Por Fabián Rodríguez
La transversalidad bien entendida consistía en dotar al kirchnerismo de una fuerza política propia. A siete años del comienzo de la era K, el balance tiene gusto a poco. Hablan Luis D’Elía (FTV), Rubén “Tibu” Núñez (Movimiento Evita) y Edgardo Depetri (Frente Transversal).
En los albores del kirchnerismo, hubo una palabra que se puso de moda: transversalidad. Alguien la pronunció alguna vez en alguno de los despachos de la Casa Rosada, y enseguida hubo varios dirigentes políticos y sociales que entendieron de qué se trataba el mensaje: con el pejotismo solo, no alcanza.
La transversalidad bien entendida, consistía en dotar al kirchnerismo de una fuerza política propia, para lograr reemplazar, en algún momento, el aparato político que Eduardo Duhalde le había “prestado” a Néstor Kirchner para poder llegar a la Presidencia de la Nación.
Aquellos dirigentes portadores de una honestidad política a prueba de cualquier clase de oportunismo, entendieron que la tan mentada transversalidad no era, como se suele decir, “soplar y hacer botellas”. Por el contrario, la gran mayoría sabía que se trataba de un camino largo y arduo, repleto de obstáculos y desencantos, que de todas maneras habría que transitar, si de verdad se pretendía dotar al Proyecto Nacional de un Movimiento Popular genuino.
Desde un principio, quienes más y mejor trabajaron por hacer realidad esa idea de un gran movimiento político que atravesara todas las estructuras que en ese momento adherían al kirchnerismo, fueron los referentes de los denominados Movimientos Sociales: organizaciones políticas hijas de la resistencia contra el neoliberalismo, algunas con un despliegue territorial extenso, mientras que otras con un trabajo incipiente.
Sin embargo, a siete años del comienzo de la era kirchnerista, el balance que queda de aquel proceso político tan rico, con una potencialidad impredecible en cuanto al despliegue territorial de una fuerza política genuinamente kirchnerista, la verdad que tiene gusto a poco.
Cuatro años después del último gran acto que realizaron en conjunto, pareciera que hoy en día cada uno de los Movimientos que entonces se definían como kirchneristas, han tomado caminos dispares. Algunos muy, otros no tanto. Pero lo cierto es que parece prácticamente imposible que aquella foto de mayo de 2006, pueda volver a repetirse alguna vez.
Solucionadores de problemas y tiradores de títulos
Revista Zoom entrevistó a tres dirigentes de las Organizaciones Sociales más importantes que formaron parte de aquella primera transversalidad bien entendida: Luis D’Elía (FTV); Rubén “Tibu” Núñez (Movimiento Evita), y Edgardo Depetri (Frente Transversal). Cada uno de ellos nos dio su opinión acerca de lo vivido y, claro está, de lo que queda por vivir (que por cierto, es bastante).
No es muy frecuente que a los dirigentes de los Movimientos Sociales (sean de la orientación política que sean), se los cite para hablar de cosas que no tienen que ver estrictamente con el presente. De hecho sentarse a conversar con un referente piquetero implica someterse a una dinámica de conversación diferente a la que uno podría llegar a tener con cualquier otra persona que tenga una militancia política.
Los referentes de los Movimientos suelen vivir apremiados por las urgencias. La mayoría de sus compañeros y compañeras son personas que no tienen “la vida resuelta”, ni mucho menos. Por eso, el entrevistador deberá soportar, por ejemplo, que al entrevistado le suene su teléfono celular no menos de diez veces en cuarenta minutos de charla. A diferencia de otra clase de dirigentes políticos, los referentes de los Movimientos Sociales no tienen “secretarias” o “asesores” que puedan llegar a reemplazar la expectativa que en ellos se encuentra depositada. Al fin y al cabo son, en pocas palabras, “solucionadores de problemas”. Como los bomberos, que aunque estén comiendo un asado con su familia o mirando un partido de fútbol con los amigos, nunca dejan de ser bomberos.
No obstante, entre medio de una llamada y otra, nuestros interlocutores se convertirán en permanentes tiradores de títulos: cada una de las definiciones que nos brindan, serviría para engalanar la portada de cualquier diario.
