domingo, 25 de abril de 2010

COTIDIANEIDAD


Posiciones

La posición de privilegio en la que se apoyan los llamados productores, sobre todo aquellos (y aquellas) que más horas trabajan, es una gran montaña de soja (gran parte no declarada). Uno de nuestros compañeros trabaja en un acopio. En la cosecha gruesa de soja y maíz, él y sus compañeros realizan horas extras. Son muchas horas de laburo que cobran después de finalizada la cosecha, se trata de un porcentaje de los quintales que acopia la empresa en la que laburan. Por ende, dependemos de varios factores, entre otros, de los muy buenos rindes de cosecha.
En las pequeñas localidades de la región, el conflicto entre los trabajadores y los capitalistas es latente, está velado por la misma sociedad, como las diferencias sociales. Pero el conflicto siempre está, por la luchas de intereses entre los trabajadores y los patrones. Y en los conflictos (salario, seguridad laboral, paritarias, etc) se hacen fuertes las posiciones. En este caso, obreros y acopio.
En cuestión tenemos un tercer actor social, el de los productores agropecuarios. Una clase socioeconómica heterogénea compuesta por pequeños, medianos y grandes productores. Las grandes diferencias objetivas la visualizamos no sólo en la cantidad de horas propias o los quintales producidos, sino también en los campos trabajados en alquiler, la propiedad de maquinarias (servicio de siembra, cosecha, y en algunos casos fumigada), la capacidad de comercialización directa con los propios exportadores, silos instalados en el campo o en el ejido urbano, transporte propio…
Son poquitos todos aquellos que cuentan con este capital, tecnología avanzada, y un amplio margen de comercio en todo el sudeste cordobés. Las diferencias son enormes entre unos y otros. Esto no significa que los pequeños “gringos” estén en la ruina como cuenta Buzzi. Ahora bien, aquellos que más capital trabajan son los que imponen las condiciones, afectando y dificultando sobre todo los intereses de los trabajadores del sector. Estos señores son capaces de negarse a pagar las paritarias a los acopios pequeños, como en el caso de nuestro cumpa. La paritaria se refiere, entre otras cuestiones, a la descarga del cereal. De esto depende el porcentaje que deben cobrar por trabajar fuera de turno. Si el acopio no tiene la capacidad de torcer las decisiones de estos grandes en las negociaciones de precios, descuentos, almacenaje, etc, porque dependen de ellos "para mantener el circo", qué les quedan a los trabajadores, que ni siquiera están organizados, y no logran actuar en conjunto para cambiar esta realidad.
Además, no quieren pagar tarifas de fletes: con esto también se ve comprometida la posición de los transportistas, los choferes. En qué quedamos con eso del “Por un país federal, con el campo, trabajo y dignidad para todos”. Así que, para estos gringos, los choferes traen el cereal gratis y nosotros lo paleamos también gratis.
Otra cuestión importante tiene que ver con una problemática profunda mencionada más arriba: estos muchachos no están organizados para pelearla. Claro, un compañero es afiliado a UATRE, uno no figura, y otro es Empleado de Comercio. Ocurre lo mismo con los choferes. En Camilo Aldao por ejemplo, tampoco hay consensos para la creación de un centro de camioneros. Están trabajando a una tarifa de veinte pesos más barata a la correspondiente.
Estas son algunas de las condiciones que traman la complejidad cotidiana en la vida socio económica de la región, más precisamente en el sector agropecuario, y en particular el mundo sojero.

Fuente: Iniciativa Popular Corriente del Sudeste

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