jueves, 2 de septiembre de 2010

El Estado de la Política

Ayer finalmente la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández, reglamentó la nueva ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. De esta manera, entra en vigencia la nueva norma que remplaza a la bochornosa de la última dictadura cívico-militar. Comienza así, esperemos, el ciclo de la democratización de las comunicaciones, donde además de las audiovisuales se podría sumar la gráfica, si el Congreso actúa en pos de la democracia y no de las corporaciones mediáticas.
Estamos viviendo tiempos de cambio, donde los grandes debates políticos, como era de suponerse, no se están dando en los medios hegemónicos sino en el seno de la sociedad argentina.
Política y Estado vuelven a tener un papel preponderante en la vida de todos los ciudadanos que habitan en este país. Gracias a la Política, a la participación popular (vía movilizaciones y organización como sujeto en lucha) el Mercado está dejando de ser omnipotente, omnisciente. Ya no es el Dios que rige nuestras vidas. El kirchnerismo en este cambio de época (o época de cambio) tiene mucho que ver, ya que desde el 2003 a la fecha, tanto el gobierno de Néstor Kirchner como el actual de Cristina Fernández están revirtiendo el esquema neoliberal. Primero fue Kirchner, quien vino a completar la obra inconclusa de Raúl Alfonsín al poner en el tapete el tema de la defensa inquebrantable de los Derechos Humanos, y así mediante la anulación de las leyes de la impunidad y los indultos, volvieron los juicios a los genocidas y sus cómplices. La Corte Suprema de Justicia de la Nación se depuró y profesionalizó, la idoneidad en primer lugar.
Sin embargo, si bien Néstor Kirchner recuperó la institucionalidad democrática, le faltó avanzar en el orden económico, meterse de lleno contra los sectores que se apropiaron del patrimonio público, los cuales fueron acumulando riquezas a gran escala en las últimas tres décadas, en un país inundado de bolsones de pobreza y desocupación. De este modo, podemos decir, apelando a la clásica dicotomía marxista de estructura-superestructura, que el primer gobierno del Frente Para la Victoria priorizó lo superestructural sobre lo estructural. En cambio, el segundo mandato K, presidido por Cristina Fernández, está haciendo hincapié en la matriz económica del modelo neoliberal, no sólo en lo cultural. CFK está logrando lo que parecía imposible hasta hace menos de diez años atrás, esto es: enfrentar directamente al Poder Económico. Ya no se trata de un tema tabú, el cual parecía propiedad exclusiva de las agrupaciones de izquierda, que a su vez debemos aclarar que no suelen pasar del 2% de porcentaje de votos en las elecciones ejecutivas.

Desde el 2008 a la actualidad la gestión gubernamental del FPV viene lidiando con el establishment en una disputa que por momentos parece a todo o nada. El primer rival que tuvo el gobierno popular fueron las patronales agropecuarias disfrazadas de eso que hoy conocemos como Mesa de Enlace, después llegó la pugna por la democratización de los medios de difusión masiva contra el oligopolio que conforman los grupos empresariales Clarín y Uno. Aunque hoy, lamentablemente, veamos al grueso de la dirigencia opositora enlazado con estos intereses corporativos (en vez de defender y ayudar a profundizar el estado democrático), hay un Poder Ejecutivo fuerte (el cual fue elegido por la mitad de la población argentina en el 2007) que ha recuperado el rol del Estado, comprometiéndolo a saldar las deudas que tenía con el conjunto de la sociedad argentina. El Estado tras el genocidio de 1976 y la fiesta neoliberal de los 90' había estado ausente de los reclamos populares, pero al mismo tiempo muy presente en la economía al servicio de las clases dominantes. Es mentira lo que decían los gurúes del establishment, el Estado no se achicó sino que pasó, activamente, a ser el garante de los grandes negociados del Poder Económico, jugó a favor del empresariado local que junto a sus socios de las multinacionales se fueron quedando con nuestro patrimonio, con los recursos naturales, las empresas de servicios públicos, la educación, la salud, etc.
Ahora, por el contrario, el Estado vuelve a cumplir un papel protagónico, saliendo a cubrir las necesidades básicas de los más necesitados, así lo demuestra la Asignación Universal por Hijo, el Concejo del Salario, el aumento de las jubilaciones, los programas de formación y capacitación laboral, las políticas redistributivas que posibilitan el crecimiento del mercado interno, etc.
Entonces, la justa forma de fortalecer la democracia es dándole más participación a lo público, donde las instituciones estatales están para paliar las desigualdades, para ejercer la justicia social. Lástima que esto no lo vean varios sectores del progresismo, que contrariamente, han preferido ser el ala izquierda de los partidarios de la Restauración Conservadora, que en el Parlamento se presentan como Grupo A. No hay que ir muy lejos en el tiempo, recordemos lo que sucedió hace aproximademente una década atrás cuando el tan progresista FREPASO no llegó ni siquiera a hacerles cosquillas al Poder real (que es el de las corporaciones económicas y financieras). Carlos "Chacho" Alvarez y cía, después de haber formado la Alianza con los radicales y aceptar ir detrás del ultraconservador Fernando De la Rúa, auspiciaron de cara humanística del neoliberalismo. No generaron ningún cambio progresista, más bien, fueron complacientes con el modelo de acumulación financiera al servicio del capital extranjero y la desindustrialización del país. Por lo tanto, en ese entonces Héctor Magnetto no estaba nervioso sino muy tranquilo, estaba a gusto siendo un "progre" de derecha (aunque valga aclarar que tampoco se hablaba de izquierda y derecha, estábamos inmersos en el laberinto de la posmodernidad).
Hoy en día, hay un Gobierno que con idas y venidas, avances y retrocesos, que está tratando de escribir otra historia, una más ligada al quehacer cotidiano de las clases sociales postergadas que a la ficción escrita diariamente por la prensa dominantes, que no es otra cosa que el interés de los factores de Poder en desmedro de los derechos de las mayorías. Por ende, la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y la posibilidad de que Papel Prensa pase a ser de interés público y no un negocio monopólico es parte fundamental de la recuperación del Estado Benefactor, al servicio del Pueblo y no de la Oligarquía como venía aconteciendo hasta el estallido social de fines del año 2001.

Por Mauro Reynaldi

4 comentarios:

Ester Lina dijo...

Es una excelente noticia!!! ¿Sabías que Kissinger, amigo de Clarín, fue quien presionó a Menem en los noventa para que modificara la ley de radiodifusión de modo de permitir el ingreso de los grandes diarios a la esfera audiovisual, ya que para controlar el pensamiento popular se necesitaban manos amigas y confiables?
Saludos...

Al centro y adentro dijo...

Gracias Ester por la info. No sabía lo de Kissinger, pero no me extraña para nada. En las últimas décadas el poder comunicacional se ha convertido como dice José Pablo feinmann en el nuevo colonizador de las subjetividades. Ha reemplazado a la Iglesia en esa tarea. Creo q lo mejor q nos está pasando es que está quedando todo al descubierto, ya no hay poderes que actúan en las sombras, ahora está todo a la vista. El gobierno de Cristina está poniendo blanco sobre negro en estas cuestiones que hacen a la verdadera disputa política.

Saludos.

Mauro

bahia ruge dijo...

No reemplazó a la Iglesia... Es la Iglesia.

Al centro y adentro dijo...

Sí, es tan deporable como la Iglesia, es la misma mierda, jajaj