Clarín suena más fuerte que nunca y tapa las voces oficiales

Tras más de cuatro meses convulsionados por el lockout ocasionado por los cuatro representantes de las opulentas entidades rurales más su bufón mediático de Gualeguaychú, hubo un claro ganador que se llevó todos los laureles. Estamos haciendo alusión al Grupo Clarín, convertido desde el comienzo de la batalla kirchnerismo vs campo en uno de los enemigos íntimos del matrimonio K. Ya sabemos, el conflicto con los empresarios del agro dejó saldos negativos para el Gobierno, entre ellos: caída de la imagen pública, remoción de funcionarios, pérdida de la agenda, ensimismamiento paranoico vía el ninguneo de la suba de la inflación, pero sobre todo un derroche de energías monotemático que le impide ahora seguir en el camino (si lo pensaba transitar más allá de la frontera neoliberal) de la distribución equitativa de los ingresos sin la cantidad suficiente de tropa propia que le garantice un resultado positivo. Digámoslo, querer un país más justo e igualitario con los Barrionuevo, Duhalde, De La Sota, Reutemann, Romero, el conservadurismo radical, etc., suena un “poquito” inverosímil, ¿no? Ya tuvimos la experiencia de la última década del siglo pasado, del desgobierno de la Alianza y la terrible devaluación duhaldista que empeoró más la condición de los asalariados y desocupados, quienes recién después de cinco años pueden empezar a percibir las mejoras que debía ofrecer la salida de la convertibilidad (paridad cambiaria peso- dólar) en el 2002.
Sin embargo, Cristina Fernández de Kirchner no estuvo con los brazos cruzados. La iniciativa de recuperar Aerolíneas Argentinas para el Estado más el llamado al Consejo del Salario mínimo, vital y móvil de los trabajadores del sector público y del privado fue una buena decisión en pro de actualizar los sueldos de los empleados que se vieron deteriorados por el creciente aumento de los precios de la canasta familiar. En el seno del Gobierno, a pesar de que el muy cuestionado Guillermo Moreno no abandone la Secretaria de Comercio, piensan en mejorar el INDEC convocando a dos de los economistas más destacados de nuestro país, Aldo Ferrer del Plan Fénix y Héctor Valle de FIDE. Esto quiere decir que la Presidenta escuchó el pedido de varios miembros del campo popular que le exigen renovación y formación de cuadros políticos, desligarse de personajes funestos que han arruinado la democracia argentina.
Con respecto a una política agropecuaria a largo plazo (algo que los dueños de la tierra piden en público, pero festejan en privado con pizzas y champagne para que nada se modifique) al Gobierno le costará mucho pensar en un nuevo plan que debería terminar con la gigantesca concentración de la tierra en manos del 20 % de los productores rurales de la Pampa Húmeda. Las retenciones móviles no son la única herramienta posible para gravar la renta agraria, se puede aplicar un alto impuesto a las ganancias para no tener que acudir a la ley aduanera de la última dictadura militar. Y si pensamos más en profundidad, juntar muchas fuerzas para ir hacia una reforma agraria, empero primero queda definir una nueva ley de Radiodifusión para que grupos empresariales como Clarín no te volteen el proyecto y hagan perder la estabilidad democrática. Parece idealista, pero antes que planificar una política económica basada en la justicia social y en la igualdad de oportunidades que rompa con el modelo neoliberal de exclusión y humillación de las clases populares, se necesita indispensablemente atacar la concentración de medios de comunicación, acabar con los oligopolios como el mencionado Clarín que influyen directamente en las conciencias de los ciudadanos. No es una tarea para nada sencilla, sí es el debate que la sociedad debe darse. Quien posee el monopolio de la información tiene el poder real. Democratizar la comunicación masiva es la verdadera obligación que tiene precisamente nuestra aún joven democracia, después de haber empezado el juicio y castigo a los terroristas de Estado como el más cercano caso del General Benjamín Menéndez. Hay que abrir el debate y hacer a la población partícipe aunque enfrente tengamos el Imperio de los Multimedios. Chávez en Venezuela lo pudo hacer, no es imposible, por más que nos quieran hacer creer lo contrario según el dictamen de la verdad divina que nos revela la “opinión pública”.
Por Mauro Reynaldi
Licenciado en Comunicación Social de la UNR