martes, 26 de junio de 2012

A una década de la Masacre en el Puente Avellaneda


Hoy se cumplen diez años del asesinato de los militantes sociales Darío Santillán y Maximiliano Kosteki a manos de la policía bonaerense, tras las ordenes del gobierno ilegítimo del entonces senador Eduardo Alberto Duhalde. El peronismo de derecha que gobernaba nuestro país, con muy baja (casi escasa) legitimidad y popularidad, ordenó reprimir la protesta social e hizo pasar estos dos crímenes como si se hubiese tratado de un enfrentamiento entre piqueteros. Las patotas policiales se encargaron de detener la manifestación en Avellaneda mediante las muertes de estos dos manifestantes, que lo único que estaban haciendo era reclamar con dignidad por lo que merecían: trabajo. Fue un acto claramente fascista de un gobierno conservador al cual poco le importaba la legalidad democrática. 
Esto que vivió la Argentina es similar a lo que viene ocurriendo en Honduras desde hace tres años y en Paraguay desde el viernes pasado. Se trata de gobiernos que llegan por la fuerza violentando la voluntad popular para llevar adelante políticas derechistas que favorecen a las clases privilegiadas en perjuicio de la mayoría de la ciudadanía. Lo cual demuestra que la democracia no es un sistema o forma de gobierno sólido en sí mismo sino que está constantemente en juego y al que hay que sostener y convalidar diariamente. 
Los sectores dominantes se oponen tajantemente a aceptar vivir en sociedades más justas e igualitarias y por ende, buscan de todos modos debilitar a los gobiernos populares para terminar volteándolos y remplazarlos por gobernantes reaccionarios que responden a sus intereses, transformándose así en sus delegados, tal como está sucediendo con Franco en Paraguay, quien a través de un golpe parlamentario destituyó a Fernando Lugo. 
Defender la democracia es pelear fuertemente por profundizarla, respetando los derechos humanos de los ciudadanos, pero en especial de quienes viven en condiciones de marginalidad. A Maximiliano Kosteki y a Darío Santillán los mataron por haberse expresado manifestando su voluntad de cambio para el bienestar no sólo individual sino el de toda la ciudadanía argentina. Estos jóvenes querían vivir en un país más justo, con más dignidad. Querían ser parte de esta nueva sociedad en la cual hoy estamos, con más trabajo e inclusión social, no querían la condena al "éxito" duhaldista de la resignación a la marginalidad. El grupo Clarín, que era lo que es hoy, apadrinó a Duhalde y encubrió estos asesinatos, haciendo gala de su periodismo independiente (de la voluntad popular). Queda explicitado en este suceso macabro que a la derecha, por lo general, le encanta ver derramar la sangre de los ciudadanos de las clases populares y de aquellos que son de clase media que manifiestan su adhesión a la izquierda o al peronismo.  


Por Mauro Reynaldi

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen post, Mario. Hoy todos a recordar a Maxi, Darío y a Mariano.
Abrazo
Axel

Al centro y adentro dijo...

Muchas gracias Axel. Esta es otra jornada de lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia.

Abrazos.

Mauro

DP dijo...

Esto dice Alberto Santillán, padre de Darío:
El cobarde de Kirchner, al principio de su gobierno, sacando pecho me dijo que iría hasta las últimas consecuencias, que ningún culpable iba a quedar impune. Que iba a abrir los archivos de la SIDE y que se iba a formar una comisión para investigar. Al final sólo me habían llamado para la foto. De esa comisión no podíamos formar parte los familiares y encima nos pedían que dejáramos los cortes. Un chantaje del gobierno que dice defender los derechos humanos pero a mí me dio la espalda. En cinco años Cristina Kirchner ni me llamó. Su discurso es claramente más de derecha y con ella el aparato represivo del Estado sigue intacto. Hasta impulsó la Ley Antiterrorista, claramente para perseguir a los movimientos.
(http://pts.org.ar/spip.php?article20743)

DP