Pasado y presente
Volviendo al tema, pero siguiendo con esto de los “titulares”, una de las definiciones que nos dio Rubén “Tibu” Núñez, echa luz sobre un panorama que muchas veces se presenta confuso, y nos aclara la situación de movida: “Es cierto que al principio compartimos un protagonismo en las movilizaciones para bancar las primeras medidas del gobierno de Kirchner, pero la verdad que más allá de algún que otro acto, los Movimientos sociales nunca pudimos confluir en el desarrollo de políticas concretas”. Chan.
“El Tibu”, es un militante barrial que tiene sobre sus espaldas más de treinta años de trayectoria política. Primero en el peronismo, y desde 1989, en la resistencia al modelo neoliberal que encarnó el menemismo. “El día que me enteré que Menem pactaba con Alsogaray para encarar su presidencia, me dije ‘yo con esto no tengo nada que ver’, y me fui a la mierda”. A principios de los noventa conformó junto a sus compañeros de militancia una organización llamada “Malón”, que a mediados de la década encararía el primer Movimiento de Trabajadores Desocupados del Gran Buenos Aires: el MTD de Villa Corina, que a los pocos años, a medida que iba creciendo, se llamó Resistir y Vencer.
Durante los primeros meses del gobierno de Néstor Kirchner, Resistir y Vencer decidió formar parte de los grupos políticos que iban conformando aquella transversalidad, y poco tiempo después confluyó, junto a otras organizaciones, en lo que desde hace algunos años se conoce como Movimiento Evita.
Cuando, en 2007, el Evita decidió que ya era hora de ganar espacios institucionales, acordando con los dirigentes del Partido Justicialista que estuviesen dispuestos a “aceptarlos”, en Avellanada comenzaron a trabajar junto al Intendente Baldomero “Cacho” Álvarez, quien les cedió algunos lugares en la gestión del Municipio.
Desde el año pasado, el Tibu Nuñez es Concejal en el Partido de Avellaneda. A pesar de mantener su pertenencia política, forma parte del bloque de concejales del PJ local. No hace falta ser un avezado en la política del conurbano, para entender que el Movimiento Evita considera que la transversalidad alcanzó su techo hace mucho tiempo.
En un país donde las cosas pasan tan rápido (y si no, pensemos en todas las cosas que ocurrieron desde fines de 2001 hasta nuestros días), hay un dato que tal vez mucha gente no conozca: hubo una organización social que le dijo que sí a Kirchner, cuando en el conurbano Kirchner era apenas “el gobernador de Santa Cruz”. Se trata de la Federación de Tierra y Vivienda. Su líder y fundador, Luis D’Elía, nos cuenta cómo fue aquel acercamiento inicial al kirchnerismo:
—Días antes de la presentación de la candidatura de Kirchner en el Hotel Panamericano, me llama Edgardo Depetri, a quien yo conocía de la CTA, y me dice ‘venite, quiero que conozcas a este tipo personalmente’. Ese día hablé con Kirchner, que me contó lo que tenía pensado hacer. La verdad que me impresionó, porque levantaba todas las banderas por las cuales nosotros veníamos peleando desde hacía diez años. A partir de ahí, nos sumamos al proyecto ‘Kirchner presidente’ y empezamos a laburar juntos”.
Y a continuación, D’Elía nos recuerda un dato que el hoy híper-kirchnerista Intendente de Merlo, Raúl Othacehé, desearía borrar de los libros de historia del futuro: —Nosotros laburamos en la campaña, y el día de la elección nos tocó fiscalizar en Merlo, porque Othacehé jugaba con Rodríguez Saa. ¡Imaginate! El tipo se quería matar, porque acostumbrado a definir las elecciones de taquito, de repente se encontró con seiscientos piqueteros de La Matanza fiscalizándole la elección en todas las escuelas”.
Los recuerdos le dibujan una sonrisa en el rostro a D’Elía, quien como es de público conocimiento, no mantiene en la actualidad una relación muy alegre que digamos con el kirchnerismo. De todas maneras, el hombre de la FTV sabe separar muy bien los tantos, y más allá de sus cuestiones personales afirma: —Nosotros somos kirchneristas. Creemos que este es el proyecto de acumulación y avances más importante de los últimos sesenta años para el campo popular y la clase obrera. Trabajamos para que Kirchner sea presidente, trabajamos para que Cristina sea presidenta, y vamos a trabajar para que este proyecto político triunfe en el 2011”.
D’Elía, también se sabe, es un tipo generoso. Uno puede mantener con él ciertas diferencias políticas, y hasta de criterios, pero jamás va a hallar en este hombre un rastro de resentimiento (que no sea de clase, claro está) o ingratitud. De todas formas, subraya que en la génesis del kirchnerismo, no todos parecían estar tan convencidos.
