Carrió patea el tablero y complica más a la oposición

La derecha por fin empieza a esclarecer el panorama. Era hora ¿no?

La doctora Elisa Carrió salió con los tacones de punta para rechazar cualquier tipo de alianza con quienes hayan integrado las filas del kirchnerismo. Este es un gesto de coherencia ideológica por parte de la diputada nacional. De esta manera, la Coalición Cívica queda definida como el espacio político anti K por excelencia. Hay coherencia porque de la CC no forma parte ningún "kirchnerista arrepentido" como le gusta decir a Lilita. Esto sí sucede en el PJ disidente y en el postrostkismo de Libres del Sur, donde se pasean los críticos del Gobierno, estos mismos no la pasaron tan mal desde que los K asumieron la presidencia de la nación en mayo de 2003, obtuvieron cargos importantes en la Secretaría de Desarrollo y Acción Social, consiguiendo planes para su organización Barrios de Pie.

Por su parte, los peronachos vivieron de los beneficios que brindó "salir del infierno" en el que estábamos tras la gran crisis y explosión del sistema político en diciembre de 2001, hasta el 2005 cuando el Frente para la Victoria derrotó en las elecciones legislativas al duhaldismo. Sin embargo, algunos ex duhaldistas como Felipe Solá y Jorge Obeid continuaron enrolados en el kirchnerismo hasta el conflicto entre el Gobierno y el sector opulento del agro, iniciado en marzo de 2008 y vigente en la actualidad.

Hay muchos K arrepentidos, como también hubo menemistas y duhaldistas arrepentidos, algunos forman parte de esta gestión nacional. La política argentina se caracteriza por vaivenes de dirigentes que pasan de un lado al otro, según para dónde sople el viento. El caso emblemático dentro de los mismos cívicos es el de la diputada Patricia Bullrich, quien fuera peronista en los setenta, y devenida actualmente en paradigma del gorilismo. El ex gobernador bonaerense Solá ha pasado por todos los colores del peronismo: menemismo, duhaldismo, kirchnerismo, neomenemismo (de la mano de la dupla Macri- De Narváez), y ahora no sabemos bien hacia dónde se encamina. Lorenzo Borocotó al lado de estos referentes opositores es un poroto, le falta aún muchas clases de camaleonismo.

Pero volvemos a la coherencia de Lilita. Carrió es el nuevo símbolo de la derecha radical junto a su cercano competidor Cleto Cobos. Desplazó al fracasado economista Ricardo López Murphy, pero si no arma alianzas con la UCR (partido del que se alejo por considerarlo parte del pasado), el socialismo santafesino o con el juecismo, es muy probable que termine como lo hiciera el "bulldog" en los comicios presidenciales del 2007 ocupando el quinto lugar, a años luz de la aprobación popular. Es difícil saber quién de estos personajes (Carrió y Cobos) es más gorila. Son quienes más frecuentan los grandes medios de comunicación, apuntalan directamente al público conservador. Sin embargo, ambos abandonaron el radicalismo, rompiendo fuertemente con éste, y ahora quieren volver para liderarlo. En esencia no se diferencian mucho del delaruismo, aunque la chaqueña se caracteriza por ser verborrágica y confrontadora.

Si Lilita se mantiene firme con su idea de no acordar con quienes formaron parte del Gobierno, además de armarle un quilombo al panradicalismo, dividirá más todavía a la oposición, que hasta ahora no es más que un conjunto de fragmentos que no saben ni parecen querer construir una alternativa gubernamental que renueve la política criolla.

Entre tanto mangrullo, la líder de la CC se diferencia de sus posibles aliados al mostrarse no contaminada por el "régimen K". Las contradicciones quedan del lado del cobismo y de los radicales históricos que, con tal de acomodarse (cuando se olvidan de "la crispación"), votan a favor leyes como la Reforma Política lanzada a fines del año pasado por el kirchnerismo. Carrió y sus "republicanos" han sido congruentes con su ideología actuando parlamentariamente siempre en contra del oficialismo.

Por Mauro Reynaldi