domingo, 4 de enero de 2009

Reflexiones veraniegas

Nuevo año, tiempo de movilizar nuestros deseos, como suele insinuarse (aunque generalmente nos quedemos en amagues). Nos encontramos proyectando ser mejores y prometiendo no volver a cometer los mismos errores de antes.
Se habla tanto de la crisis, pero en verdad lo que se escamotea es la realidad misma. Para varios sectores de la sociedad que tienen intereses que proteger y ocultan a la vez, atrincherándose, hay que hacerle ver al conjunto de la ciudadanía que estamos en una crisis permanente, que vivimos épocas muy difíciles. Por ende, nos debemos conformar con poco y nada hasta que pase el temblor, aunque los sismos nunca acaben.
Empezar de una buena forma el 2009 es aprovechar el veranito, que conlleva el receso del bombardeo mediático, conectándonos con nuestra propia realidad cotidiana. Sabiendo que no somos identidades quietas, que no hay nada definitivo del todo. Vamos y venimos, y solemos tropezar con la misma piedra.
La intención es poder manifestar abiertamente cómo nos encontramos después de la autodestructiva década de 1990 que terminó con el estallido del 2001, y comprender cómo llegamos hasta acá. O sea, seguir viviendo en un país que, contrariamente a los pronósticos apocalípticos, no se cayó del mapa.
Estamos invitados a un banquete de análisis y reflexión para darnos cuenta de que muchas cosas son más lo que parecen que lo que realmente son. Podremos ver más claramente los hechos, si dejamos de comernos el cuento de que estamos entre seres buenos y malos, que en el primer bando está la “gente” y en el segundo, los políticos. Podemos utilizar este momento de relax para hacernos cargo de lo que nos toca a cada uno, responsabilizarnos cívicamente, sin traicionar lo que somos individualmente. Reflotar, dar nuevos aires y fortalecer las ideologías, dejando bien claro para qué equipo jugamos cada uno de nosotros. De esto se trata.
A continuar cocinando las ideas, pero sin quemarlas. Calor hay de sobra.

Por Mauro Reynaldi

No hay comentarios.: