quienes reniegan de la igualdad para todos y siguen creyendo que hay personas que merecen tener derechos y obligaciones y otras que no.
Es muy probable que esta legalización del matrimonio gay no termine con la discriminación. La tolerancia y el respeto mutuo vendrán cuando finalmente logremos la justicia social. Cuando acabemos con la pobreza, y todos tengamos una vida digna con salud, educación, vivienda y trabajo garantizado. Esto lo conseguiremos con más Estado y más democracia. Es decir, con más participación ciudadana.
Por Mauro Reynaldi
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