Si hay algo que brilla por su ausencia últimamente es la falta de debate en serio sobre qué país tenemos y cuál será el que se viene a partir de las elecciones presidenciales que se efectuarán dentro de un año y medio aproximadamente. La oposición (que día a día demuestra fehacientemente que no tiene ninguna idea nueva para gobernar excepto repetir los desastres que hicieron en el pasado reciente, el cual desembocó en la crisis de diciembre de 2001) ahora recurre al impresentable ex presidente Carlos Saúl Menem para torcer la voluntad del kirchnerismo en el Senado, y así frenar el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que da vida al Fondo del Bicentenario para pagar la deuda con los acreedores extranjeros. La discusión sobre la aprobación o rechazo de este fondo es el tema que ha copado la agenda política del verano, aunque la mayoría de la población no sepa aún bien de qué se trata. Este debate es de menor importancia que la afirmación de la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que resolviera la votación en el Congreso en octubre del año pasado, sin embargo está teniendo más relevancia en el conjunto de los medios comunicacionales y en la clase dirigente, como si de su resolución se terminarán todos los problemas que tiene la Argentina. Para dar fin a esta novela esperemos que el riojano esté presente el próximo miércoles en la Cámara Alta y vote de acuerdo a sus convicciones, es decir, seguramente lo hará acompañando al rejunte opositor, del cual es parte y su emblema más representativo.
Mientras tanto, el escriba de este blog todavía se pregunta cómo puede ser que el mal llamado turco siga ocupando una banca en el parlamento luego de haber sido uno de los principales responsables de la destrucción argentina: su símbolo.
La vuelta a escena del paradigma de la liquidación neoliberal de nuestro territorio habla a las claras de que la batalla cultural contra el estado de malestar, que se consolidó a partir de comienzos de los años noventa, aún está en proceso de maduración. Que Menem integre el poder legislativo nacional y a la vez sea quien deba definir una votación en el recinto es el signo de una Argentina a la que le cuesta mucho salir del purgatorio. Esta encerrona es la muestra de que el debate de ideas, pensamientos, parece haberse expirado. De hecho, como si fuera así porque sí, la citada nueva norma de medios de comunicación audiovisuales está parada porque una jueza mendocina falló en contra, haciendo caso omiso a la Constitución.
La culpa de este enclaustramiento es de la sociedad y sus políticos que se preocupan más por las formas que por el contenido. Se está discutiendo sobre el Fondo del Bicentenario, pero al fondo real de las cosas no llegamos.
Por Mauro Reynaldi
2 comentarios:
completamente de acuerdo con esta nota,tambien entiendo que el debate de ideas no se forma por que los grandes monopolios de informacion asi no lo quieren como sera que deben rrecurir a menen para poder seguir con el control
Es de terror que este personaje siga en funciones, debería estar preso. Los grandes medios fueron aliados de sus políticas así que no sorprenden sus maniobras.
Saludos,
Mauro
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