Hay cosas que se pueden hacer

Ante la noticia del lunes 25 de agosto publicada en la web del diario Clarín titulada "Estiman que medio millón de argentinos nunca tuvo su DNI", se reflexionan algunas cuestiones. Primero que este tipo de padecimientos lo sobrellevan como siempre los sectores más indefensos de la sociedad. Causas semejantes la sufren personas que "...la gran mayoría responde a la indigencia; otros casos, a etapas de pobreza, en las que los padres no hicieron la inscripción de sus hijos porque no tenían plata para el colectivo..." tal como asegura Jorge Alvarez, presidente del Instituto Abierto para el Desarrollo y Estudio de Políticas Públicas (IADEPP). Casos similares a los de Carina Estefanía Cáceres que lleva más de 8 años tramitando su DNI o al de Soledad Vera (aunque este con final feliz) se repiten por todo el país pero sobre todo en lugares marginales donde por motivos económicos o culturales (como dice la noticia), pero también por desidia estatal y burocracia inútil, muchos argentinos están privados de su documento nacional de identidad, y por ende, negados como ciudadanos. Sin esta condición estos compatriotas están fuera del sistema, no sienten que tengan ni derechos ni obligaciones y profundizan aún más su sentimiento de marginalidad e injusticia; provocando en ellos la falta de pertenencia a nuestra sociedad. No poder cursar estudios, no conseguir trabajo y por consecuencia todas las demás discriminaciones posibles efectivizadas por la falta de documentación, provocan que personas nacidas en nuestra tierra sean humilladas por sus propios coterráneos e ignorados por el mismo sistemas político que, por inoperancia, causó su tormento.
Es cierto que los gobiernos kirchneristas tuvieron acciones favorables sobre este tema como la apertura de delegaciones del Registro Civil en hospitales públicos. Pero la obligación de solucionar concretamente la indocumentación de argentinos (más allá de la solución que se le logró para inmigrantes de países limítrofes) es fundamental para la misión de potenciar la confianza de los seguidores de su proyecto político; pero especialmente para que los más necesitados, por los cuales siempre aboga nuestra presidenta, empiecen a reconciliarse con las banderas que levanta esta gestión; encabezadas por la justicia social y la distribución de la riqueza. Estas se logran con ciudadanía y para pertenecer a ella hay obligaciones políticas que cubrir, logrando un estado más eficiente (no más chico) y reduciendo la burocracia inerte que sólo logra alejar a los argentinos de la confianza en su propio Estado.
Mucho se puede hablar, pero hay cosas que se pueden hacer... y gente que no puede esperar.

Por Coco Alvarez