Bronca

Quienes todavía nos esperanzamos con una América Latina (se le conocía como Meridional en tiempos de nuestros grandes libertadores: Bolívar y San Martín) unida e independizada política y económicamente de las grandes potencias imperialistas, y sus respectivas empresas que ultrajan nuestras riquezas y nuestro patrimonio, vemos con desazón e impotencia lo que está aconteciendo en la hermana Bolivia. Un gobierno relegitimado recientemente con más del sesenta por ciento del sufragio en elecciones donde hubo amplía participación de la población (no como sucede en Estados Unidos donde vota apenas la mitad de la población porque allí los ciudadanos son tan libres que “hacen lo que se les canta las ganas sin molestar a los demás”), algo inédito en épocas en que reina la apatía política a nivel mundial, está siendo saboteado por las fuerzas del imperio norteamericano y sus alcahuetes locales, ya que están acostumbrados a ejercer la ignominia y atropellar los derechos de las mayorías postergadas. Quienes están detrás del golpe boliviano - hay que expresarlo claramente, aquí estamos en presencia de algo más que un “clima destituyente”, los sectores sesecionistas de las provincias ricas están dispuestos a todo con tal de no perder sus privilegios, los cuales son el resultado de usurpaciones al resto de la sociedad boliviana, al desplazamiento de las comunidades indígenas, esto viene desde el mismo “descubrimiento de América” - quieren acabar con el régimen democrático que establece el gobierno popular de Evo Morales, cuya dirección se orienta a nuevas formas de socialismo, construido de abajo hacia arriba.
Esperemos que esas basuras humanas, que son los representantes de la barbarie capitalista, no logren su cometido, porque si no, una vez más (y ¿cuántas van ya?) impondrán la injusticia a través del miedo y el terror en la región. Drásticamente, un nuevo Plan Cóndor aparece en el horizonte cercano.
Fue acertada la decisión, tanto de Evo como de Hugo Chávez en Venezuela, de expulsar al embajador estadounidense de sus respectivos países. Los mandatarios populares hicieron uso de su soberanía. Esto es un buen ejemplo de lo que debería suceder en nuestra nación, donde la palabra de los bufones del establishment internacional sigue pesando más que la iniciativa de la Presidenta y los específicos intereses de la República que hacen al bienestar de la sociedad entera.
Esta nota está escrita con furia e indignación porque, tristemente, observamos el mismo film protagonizado por los abanderados de esa libertad que intenta frustrar nuevamente nuestros sueños emancipatorios. ¡Que lástima!, somos muy idealistas.
Por Mauro Reynaldi