Desde hace por lo menos cincuenta años se sabe que dos falencias claves que tienen buena parte de los alumnos y alumnas que terminan la secundaria, son sus limitaciones para resolver problemas e interpretar textos.
La tendencia facilista de siempre de buscar un culpables externos (los docentes que tuvieron antes, lo que tuvieron después, los gobiernos de turno, la situación económica, las leyes inadecuadas, la burocracia, etc) sirve para evadir las responsabilidades propias, pero nosotros no podemos ignorar que en nuestro país tenemos más de 800,000 docentes y que la mayoría de los alumnos pasa 12 años dentro del sistema educativo.
¿Cómo es posible que con todos los prestigiosos académicos e “investigadores” que han estudiado el tema educativo por años, este problema sigue sin resolverse? ¿Cómo es posible que se haya destinado mucha plata por años, y varias y traumáticas reformas educativas para resolverlo, incluso en la formación del docente, y sin embargo el problema subsiste? Y no podemos dudar del esfuerzo de muchos docentes, directivos, escuelas para cambiar aquella situación y que si bien a veces ayuda a paliar el problema, este sigue irresuelto. Ni tampoco podemos dudar de la capacidad, preparación y conocimientos de la mayoría de los docentes. Ni de la inteligencia de nuestros alumnos y alumnas. Pero la realidad es testaruda e incontratable.
¿Entonces?
Si hubiera un poco de sentido autocrítico y menos soberbia, en lo que hace a la interpretación de textos, podrían aparecer dos primeras conclusiones:
1. El problema excede de lo meramente pedagógico, metodológico y didáctico
2. Nadie enseña bien lo que no practica.
Tal vez nos aporte a dilucidar e identificar el problema pensando que por años se ha enseñado -o lamentablemente se enseña- a conmemorar el 12 de Octubre como el día del “Descubrimiento de América” o “el Día de la Raza”. Y también por años se ha enseñado en la escuela la llamada “Conquista del Desierto” o “Campaña del Desierto”
En un simple ejercicio de interpretación de textos, ¿Qué significa hablar de “Descubrimiento de América”?
Podría rebatirse muy fácilmente la falacia de dicho “descubrimiento”, toda vez que Colón nunca supo que estaba en presencia de un continente desconocido por los europeos, sino que él creía que había llegado a “las Indias” (o sea a la India) por otro camino. También podría rebatirse la validez del término ya que los vikingos en el año 985, bajo el mando de Leif Eriksson, habían llegado a América, estableciendo él y su hermano varios campamentos en el norte de América. O antes los unuit, que venían de la Siberia y cruzan el estrecho de Bering a lo que es hoy Alaska y crean culturas en todo el norte, incluyendo Groenlandia y que dan lugar a los esquimales.
Pero hay algo más básico. El ABC de la interpretación de textos permite poner en evidencia que estamos en presencia de un dispositivo, “Descubrimiento de América”, que persigue varios objetivos, entre otros:
· Invisibilizar la existencia de seres humanos con los mismos derechos que los europeos, y por ende justificar tomarlos de esclavos, ponerlos en servidumbre, matarlos, robarles sus bienes, quitarles sus tierras.
· Justificar la supremacía de una raza por sobre la demás
· colonizar culturas y conciencias
Cuatro mil años antes de la era cristiana y ya había civilizaciones y culturas en Abya Yala, que es el nombre que le daban al continente los mayas, el pueblo Kuna de Panamá y Colombia, antes de los europeos impusieran el nombre de América.
Millones de habitantes poblaban Abya Yala, decenas de civilizaciones y decenas de miles de distintos tipos de tribus, viviendo aquí, a su manera, pero para poder ser expropiados o esclavizados no debían ser tratados como seres humanos iguales y los dispostivios “Descubrimiento de América” y “Día de la Raza” contribuyeron tanto a justificar la expoliación y los asesinatos, como a crear una historia que siempre, como toda historia, se escribe para influir en el presente y en este caso para mantener el colonialismo cultural y político.
Colón constata que “Ellos no traen armas ni las conocen, porque les mostré espadas y las tomaban por el filo y se cortaban con ignorancia.”. Lo que busca Colón es simple: robar las riquezas que encuentre y hacerse de sirvientes o esclavos.
Sábado 13 de octubre:... Yo estaba atento y trabajaba de saber si avía oro
Domingo 14 de octubre:... puédenlos todos llevar a Castilla o tenellos en la misma isla captivos, porque con cincuenta hombres los ternán a todos sojuzgados y los harán hazer lo que quisieren.
Luego descubriría, como otros, que a pesar de no contar con armas, los nativos no aceptaban mansamente ser esclavizados o colonizados. Y en realidad les hubiera sido muy difícil conquistar estas tierras si no hubieran contado con una ayuda inesperada, que ha servido de inspiración para los peores estrategas y teóricos de la guerra bactereológica moderna. Sin quererlo ni saberlo las más terribles armas que contaron los europeos no fueron las espadas y arcabuces, sino la viruela, el tifus, la fiebre amarilla, la gripe, el sarampión, entre otras, para las que los pueblos que vivían en Abya Yala no tenían defensas biológicas adecuadas.
