Documento de la Mesa Nacional del Frente Nuevo Encuentro
La defensa de los legítimos
derechos de la Argentina sobre nuestras Islas Malvinas y el reclamo permanente
en todos los foros internacionales por el fin de la ocupación británica, lejos
de ser hechos aislados, se encuentran enmarcados en el contexto de una política
global de defensa de nuestra soberanía. Se trata aquí de una concepción de
"soberanía" integral, nacional, popular, democrática y progresista,
ligada a la defensa de nuestros recursos estratégicos y a la autonomía de
decisión política tanto nacional como regional, entendidas éstas como piezas
claves para el mantenimiento y desarrollo de políticas de crecimiento económico
con inclusión social y distribución del ingreso.
La política sobre Malvinas ya no
representa un gesto solitario y aislado de política exterior en el marco de una
pérdida generalizada de soberanía política y económica, como ocurrió en otros
tiempos. A principios de los '80, la dictadura militar en decadencia,
encabezada por el tristemente recordado General Galtieri, intentó encontrar
mediante una aventura militar la legitimidad perdida por el régimen que usurpó
el Estado y aterrorizó a la sociedad desde 1976. Paradojalmente, y careciendo
del menor sentido estratégico, la dictadura más abiertamente prooccidental y
pronorteamericana que se recuerde, intentó a través de la guerra contra un país
integrante de la OTAN justificar su propia existencia. La grotesca pretensión
de constituirse en un feroz “guerrero frío” en el marco del Plan Cóndor y, al
mismo tiempo, intentar encabezar una suerte de gesta antiimperialista con
Malvinas como excusa, estaba condenada a naufragar por el peso de sus propias y
flagrantes contradicciones.
En la década de los ’90, en el
marco del alineamiento automático con los Estados Unidos explicitado en la
búsqueda de “relaciones carnales” y el respeto irrestricto de los postulados
del Consenso de Washington, la política argentina consistió en la
reconciliación con Gran Bretaña (coronada en el viaje que el Presidente Menem
realizó a Londres en 1998), y en una estrategia de seducción para con los
Kelpers. Los márgenes estrechos de la orientación general de la política
exterior menemista -que incluso consagró a la Argentina como un aliado extra
OTAN- y el carácter unipolar del sistema internacional en estos años, hacían
imposible cualquier intento de abrir canales prósperos y concretos de
negociación para la recuperación de la soberanía argentina en las islas. Es
decir, se declamaba superficialmente la soberanía nacional, mientras el
conjunto de las políticas internacionales impulsadas por el menemismo no hacían
sino alejarnos de ese objetivo. Mientras tanto, se consolidaba la estrategia de
desmalvinización y negación de derechos a las víctimas directas de la
desventura bélica; estrategia que se extendió por más de dos décadas a partir
de la derrota militar.
Hoy podemos celebrar un contexto
absolutamente distinto, en el que confluye tanto la firme decisión de los
gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner de priorizar en la agenda nacional la
soberanía argentina en el Atlántico sur, como la modificación del marco
político y económico internacional, con el colapso del paradigma neoliberal, la
crisis en los países centrales y la consolidación de nuevas alianzas
internacionales con protagonismo en la escena mundial.
La política de desendeudamiento
llevada a cabo por el gobierno de Néstor Kirchner permite ahora una mayor
autonomía de decisión y maniobra, que deja al margen cualquier posibilidad de
condicionamiento. La política exterior se focalizó en el rechazo a los intentos
de subordinación a proyectos “imperiales” -que tuvo su hito máximo en el
rechazo al ALCA sucedido en la Cumbre de Mar del Plata en el año 2005, pero que
se reactualiza permanentemente, como demuestra la reacción del gobierno
nacional ante el intento de instalación de una avanzada del Comando Sur en la
Provincia del Chaco este año- y en la construcción de una verdadera unidad
latinoamericana, que pasase de lo meramente declarativo a lo políticamente
operativo, como es posible observar en la creación y fomento de la UNASUR. En
efecto, el apoyo sudamericano, expresado operativamente en la prohibición de
atracar en los puertos brasileños y uruguayos a los buques de bandera “kelper”
cambió la ecuación de fuerzas, y motivó la histeria militarista del gobierno conservador
del Primer Ministro David Cameron, el envío del “HMS Dauntless” al sur del
Atlántico y la retórica bélica de las autoridades británicas.
