Por Graciela Gómez La abogada especialista en Ecología y Medio Ambiente, Graciela Gómez, hace una reflexión sobre una serie de notas que aparecieron en el diario del monopolio, en relación a la presentación del manual sobre ambiente que será distribuido en las escuelas del país. |
Hoy en mi desayuno, acompañada de la lectura digital, me sorprende un artículo del autoproclamado víctima del sistema, pero elegido de la biotecnología: el señor Hector Huergo y su nota “Los chicos, rehenes de guerra”. No sabía si se refería a su divorcio personal o a una clase intensiva de psicología de padres separados. Pero en la ruta de la lectura fuí avizorando que se trataba de los manuales de medioambiente para las escuelas del país y que espero sean expuestos en la Feria del Libro. Esa gran vidriera del monopolio donde científicos y textos “abre-mentes” son censurados para dar lugar a los intelectuales de derecha, donde el libro es solo una escusa para exponer un tipo de cultura en decadencia. Como toda maestra ciruela coincido que los niños merecen saber la verdad. En eso estamos de acuerdo, pero no con la visión omnipotente de creer que el yuyo paga todos los gastos del gobierno y así también la edición de 350.000 ejemplares del librito. En todo caso deberíamos decirle a los niños que los libros de historia para las escuelas de Santa Fe serán impresas por “Tinta Fresca SA ” una empresa de Clarín por dudosa licitación firmada o por firmarse y las boletas de las próximas elecciones estarían a cargo de otras empresas de la sociedad Clarín- diario El Litoral, porque los niños merecen saber la verdad. El manual fué despanzurrado con críticas que la realidad se encargó de desmentir: No prosperan los pueblos del interior, al contrario, son desplazados hacia la ciudad porque el monocultivo no requiere mano de obra. La triplicación de la producción es dependiente de plaguicidas e insumos de las empresas que el suplemento rural del mismo autor,esponsoriza muy bien. “En el manual se responsabiliza a los pooles de siembra y a la soja del deterioro ecológico”, es la queja que deja entrever la nota , victimizando al yuyito y su mamadera, como si las inundaciones, tormentas de polvo, erosión, sequía, desertización y el desmonte imparable fueran fruto de la izquierda que no deja al progreso avanzar. Avance, señor progreso, pero deje algo de pié. La destrucción creadora que pregonan deja a su referente economista Schumpeter en una posición desacertada. “El progreso deriva de cambiar una manera de producir por otra más eficiente”, eso significa que la tecnología RR y Bt lejos de ser eficiente es un fracaso monumental. A nivel pérdidas, tanto de biodiversidad como de los beneficios de todo lo orgánico y convencional que crece en otros países, pero localmente los decanos adictos al agronegocio se encargaron de desterrar de las universidades agrarias. Por el módico pago de un laboratorio equipado por Monsanto, Basf o Nidera. El preámbulo estampado en el manual, pertenece al educador y teórico brasileño Paulo Freire que molesta tanto al señor Huergo . Es la mejor elección a mi criterio para desterrar la “pedagogía bancaria” de la que tantos fuimos víctimas , que magistralmente describe en su libro de los 70 “ La psicopedagogía del oprimido”. Eliminar la creatividad, la conciencia crítica e impidiendo el diálogo. Eso parece molestar a los nuevos rentistas que se ven amenazados con estos nuevos paradigmas educativos que abandonan la captación mágica e ingenua de la realidad de que el verde es maná de las pampas cuando EL MONOCULTIVO NO ES CAMPO. La falacia del milagro de la soja queda al desnudo, porque los pibes no comen vidrio y menos Roundup. Este modelo que se basó en la concentración productiva, el marco legal propicio para los pooles de siembra que son culpables de las consecuencias sociales y ambientales que traen aparejadas y que son rechazadas y debatidas con justa razón. La pampeanización a la fuerza de tierras que no son propicias, el deterioro creciente del suelo y los acuíferos por la presión competitiva para aumentar la producción y la superficie sembrada, entre otras, son la realidad