Espacios

A esta altura del partido no caben dudas de que el conflicto entre el Gobierno nacional y las cámaras empresariales del agro, finalizará una vez que el kirchnerismo salga derrotado en las urnas. Algo de alta probabilidad, a partir de las diásporas que se están produciendo este movimiento.

Si bien algunos dirigentes agrarios han venido señalando la necesidad de constituir un Partido del Campo, en los hechos queda en evidencia que cualquier rejunte anti K viene bien para sus intereses, sin importar la camiseta que lleve puesta su aliado de turno.

Durante los primeros años del mandato de Néstor Kirchner, los grandes multimedios comunicacionales, dándole letra a la oposición, se la pasaron hablando de hegemonía K. Según la visión de las corporaciones mediáticas, los Kirchner eran omnipotentes, omnipresentes, no dejaban lugar para la disidencia. Estábamos en el medio de una tiranía, los poderes del Estado no eran independientes, todo pasaba por el Ejecutivo.

En la actualidad salta a la vista de hasta cualquier desentendido en la materia, que el matrimonio K no controla el sistema político argentino, se le hace cada vez más cuesta arriba generar nuevos espacios para alianzas. Está de moda ser opositor, es cool, pinta bien. En esa oposición entra de todo, pero aún hoy este escriba despistado se pregunta: ¿qué hace la gente de Libres del Sur, Proyecto Sur y el SI (Solidaridad e Igualdad) caminando por la misma vereda que transitan la Sociedad Rural, la jerarquía de la Iglesia Católica, los militares procesistas, el menemismo , el duhaldismo, el sector más reaccionario de la conservadora UCR, la CC y el macrismo? Porque una cosa es criticar al Gobierno, proponiendo algo superador y siendo concisos en tanto quiénes somos y con quiénes nos juntamos. Otra, votar y manifestarse públicamente al lado de aquellos que han destrozado el país, generando el modelo más injusto de organización social. O sea, se trata de saber medir bien para dónde nos dirigimos.

A gran parte de la sociedad argentina le gusta jugar el papel de arterioesclerótica, por este motivo pueden expresarse cómodamente en los medios Domingo Cavallo, Juan Carlos Romero (ex candidato a Vicepresidente de Carlos Menem y ex gobernador de la próspera Salta), los gurúes pronosticadores de catástrofes de la City, etc. Tantos impresentables que se adjuntan a un compilado de dirigentes que lavan su imagen ante las cámaras de TV, con tal sólo escupir contra el oficialismo.

Generar espacios, abrir caminos, tender puentes hacia los más necesitados. De allí podrá venir el apoyo que tanto necesita el Gobierno para culminar su mandato dignamente. Por más que en la pantalla chica no aparezca, no dé rating, se deben acentuar las políticas en pos de mejorar la calidad de vida de los sectores más humildes de la población. Podrá llamársele asistencialismo, pero lo que verdaderamente importa y es fundamental para el bienestar de todos, es empezar a erradicar definitivamente la pobreza. Ir de abajo hacia arriba, haciendo oidos sordos a los asedios de los sectores opulentos de nuestra sociedad.

Octubre se acerca, aunque todavía no estamos entre la espada y la pared. Ya no hay hegemonías, ahora nos hallamos ante un empate de debilidades, personificadas por el Gobierno y la oposición. No hay garantía de éxitos de ninguna de las dos partes, solamente deseos de ver caer al otro. Lamentablemente, la imaginación y la creatividad no fueron invitadas a este show. Es hora de que alguien las invoque.

Por Mauro Reynaldi