lunes, 1 de noviembre de 2010

¡Bem-vinda companheira Dilma!

La candidata a la presidencia de la República Federal de Brasil por el Partido de los Trabajadores (PT), Dilma Rousseff, fue elegida ayer en el ballotage con el 56 % de los votos contra el 44 % que obtuvo su competidor, el derechista José Serra de la socialdemocracia (PSBD). La nueva Jefa del Estado Brasileño, continuará seguramente el gran proceso de transformación social, político, económico y cultural que está viviendo la región desde hace casi una década. Dilma, que asumirá el 1º de enero próximo, seguirá el modelo de desarrollo con inclusión social que viene llevando su compañero Luiz Inácio Lula da Silva, basado en un capitalismo productivo dirigido desde el Estado Nacional en beneficio de los sectores populares.
Así, la mayoría de la sociedad brasileña decidió continuar y profundizar el rumbo comenzado a principios del 2002 por Lula. Ahora le toca a una mujer, al igual que Cristina acá, tomar las riendas de nuestro vecino país continente. Otra dama más al frente de la consolidación de la unidad regional, enorgulleciéndonos de formar parte de esta hermosa comunidad latinoamericana, que está construyendo la Patria Grande que soñaron nuestros héroes de la Independencia.
En el momento en el que el subcontinente llora la pérdida de Néstor Kirchner- uno de sus grandes referentes políticos-, la llegada de una mujer como Dilma Rousseff a la primera magistratura del Brasil le imprime una alta dosis de esperanza al pueblo latinoamericano y ubica al gran estadista Lula como sucesor del ex presidente argentino en la dirección general de UNASUR. El actual presidente verde-amarelo estará a la altura de la circunstancias y podrá llevar adelante la obra que iniciara Néstor, gracias al pedido de Rafael Correa.
América Latina se está reencontrando con sí misma, y festeja el triunfo de Dilma. La nueva compañera que nuestro pueblo, y sobretodo Cristina Fernández, tanto necesita.

¡Bienvenida Dilma! Estamos con vos transitando el camino de la grandeza y dignidad que representa la confirmación de la unión de nuestros pueblos.

Por Mauro Reynaldi

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