D’Elía y Edgardo Depetri fueron dos de los primeros hombres que apostaron por el Proyecto “Kirchner Presidente”. No solo trabajaron en la campaña electoral de 2003, sino que acompañaron al ex presidente en aquellas primeras decisiones que tuvo que tomar en los tan difíciles primeros meses de su gestión.
Por su parte, Emilio Pérsico (entonces en el MTD Evita), llamó a votar en blanco o anular el voto, igual que Libres del Sur (entonces Barrios de Pie y Patria Libre). Con el correr de los meses, se fueron acercando posiciones, y coordinando algunas movidas en común.
Depetri nos cuenta también que lo unen a Kirchner cuestiones que traspasan lo estrictamente político. “Allá en Santa Cruz nos conocemos todos, y aquellos que pensamos más o menos parecido, a la corta o a la larga además de compartir una militancia, terminamos teniendo una relación de amistad.”
Yendo a lo estrictamente político, Depetri sostiene que “el rol de las Organizaciones durante la etapa kirchnerista es asegurar que algunas de las conquistas del pueblo no se toquen. No nos olvidemos que acá hubo un sistema que voló por el aire a fines de 2001. Duhalde fue la última expresión de lo viejo que se resistía a morir, y luego viene Kirchner, como expresión de lo nuevo. Bueno, los Movimientos sociales somos algo así como los garantes de ese proceso, que no siempre es lineal (ni va a serlo)”.
La pregunta animal
A los tres entrevistados les hicimos más o menos las mismas cuatro o cinco preguntas. Aunque todas nos parecían importantes, había una de las cuestiones que nos interesaba conocer en particular: ¿qué quedó de aquella foto de 2006 en el Luna Park? ¿Por qué no se pudo avanzar más?
El Tibu recoge el guante enseguida y dice: —Mirá, hubo un poco de todo. Por un lado, faltó capacidad para desarrollar a los Movimientos territorialmente. Nosotros siempre fuimos respetuosos de las políticas que tenían las otras organizaciones, pero al mismo tiempo quisimos instalar una idea de desarrollo territorial y no pudimos, por eso elegimos hacerlo solamente con el Evita.
Es sincero el Tibu, porque no se calla nada y al toque agrega: —Pero, por otro lado, también hubo mucha mezquindad de parte de algunos dirigentes. Nosotros nos podremos equivocar, pero de lo que estamos seguros es del lugar que nunca ocuparíamos. Nosotros jamás votaríamos leyes en el Congreso junto con los enemigos del pueblo, y lamentablemente hay compañeros que caminaron con nosotros durante mucho tiempo, y hoy se sienten más cómodos con nuestros enemigos de lo que se sentían cuando estaban con nosotros.
No hace falta que Núñez diga a quiénes se refiere, porque en este punto coinciden todos.
Las risas que D’Elía dibujaba en su rostro cuando se burlaba de Othacehé, desaparecen cuando se le pregunta por aquella foto, y por el rol que han jugado dirigentes como los de Libres del Sur: —Nah, dejá… —dice lacónico Luis, y dispara: —Esos muchachos quieren hacer la transformación social dejando afuera al peronismo. Increíble. La verdad que no los entiendo. Yo puedo tener diferencias con el Evita, pero ahí por lo menos ya sabés para qué lado van. Estos otros yo no sé qué quieren hacer.
Depetri es el más contemporizador de los tres, y prefiere no personalizar las culpas en nadie en particular. Ni en las personas, ni en las organizaciones. De hecho, no busca culpables, porque no hay a quién culpar de nada: —Decir que la transversalidad no prosperó, es una verdad a medias, porque que no se puede entender a la transversalidad como si fuese un partido político, que gana o pierde elecciones. Eso es un error. La transversalidad, en realidad, son todas las medidas de gobierno que se han impulsado desde que Néstor Kirchner asumió la presidencia, y que le han mejorado la calidad de vida al pueblo. Eso se ha profundizado durante la gestión de Cristina, y la verdad que hoy hay más transversalidad que nunca. Las medidas que viene impulsando el gobierno de Cristina son apoyadas por sectores de todos los colores políticos, porque de verdad benefician al pueblo, y algo más transversal que eso, la verdad que yo no conozco.
