Durante los días previos a la elección, en las palabras de Cristina, en el inolvidable cierre de campaña, comenzamos a tomar conciencia de que, en definitiva, nuestro pueblo sería protagonista de un acontecimiento sin precedentes en nuestra historia. El pasado 23 de octubre marca un antes y un después, y es al mismo tiempo resultado de un proceso de acumulación que a fuerza de voluntad, de convicciones y fundamentalmente de hechos, logró hacerse carne en la amplia mayoría del pueblo argentino. Por eso la fiesta popular.
En el escenario del Teatro Coliseo, amparada por representantes de la diversidad de hombres y mujeres que componen la Argentina real, la Presidenta convocó a la unidad nacional, pero advirtió que “esta no es una lucha de imparciales, yo no soy neutral, voy a estar siempre del lado del combate contra la desigualdad, por más libertad, por más democracia, por más derechos humanos, por más pluralidad, por esta Argentina que hemos logrado construir con tanto esfuerzo y por la que él dio su vida.” Este es el signo de estos ocho años de Proyecto Nacional.
Pero empezó con Néstor llegando a la presidencia con tan solo el 22% de los votos; luego Cristina en el 2007, la primera presidenta electa de nuestra historia, con el 45%; y días atrás reelecta -también un hecho inédito- por casi el 54% de los votos, siendo el mayor resultado alcanzado desde el retorno de la democracia y logrando la mayor diferencia con respecto al segundo en la historia de nuestro país. En cada circunstancia, fueron virulentos los intentos del poder real por preservar su hegemonía, pero sin dudas nunca al nivel de la confrontación que se planteó durante los últimos cuatro años, con las permanentes condiciones de adversidad y desestabilización en las que tuvo que afirmarse Cristina.
“Fue él el que también en el año 2009 se puso al frente en el momento de mayor adversidad de nuestra gestión. Si él no hubiera ido al frente como lo hizo, si él no hubiera recorrido todo como recorrió, nuestra derrota en la provincia de Buenos Aires hubiera sido terrible y tal vez hoy no podríamos estar aquí donde estamos (...) Pero él era así, cada instante se lo jugaba como si fuera la última vez y, sobre todo, porque siempre hizo honor, hasta el último aliento, a que él jamás iba a dejar sus convicciones”. Así describió la Presidenta a Néstor y a aquella etapa, y lo hizo precisamente el mismo día en que se impuso en 134 de los 135 municipios de la provincia de Buenos Aires, alcanzando el 56% de los votos; el mismo día en que recuperó la mayoría y el quórum propio en ambas cámaras del Parlamento; el mismo día en que triunfó claramente en la Capital, en Santa Fe, en Córdoba y en Mendoza, y que festejó victorias con un sentido especial como la intendencia de Río Gallegos, y la de Paraná con la compañera Blanca Osuna.
Tras el resultado del 14 de agosto, hablamos de un duro golpe al neoliberalismo, al poder real y a los monopolios multimediáticos. Esta vez el golpe fue aún mayor. Debemos ahora consolidar las conquistas y convertirlas en políticas de Estado para que difícilmente la derecha pueda revertirlas. El desafío principal es organizar el consenso mayoritario y contundente que se expresó en las urnas en torno a Cristina, para defender, profundizar e institucionalizar el camino de redistribución de la riqueza, de soberanía nacional e integración latinoamericana. Dependerá, en esencia, de la construcción del Frente Nacional, Popular y Democrático.
Con sentimientos encontrados, con desahogo, alegría y la huella de su ausencia, decenas de miles salimos a festejar el pasado domingo en una Plaza de Mayo colmada de pueblo. En ese contexto tan especial, la compañera Cristina pidió dejar de lado vanidades personales o pequeñas diferencias, “porque es necesario reconstruir el entramado social y político a lo largo y a lo ancho del país para defender a la patria, para defender los intereses de los más vulnerables y, fundamentalmente, para que nadie pueda arrebatarles lo que hemos conseguido y el futuro de todos ustedes”. Ahí estará el PCCE, porque esa es la razón de ser de los comunistas.
Fuente: NUESTRA PALABRA Nº 167 - Buenos Aires, 27 de octubre de 2011
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