Al mismo tiempo y de manera
integral a la reinstalación del reclamo soberano sobre las islas, se expresa la
decisión nacional de defender nuestra soberanía energética en el contexto de un
recrudecimiento de la crisis mundial, que tiene como epicentro a las economías
del "centro" industrializado. Es más que nunca necesario para todas
las naciones que quieran fortalecer y profundizar el proceso de desarrollo
económico y de industrialización el asegurarse el acceso a los recursos
energéticos e hidrocarburíferos que le dan sustentabilidad en el tiempo. En el marco de la cuestión energética y el
desarrollo, nuestras Islas Malvinas tienen, tanto para nuestra región como para
los británicos, un interés estratégico central. Según diversas consultoras
internacionales especializadas, los pozos explorados en las islas poseen
recursos potenciales de 8.000 millones de barriles, lo que podría suponer un
total de 167.000 millones de dólares en beneficios para Gran Bretaña, que
consecuentemente los estaría perdiendo Argentina y la región.
La soberanía tiene, además, una
crucial dimensión geopolítica. Resulta imperativo y necesario extender la
política de desnuclearización y de resolución pacífica de conflictos al
Atlántico Sur. En este punto, la militarización llevada a cabo recientemente
por Gran Bretaña en la zona, tanto con el envío de su destructor Dauntless como
del patrullaje a cargo del submarino nuclear “Talent” constituye una violación
flagrante a las políticas sudamericanas con respecto al uso de la energía
nuclear con fines bélicos y a la cooperación en materia de defensa: el
territorio de la UNASUR no termina en sus costas, sino que se extiende a través
de toda su plataforma continental.
Queremos subrayar el rechazo del
Frente Nuevo Encuentro al anuncio de representantes kelpers de realizar, en el
primer semestre de 2013, un referéndum para ratificar su pertenencia a la
Colonia Británica. El principio de autodeterminación de los pueblos, que alegan
los colonos y que alientan los británicos (y del cual se han hecho eco,
curiosamente, algunas personalidades argentinas que se oponen al Gobierno
nacional), no es aplicable en el conflicto por la soberanía de Malvinas, tal
como fue señalado en muchas oportunidades por la Organización de las Naciones
Unidas. Los ciudadanos argentinos que habitaban esas islas fueron desplazados
violentamente hace casi dos siglos por la Corona Británica; por lo cual, la
pretendida autodeterminación de colonos, en paralelo al proceso de
militarización británica del Atlántico sur, resulta una afrenta a la exigencia
argentina y de la comunidad internacional de establecer canales de diálogo para
una solución pacífica del conflicto.
Un verdadero proyecto nacional,
popular, democrático y progresista no concibe la soberanía de modo
fragmentario. Como se vienen demostrando en cada acto y política pública de
este proceso transformador, iniciado por Néstor Kirchner y continuado por
Cristina Fernández de Kirchner, la defensa de la soberanía debe ser integral:
resulta imposible por un lado adscribir a las políticas dictadas por los
organismos multilaterales de crédito en política económica y por el otro defender
de manera cabal la jurisdicción territorial sobre nuestras islas. Un concepto
integral de soberanía engloba y fusiona de manera coherente todas sus
diferentes dimensiones- la económica, la territorial, la energética, la
geopolítica- en una misma política y en un mismo rumbo, articulándolo con toda
la región sudamericana.
En definitiva, desde el Frente
Nuevo Encuentro creemos que la construcción de un verdadero proyecto
socialmente emancipador va de la mano de una política regional autónoma, que
defiende en todo momento y lugar la soberanía política, territorial y
energética tanto de la Argentina como de América Latina. Por esto, saludamos
todas las medidas que en este sentido se tomaron desde el Poder Ejecutivo
Nacional, y estamos orgullosos y orgullosas de la reivindicación de la
soberanía de las Islas Malvinas que la presidenta Cristina Fernández de
Kirchner realizará esta semana en el Comité de Descolonización de las Naciones
Unidas.
Mesa Nacional del Frente Nuevo
Encuentro
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