
El 30 de octubre de 1983 fue el día en que la República Argentina retornó a la vida democrática, pero se trató de una democracia light, liberal, que no cuestionaba el orden socioeconómico acorde a los intereses del Imperio norteamericano. Fruto de esto, en los años noventa, el peronismo neoliberalizado se encargó de profundizar y agudizar el plan impuesto por Martínez de Hoz en 1976. Como bien describiera Rodolfo Walsh en su Carta Abierta a la Junta Militar de 1977: “En la política económica de ese gobierno (por el militar) debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”. Dicha miseria continúa hasta estos días. Desde hace un cuarto de siglo podemos caminar libremente por las calles sin que nadie nos detenga por ser o parecer sospechosos de pensar, pero aún carecemos de justicia social e igualdad.
Muchos temas aún quedan pendientes, entre los más importantes: la distribución equitativa de las riquezas y una nueva ley de Radiodifusión en reemplazo de la que lleva la firma de los criminales Videla y C&a.
A esta democracia todavía le falta madurar, sacarse los pañales. Tiene que ser más popular y democrática, valga la redundancia. Por eso, en esta fecha debemos, como responsabilidad cívica y social, saludar y agradecerles a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo por su honrable lucha. Con ellas aún estamos en deuda y no podemos seguir pagando en cuotas.
Por Mauro Reynaldi
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