que se niegan a reconocer. No se debe imponer una sola visión del mundo, es verdad pero también es verdad que es la realidad diaria de toda la sociedad .No lo hizo Menem ni es obra de K, es producto de la avaricia. Del fracaso de la siembra directa, de las plagas resistentes que se triplican y de esas externalidades que tarde o temprano la naturaleza se cobra. Pero que gustan llamar daños colaterales porque la vida en cualquier expresión no tiene valor. Hasta los sentimientos se han cosificado y el amor por la Hilux es el nuevo orgasmo chacarero. El decano de la facultad de Ingeniería de la UBA, Carlos Rosito, comentó que “con el monocultivo de soja algunos dicen que en 10 años la tierra se agota”.Se ve que leyó a Charles Benbrook quien lo profetizó hace años. Algo que debería también leer nuestro Ministro de Agricultura que coquetea con los lotes de soja , pero se fotografía con los agricultores familiares por obligación. O tal vez su segundo, el ex decano de Agrarias, Lorenzo Basso quien adora los encuentros de Aapresid en Rosario y prohibió en forma tácita la agroecología mientras fue educador. “El verdadero derecho a la alimentación y a las formas de producirlo, significa que todos los pueblos tienen derecho a una alimentación sana, nutritiva y culturalmente apropiada, la capacidad para mantenerse a si misma y a sus sociedades” dice Walter Pengue. Pero desde las universidades no hay recepción porque los cursos de agronegocios coparon las cátedras y posgrados. Por eso molesta tanto que desde la escuela los niños tengan una nueva visión crítica al llegar a los estudios superiores con la mente despierta para poder elegir entre imposición y elección. Algo que no van a poder cooptar como lo hacen en muchas Escuelas de la Familia Agrícola (EFAS) de las provincias, que son usadas como laboratorios gratuitos donde las multinacionales experimentar sus nuevos eventos. Los niños son conejillos de indias inocentemente expuestos a semillas y venenos de prueba. “La educación en todos sus niveles y para alcanzar cambios profundos y duraderos deberá pasar por lo ambiental, o no será nada”repite hasta el cansancio el Dr Walter Pengue, y esta es una forma de hacer realidad el mandato de la Ley 25.675 como instrumento de la política y gestión ambiental artículos 8, 16,17 y 18 y en su anexo II como Pacto Federal Ambiental, que espera la aplicación en los currículos y en el Programa Educativo Institucional (PEI) para cada aula de nuestro país. “La educación ambiental impulsaría la aplicación práctica de conceptos ecológicos dentro y fuera de la aulas. Se cobraría conciencia sobre la estructura, el funcionamiento y los límites del entorno ecológico” manifiesta una gran psicopedagoga y docente de la Universidad de Flores y miembro de ASAUEE, Graciela Pozzer. Esta debe ser contextualizada y de participación cuando la realidad de los niños es otra. Educar es un proceso no una imposición. Atrás quedaron el educador opresor y el educando oprimido, recipientes vacíos que hay que llenar. Nadie educa a nadie, y nadie se educa a sí mismo. El hombre se educa mediatizado por la sociedad o el mundo. “En los oprimidos el miedo a la libertad es el miedo de asumirla. En los opresores el miedo es de perder la libertad de oprimir” manifiesta el maestro Freire, y esa es la prueba del artículo poco feliz del diario Clarín. La paranoia camaleónica se acrecienta con las elecciones. Convivir con la tierra no es destruirla eligiendo entre el deterioro y lo sustentable. El manual objeto de la crítica debería tener como epílogo la frase de Eduardo Galeano, del “Libro de los abrazos”: “Yo escribo para quienes pueden leerme. Los de abajo, los que esperan desde hace siglos en la cola de la historia, los que no saben leer o no tienen con qué”, demostrándole a las ratas del pasado olvidable, que las cuevas les sientan bien y que dejen que la educación fluya, como la libertad , para que nunca más nos impongan educación, la timba bancaria, el modelo productivo, la esclavitud, lo que leemos ,ni lo que comemos. |
lunes, 25 de abril de 2011
Educando a Clarín
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