Es muy interesante esta visión del líder del Frente Transversal. Analizar a los Movimientos sociales en función de las victorias que obtienen la sociedad, los trabajadores y las minorías, en lugar de andar contando los porotos que cada “Orga” tiene o deja de tener. Ojalá sirva para dejar las diferencias absurdas y los egos personales de lado.
Fuente: Revista Zoom
La transversalidad bien entendida, consistía en dotar al kirchnerismo de una fuerza política propia, para lograr reemplazar, en algún momento, el aparato político que Eduardo Duhalde le había “prestado” a Néstor Kirchner para poder llegar a la Presidencia de la Nación.
Aquellos dirigentes portadores de una honestidad política a prueba de cualquier clase de oportunismo, entendieron que la tan mentada transversalidad no era, como se suele decir, “soplar y hacer botellas”. Por el contrario, la gran mayoría sabía que se trataba de un camino largo y arduo, repleto de obstáculos y desencantos, que de todas maneras habría que transitar, si de verdad se pretendía dotar al Proyecto Nacional de un Movimiento Popular genuino.
Desde un principio, quienes más y mejor trabajaron por hacer realidad esa idea de un gran movimiento político que atravesara todas las estructuras que en ese momento adherían al kirchnerismo, fueron los referentes de los denominados Movimientos Sociales: organizaciones políticas hijas de la resistencia contra el neoliberalismo, algunas con un despliegue territorial extenso, mientras que otras con un trabajo incipiente.
Sin embargo, a siete años del comienzo de la era kirchnerista, el balance que queda de aquel proceso político tan rico, con una potencialidad impredecible en cuanto al despliegue territorial de una fuerza política genuinamente kirchnerista, la verdad que tiene gusto a poco.
Cuatro años después del último gran acto que realizaron en conjunto, pareciera que hoy en día cada uno de los Movimientos que entonces se definían como kirchneristas, han tomado caminos dispares. Algunos muy, otros no tanto. Pero lo cierto es que parece prácticamente imposible que aquella foto de mayo de 2006, pueda volver a repetirse alguna vez.
Solucionadores de problemas y tiradores de títulos
Revista Zoom entrevistó a tres dirigentes de las Organizaciones Sociales más importantes que formaron parte de aquella primera transversalidad bien entendida: Luis D’Elía (FTV); Rubén “Tibu” Núñez (Movimiento Evita), y Edgardo Depetri (Frente Transversal). Cada uno de ellos nos dio su opinión acerca de lo vivido y, claro está, de lo que queda por vivir (que por cierto, es bastante).
No es muy frecuente que a los dirigentes de los Movimientos Sociales (sean de la orientación política que sean), se los cite para hablar de cosas que no tienen que ver estrictamente con el presente. De hecho sentarse a conversar con un referente piquetero implica someterse a una dinámica de conversación diferente a la que uno podría llegar a tener con cualquier otra persona que tenga una militancia política.
Los referentes de los Movimientos suelen vivir apremiados por las urgencias. La mayoría de sus compañeros y compañeras son personas que no tienen “la vida resuelta”, ni mucho menos. Por eso, el entrevistador deberá soportar, por ejemplo, que al entrevistado le suene su teléfono celular no menos de diez veces en cuarenta minutos de charla. A diferencia de otra clase de dirigentes políticos, los referentes de los Movimientos Sociales no tienen “secretarias” o “asesores” que puedan llegar a reemplazar la expectativa que en ellos se encuentra depositada. Al fin y al cabo son, en pocas palabras, “solucionadores de problemas”. Como los bomberos, que aunque estén comiendo un asado con su familia o mirando un partido de fútbol con los amigos, nunca dejan de ser bomberos.
No obstante, entre medio de una llamada y otra, nuestros interlocutores se convertirán en permanentes tiradores de títulos: cada una de las definiciones que nos brindan, serviría para engalanar la portada de cualquier diario.
Pasado y presente
Volviendo al tema, pero siguiendo con esto de los “titulares”, una de las definiciones que nos dio Rubén “Tibu” Núñez, echa luz sobre un panorama que muchas veces se presenta confuso, y nos aclara la situación de movida: “Es cierto que al principio compartimos un protagonismo en las movilizaciones para bancar las primeras medidas del gobierno de Kirchner, pero la verdad que más allá de algún que otro acto, los Movimientos sociales nunca pudimos confluir en el desarrollo de políticas concretas”. Chan.