El investigador estadounidense H. F. Dobyns ha calculado que un 95% de la población total de América murió en los primeros 130 años después de la llegada de Colón. Por su parte, Cook y Borak, de la Universidad de Berkeley, establecieron luego de décadas de investigación, que la población en México disminuyó, de 25,2 millones en 1518 a 700 mil personas en 1623, menos del 3% de la población original 1. En 1492 España y Portugal juntas no superaban los 10 millones de personas. (extraído de http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_Am%C3%A9rica)
“Algo similar sucedió con el Imperio incaico, derrotado por las huestes de Francisco Pizarro en 1531. La primera epidemia de viruela fue en 1529 y mató entre otros al Emperador Huayna Cápac, padre de Atahualpa. Nuevas epidemias de viruela se declararon en 1533, 1535, 1558 y 1565, así como de tifus en 1546, gripe en 1558, difteria en 1614 y sarampión en 1618.[11] Dobyns estimó que el 90% de la población del Imperio Inca murió en esas epidemias.” (Idem)
¿Qué interpretación de texto hacen los docentes que siguen enseñando que el 12 de octubre se conmemora el Descubrimiento de América o el Día de la Raza? ¿Y ayudan a formar a sus alumnos los docentes que permanecen impasibles o indiferentes ante esta situación?
A veces, cuando he discutido con colegas que siguen avalando -y enseñando- lo del Descubrimiento, me dicen: “Bueno, pero no podés negar que para los europeos fue un descubrimiento y nosotros somos descendientes de europeos”.
En mi caso particular es cierto, mitad sangre italiana por padre, mitad sangre española por madre, lo que implica que probablemente por el lado español tenga también algo de sangre africana y del lado italiano algo de bárbara, y que es improbable que tenga algo de la americana pues los que fueron llevados a Europa como esclavos o sirvientes no se reprodujeron como para “contaminar” mi herencia europea, y tal vez africana y asiática.
Pero nací en América, y aunque no hubiera nacido aquí, vivo en América y la siento como propia, con mis derechos y deberes. El que quiera defender otra patria, o el colonialismo europeo, o la cosmovisión europea, que se vaya a Europa, o que si se queda aquí, se saque la careta y que manifieste claramente su ideología colonizadora.
Pero ya no va más hacerse el distraído y no ver el carácter opresivo y despectivo para las culturas originarias de América -y sus pocos sobrevivientes- que tiene el “Descubrimiento de América” o “El día de la Raza”. Día del racismo se debería decir con más propiedad, pues reivindicar una raza por sobre las demás, Hitler la aria, aquí la española o la blanca es racismo. Y se lo “debemos”, dicho sea al pasar, a Hipólito Yrigoyen que hizo en 1917 un decreto estableciendo el Día de la Raza. No por casualidad este estanciero millonario, primer presidente elegido por el voto universal y secreto de los hombres, fue por muchos años un seguidor de Roca, algo que a los radicales no les gusta recordar pero explica su conducta actual y ayer ante la 125.
Tampoco podemos olvidar que la mayoría de quienes vinieron de Europa a América lo hicieron poco menos que expulsados por sus tierras natales, por falta de oportunidades, pobreza, superpoblación, persecuciones o guerras. Y la cuestión es clara: o defienden la tierra que los cobijó o defienden a quienes lo expulsaron. Tienen derecho a hacer uno o lo otro, pero no a presentar sus definiciones y enseñanzas como apolíticas, a-ideológicas o asépticas.
Sería entendible que los españoles conmemoren el 12 de octubre y lo llamen “Descubrimiento de América”: para ellos fue un descubrimiento y para su política colonialista fue un logro maravilloso, un hito que les reportó cientos de miles de toneladas de oro y plata robadas de aquí, materias primas, tierras. O para los propios europeos, o para el propio capitalismo, por el impulso que le dio el oro, la plata, las materias primas y el comercio a partir de entonces.
Pero no es entendible que a pocos años de cumplir 200 años de nuestra independencia se sigan manteniendo valores colonialistas y el sometimiento del colonizado.
Si ante algo tan evidente, que implicó tantos sometimientos, tantas muertes, tantas vejaciones y por tantos años, no hay interpretación de texto, sino mera repetición del discurso del opresor, ¿qué nos queda para las muchas otras interpretaciones de textos necesarias, que son más sutiles y necesitan de una mejor lupa?
Si los alumnos y alumnas no aprenden a interpretar texto ¿no tendrá que ver con el hecho de que como docentes no estamos acostumbrados a practicar la interpretación de texto o que permanecemos impasibles o indiferentes ante el rol del docente como mero reproductor de un sistema y a que, en todo caso, nos movilicemos en algo sólo para cobrar un poco más o mejorar nuestras condiciones de trabajo?
