jueves, 10 de septiembre de 2009

El Poder

Vamos a intentar hacer una aproximación a una crítica del poder real, ese que no elegimos, pero está omnipresente, decide sobre nuestros destinos.
En teoría política suele hablarse de tres poderes instituidos, que son los que legítima la ciudadanía, según el Estado de derecho. Estos tres poderes son: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial; y componen lo que ordinariamente conocemos como el Poder Político. Sin embargo, éste no es más que un apéndice del verdadero poder que está en manos de las grandes corporaciones económicas oligopólicas, en su mayoría fusionadas con el capital extranjero. Este poder es el dueño de los grandes medios de comunicación, herramienta fundamental para difundir y hacer pasar sus intereses como si fueran los de toda la población. Desde la vuelta de la democracia en 1983, la mayoría de los políticos, jueces y sindicalistas fueron y son funcionales a éste. Actúan como títeres del establishment.

En Argentina hay un reconocido y prestigioso periodista, Ernesto Tenembaum, a quien le encanta hacer comparaciones entre períodos históricos de nuestro país, como el actual y los dos primeros gobiernos peronistas. Tenembaum relativiza el poder y la influencia de los mass media. Sostiene que así como Perón ganó con la prensa en su contra y perdió cuando la tuvo a favor (en realidad no perdió, directamente lo derrocaron los militares con un golpe de Estado en 1955), puede ocurrir lo mismo con el kirchnerismo. Aunque esto no ha sucedido con los K. Si bien Cristina Fernández triunfó en las elecciones presidenciales del 2007 con la mayoría de la prensa en su contra, este año Nestór Kirchner perdió con De Narváez en las elecciones legislativas bonaerenses, también con la gran masa mediática en contra.

Lamentablemente nuestro buen colega Ernesto (a quien sus padres le pusieron este nombre en homenaje al Che Guevara) está equivocado en su análisis. Hoy los medios, a diferencia de hace sesenta años, entre otras cosas gracias al gran avance tecnológico, pueden controlar y manipular la conciencia de los ciudadanos. Su mensaje cala hondo en los hábitos y gustos de la sociedad. Que los problemas principales para la gente sean la "inseguridad" y la "crisis" del Campo, es un claro ejemplo de cómo los medios de comunicación orientan la atención de los ciudadanos, distorsionando la realidad. Haciendo pasar como necesidades básicas, problemas que atañen a una porción de la sociedad, en algunos casos; y denunciando injusticias donde no existen, ocultando las verdaderas.

Si nos fijamos en la dirigencia política, podemos decir que Elisa Carrió es una construcción mediática, porque ya ha dejado de tener peso en la voluntad de los votantes. Esto se vio en la última elección, consiguiendo apenas el tercer lugar en el Capital Federal (la gran ventana de los postulantes a la presidencia de la nación).

Los medios construyen la realidad (esa realidad que consumimos diariamente como si fuera lo único que existe), no son simples emisores de mensajes, divulgadores de información. Son el privilegiado instrumento que tienen las clases dominantes para domesticar y disciplinar el pensamiento de los habitantes de la población. Son el principal medio (valga la redundancia) de dominación, de esterilización del pensamiento crítico. Los medios de comunicación al igual que los medios de producción, como denunciaba Karl Marx, pertenecen a la clase opresora, la burguesía. El proletariado queda afuera. Es la mano de obra barata que adopta la ideología de los dominadores, o sea, internaliza los intereses que les son ajenos.

Para que estos medios dejen de ser directamente el arma de fuego que tiene el Poder Económico para controlar la sociedad, hay que democratizarlos. Lo que equivale a decir, en términos actuales, que no sean solamente los representantes de la élite domiante quienes dirijan la comunicación social, sino que participen también los trabajadores y los excluidos del sistema. Que las clases populares tengan acceso al comando de la información y la comunicación.

En síntesis, que los medios de comunicación, así como también los medios de producción, dejen de ser únicamente propiedad privada del capital trasnacional para ser propiedad colectiva del pueblo. Democratizar la comunicación es empezar acabar con la dictadura del poder real, el que manejan los emporios empresariales. O sea, meterse de lleno con la estructura de la sociedad, en vez de quedarse estancados en la superestructura.

Por Mauro Reynaldi.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

El poder seguirá siempre en disputa, el problema es cuando las consecuencias de esa lucha la pagan los que menos tienen.

Alfredo Kraik

Anónimo dijo...

El poder seguirá siempre en disputa, el problema es cuando las consecuencias de esa lucha la pagan los que menos tienen.

Alfredo Kraik

Anónimo dijo...

El poder seguirá siempre en disputa, el problema es cuando las consecuencias de esa lucha la pagan los que menos tienen.

Alfredo Kraik

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