Es difícil no caer en obviedades y no dejar de hablar del vacío (sobretodo espiritual) que nos dejó la ida de Luis Alberto Spinetta. Como suele pasar en estos casos (ante la muerte de un ídolo popular) ahora resulta que todos eramos fanáticos del Flaco, de su obra. En lo que a mí respecta, su música no me llegó directamente por él, sino por su máximo y mejor discípulo, Gustavo Cerati, quien hasta creo que superó a su maestro. Veo la relación Spinetta- Cerati como una retroalimentación artística y generación como la que se dio entre dos de los más importantes e influyentes filósofos de todos los tiempos: Georg Hegel y Karl Marx. Esa influencia permanente que generaba nuevos mundos, nuevas realidades: es decir, nuevas interpretaciones.
Spinetta marcó un camino dentro del rock argentino basado en la creatividad y la innovación constante. No repetirse ni conformarse fue la consigna spinettiana, todo lo contrario, afrontar riesgos e ir por más, sabiendo que somos seres finitos y nuestro verdadero límite es la muerte. Quizá le podemos cuestionar al Flaco que no haya sido tan "hitero" como su "competidor" contemporáneo Charly García. Fue, justamente, el riesgo de cambiar continuamente, de que cada canción, cada disco sean realmente nuevos, distintos. Lo de Spinetta era arte, no una ecuación matemática. La factoría spinettiana produjo indirecta o inconscientemente a Virus, Soda Stereo, Los Abuelos de la Nada, Don Cornelio y la Zona, Babasónicos, Illya Kuriaky & The Valderramas, Leo García, entre otros.
Spinetta, a diferencia de Pappo (otro de sus contemporáneos), abrió el panorama, generó más posibilidades musicales y estéticas, más diversidad.
Para despedir a este gran y querido ARTISTA, a continuación dejo el video de una de las más lindas canciones del rock en castellano hecha por su hijo Dante y Emmanuel Horvilleur, que lleva su impronta:
Por Mauro Reynaldi
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