“El Tibu”, es un militante barrial que tiene sobre sus espaldas más de treinta años de trayectoria política. Primero en el peronismo, y desde 1989, en la resistencia al modelo neoliberal que encarnó el menemismo. “El día que me enteré que Menem pactaba con Alsogaray para encarar su presidencia, me dije ‘yo con esto no tengo nada que ver’, y me fui a la mierda”. A principios de los noventa conformó junto a sus compañeros de militancia una organización llamada “Malón”, que a mediados de la década encararía el primer Movimiento de Trabajadores Desocupados del Gran Buenos Aires: el MTD de Villa Corina, que a los pocos años, a medida que iba creciendo, se llamó Resistir y Vencer.
Durante los primeros meses del gobierno de Néstor Kirchner, Resistir y Vencer decidió formar parte de los grupos políticos que iban conformando aquella transversalidad, y poco tiempo después confluyó, junto a otras organizaciones, en lo que desde hace algunos años se conoce como Movimiento Evita.
Cuando, en 2007, el Evita decidió que ya era hora de ganar espacios institucionales, acordando con los dirigentes del Partido Justicialista que estuviesen dispuestos a “aceptarlos”, en Avellanada comenzaron a trabajar junto al Intendente Baldomero “Cacho” Álvarez, quien les cedió algunos lugares en la gestión del Municipio.
Desde el año pasado, el Tibu Nuñez es Concejal en el Partido de Avellaneda. A pesar de mantener su pertenencia política, forma parte del bloque de concejales del PJ local. No hace falta ser un avezado en la política del conurbano, para entender que el Movimiento Evita considera que la transversalidad alcanzó su techo hace mucho tiempo.
En un país donde las cosas pasan tan rápido (y si no, pensemos en todas las cosas que ocurrieron desde fines de 2001 hasta nuestros días), hay un dato que tal vez mucha gente no conozca: hubo una organización social que le dijo que sí a Kirchner, cuando en el conurbano Kirchner era apenas “el gobernador de Santa Cruz”. Se trata de la Federación de Tierra y Vivienda. Su líder y fundador, Luis D’Elía, nos cuenta cómo fue aquel acercamiento inicial al kirchnerismo:
—Días antes de la presentación de la candidatura de Kirchner en el Hotel Panamericano, me llama Edgardo Depetri, a quien yo conocía de la CTA, y me dice ‘venite, quiero que conozcas a este tipo personalmente’. Ese día hablé con Kirchner, que me contó lo que tenía pensado hacer. La verdad que me impresionó, porque levantaba todas las banderas por las cuales nosotros veníamos peleando desde hacía diez años. A partir de ahí, nos sumamos al proyecto ‘Kirchner presidente’ y empezamos a laburar juntos”.
Y a continuación, D’Elía nos recuerda un dato que el hoy híper-kirchnerista Intendente de Merlo, Raúl Othacehé, desearía borrar de los libros de historia del futuro: —Nosotros laburamos en la campaña, y el día de la elección nos tocó fiscalizar en Merlo, porque Othacehé jugaba con Rodríguez Saa. ¡Imaginate! El tipo se quería matar, porque acostumbrado a definir las elecciones de taquito, de repente se encontró con seiscientos piqueteros de La Matanza fiscalizándole la elección en todas las escuelas”.
Los recuerdos le dibujan una sonrisa en el rostro a D’Elía, quien como es de público conocimiento, no mantiene en la actualidad una relación muy alegre que digamos con el kirchnerismo. De todas maneras, el hombre de la FTV sabe separar muy bien los tantos, y más allá de sus cuestiones personales afirma: —Nosotros somos kirchneristas. Creemos que este es el proyecto de acumulación y avances más importante de los últimos sesenta años para el campo popular y la clase obrera. Trabajamos para que Kirchner sea presidente, trabajamos para que Cristina sea presidenta, y vamos a trabajar para que este proyecto político triunfe en el 2011”.
D’Elía, también se sabe, es un tipo generoso. Uno puede mantener con él ciertas diferencias políticas, y hasta de criterios, pero jamás va a hallar en este hombre un rastro de resentimiento (que no sea de clase, claro está) o ingratitud. De todas formas, subraya que en la génesis del kirchnerismo, no todos parecían estar tan convencidos.
D’Elía y Edgardo Depetri fueron dos de los primeros hombres que apostaron por el Proyecto “Kirchner Presidente”. No solo trabajaron en la campaña electoral de 2003, sino que acompañaron al ex presidente en aquellas primeras decisiones que tuvo que tomar en los tan difíciles primeros meses de su gestión.