Cuando el diario La Nación, conservador si los hay, señala el 21 de enero de 1879:
‘Llegan los indios prisioneros con sus familias a los cuales los trajeron caminando en su mayor parte o en carros, la desesperación, el llanto no cesa, se les quita a las madres sus hijos para en su presencia regalarlos a pesar de los gritos, los alaridos y las súplicas que con los brazos al cielo dirigen las mujeres indias. En aquel marco humano los hombres indios se tapan la cara, otros miran resignadamente al suelo, la madre aprieta contra el seno al hijo de sus entrañas, el padre indio se cruza por delante para defender a su familia de los avances de la civilización.’
O cuando leemos que en aquellas épocas, no tan lejanas como lo fue el desembarco de Colón, que el Congreso en Argentina habla de “exterminar a los indios salvajes y bárbaros de Pampa y Patagonia” o el gobernador de la provincia de Bs As, Martín Rodríguez, en 1820, decía: “primero exterminaremos a los nómades y luego a los sedentarios”. O recodar el campo de detención en Valcheta (línea sur de la provincia de Río Negro) con alambres de púas de tres metros de alto para encerrar a gente que acababa muriendo de hambre por no tener alimentos. O a los sobrevivientes cambiarles de nombre para que no pudieran reconstruir la historia familiar.
¿No nos dicen nada? 2
Todos estos hechos y muchos más, podían ser ignorados por buena parte de la población, pero desde hace cincuenta años a esta parte, por poner una fecha arbitraria, no por los quienes tienen a su cargo la enseñanza. Y no me refiero solamente al profesor de historia. Cualquiera que se haya recibido de profesor o maestra en los últimos cincuenta años sabe de la conquista de América, las campañas militares matando indios, cómo eran tratados los aborígenes, aquí, en México, Perú o en EEUU, da lo mismo.
Sin embargo siguieron aceptando hablar del “Descubrimiento de América” y del “Día de la Raza” o lo siguieron repitiendo. Y lo mismo con “La conquista del desierto”, como si hubiera estado desierto y no fue un saqueo fenomenal de tierras, precedido por asesinatos masivos.
Hoy, gracias a muchas circunstancias, entre otras el actual clima que se vive en Argentina desde que subió Néstor Kirchner y el darle cabida a las reivindicaciones de los pueblos originarios, y a una mayor conciencia universal que se puso de manifiesto cuando se conmemoraron los 500 años de que Colón llegara a América, más el avance de la conciencia de la patria grande con naciones hermanas, ya cada vez menos se habla de Descubrimiento y de Día de la Raza y se busca reemplazarlo por otros nombres
Día de los pueblos originarios, día de la resistencia indígena, día de encuentro entre culturas, o como tenemos ahora en Argentina a instancias de un decreto presidencial de Cristina Fernández, “Día del Respeto a la Diversidad Cultural”
Pero cambiar el nombre, o mejor aún, eliminar dicha fecha como motivo de conmemoración, como sería más coherente, no cambia algo: la necesidad de que los docentes reflexionemos sobre nuestras prácticas y nuestro papel acrítico en la reproducción de mecanismos de sometimiento y dominación.
Existe una dimensión de la función docente que es totalmente ignorada: la dimensión política. Y no me refiero a la adhesión o participación de los docentes a cierto partido político, o cierta corriente sindical, o a que vote a uno u a otro en una elección municipal, provincial o nacional. Hablo de la problemática del poder que nos atraviesa a todos y todas en todos los órdenes de la vida, hasta en las relaciones de pareja o de familia.
O prestamos atención a dicha dimensión de nuestro rol docente y tomamos decisiones al respecto, o nos transformamos en meros perpetuadores de situaciones de injusticia.
Cuando Aristóteles decía que éramos animales políticos (zöon politikón), y señalaba que éramos los únicos entre los animales que teníamos el don del lenguaje -la simple voz también la tienen los animales para expresar pena, miedo, placer- “pero el lenguaje tiene el fin de indicar lo provechoso y lo nocivo y, por consiguiente, también lo justo y lo injusto, ya que es particular propiedad del hombre, que lo distingue de los demás animales, el ser el único que tiene la percepción del bien y del mal, de lo justo y lo injusto y de las demás cualidades morales, y es la comunidad y participación en estas cosas lo que hace una familia y una ciudad-estado." (Política, 1253a)
Si 800,000 docentes están aislados, sin involucrarse colectivamente en leer e interpretar la realidad y por ende la historia y por ende aportar a crear nuevas realidades, y simplemente se dedican a repetir lo que le dicen que tiene que repetir, no nos extrañemos no sólo que nuestros alumnos y alumnas no sepan interpretar texto, sino que sea muy difícil salir de las injusticias que nos rodean.
¿Qué dirá Ud. sobre este 12 de octubre?
1Según los investigadores Cook y Borah de la Universidad de Berkeley, en 30 años murieron 20 millones de mexicanos y un siglo después solo quedaba el 3% de la población original
2Ver al respecto la nota “Quien denomina, domina”
http://www.intercol.org.ar/
Por Fernando J. Pisani
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