Por su parte, Emilio Pérsico (entonces en el MTD Evita), llamó a votar en blanco o anular el voto, igual que Libres del Sur (entonces Barrios de Pie y Patria Libre). Con el correr de los meses, se fueron acercando posiciones, y coordinando algunas movidas en común.
Depetri nos cuenta también que lo unen a Kirchner cuestiones que traspasan lo estrictamente político. “Allá en Santa Cruz nos conocemos todos, y aquellos que pensamos más o menos parecido, a la corta o a la larga además de compartir una militancia, terminamos teniendo una relación de amistad.”
Yendo a lo estrictamente político, Depetri sostiene que “el rol de las Organizaciones durante la etapa kirchnerista es asegurar que algunas de las conquistas del pueblo no se toquen. No nos olvidemos que acá hubo un sistema que voló por el aire a fines de 2001. Duhalde fue la última expresión de lo viejo que se resistía a morir, y luego viene Kirchner, como expresión de lo nuevo. Bueno, los Movimientos sociales somos algo así como los garantes de ese proceso, que no siempre es lineal (ni va a serlo)”.
La pregunta animal
A los tres entrevistados les hicimos más o menos las mismas cuatro o cinco preguntas. Aunque todas nos parecían importantes, había una de las cuestiones que nos interesaba conocer en particular: ¿qué quedó de aquella foto de 2006 en el Luna Park? ¿Por qué no se pudo avanzar más?
El Tibu recoge el guante enseguida y dice: —Mirá, hubo un poco de todo. Por un lado, faltó capacidad para desarrollar a los Movimientos territorialmente. Nosotros siempre fuimos respetuosos de las políticas que tenían las otras organizaciones, pero al mismo tiempo quisimos instalar una idea de desarrollo territorial y no pudimos, por eso elegimos hacerlo solamente con el Evita.
Es sincero el Tibu, porque no se calla nada y al toque agrega: —Pero, por otro lado, también hubo mucha mezquindad de parte de algunos dirigentes. Nosotros nos podremos equivocar, pero de lo que estamos seguros es del lugar que nunca ocuparíamos. Nosotros jamás votaríamos leyes en el Congreso junto con los enemigos del pueblo, y lamentablemente hay compañeros que caminaron con nosotros durante mucho tiempo, y hoy se sienten más cómodos con nuestros enemigos de lo que se sentían cuando estaban con nosotros.
No hace falta que Núñez diga a quiénes se refiere, porque en este punto coinciden todos.
Las risas que D’Elía dibujaba en su rostro cuando se burlaba de Othacehé, desaparecen cuando se le pregunta por aquella foto, y por el rol que han jugado dirigentes como los de Libres del Sur: —Nah, dejá… —dice lacónico Luis, y dispara: —Esos muchachos quieren hacer la transformación social dejando afuera al peronismo. Increíble. La verdad que no los entiendo. Yo puedo tener diferencias con el Evita, pero ahí por lo menos ya sabés para qué lado van. Estos otros yo no sé qué quieren hacer.
Depetri es el más contemporizador de los tres, y prefiere no personalizar las culpas en nadie en particular. Ni en las personas, ni en las organizaciones. De hecho, no busca culpables, porque no hay a quién culpar de nada: —Decir que la transversalidad no prosperó, es una verdad a medias, porque que no se puede entender a la transversalidad como si fuese un partido político, que gana o pierde elecciones. Eso es un error. La transversalidad, en realidad, son todas las medidas de gobierno que se han impulsado desde que Néstor Kirchner asumió la presidencia, y que le han mejorado la calidad de vida al pueblo. Eso se ha profundizado durante la gestión de Cristina, y la verdad que hoy hay más transversalidad que nunca. Las medidas que viene impulsando el gobierno de Cristina son apoyadas por sectores de todos los colores políticos, porque de verdad benefician al pueblo, y algo más transversal que eso, la verdad que yo no conozco.
Es muy interesante esta visión del líder del Frente Transversal. Analizar a los Movimientos sociales en función de las victorias que obtienen la sociedad, los trabajadores y las minorías, en lugar de andar contando los porotos que cada “Orga” tiene o deja de tener. Ojalá sirva para dejar las diferencias absurdas y los egos personales de lado.
Fuente: Revista Zoom
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