sábado, 24 de abril de 2010

El desvío fascista

Desde estas líneas virtuales repudio los escraches que sufrieron los periodistas del Multimedios Clarín en la marcha a favor de la aplicación de la nueva ley de medios audiovisuales, que se llevara a cabo el pasado 15 de abril en Capital Federal.

Quienes luchamos por más y mejor democracia, no podemos aceptar que se practiquen estas metodologías corte fascistoide. No podemos tolerar que se atente contra quienes piensan diferente a nosotros, por más que defiendan intereses que sean antipopulares. Una cosa es criticarlos, y otra muy distinta es tomarlos como blanco de ataque. Esto lo aclaro, porque sabemos que generalmente los escraches son la antesala de los linchamientos. Es decir, se empieza con las agresiones verbales para después pasar a las físicas.

Los escraches surgieron como herramienta de lucha de la agrupación HIJOS contra los responsables del genocidio cometido durante la última dictadura militar, con el fin de presionar a la Justicia para que condene a los represores. Se podría decir que era el último recurso que tenían los familiares de las víctimas para hacer justicia. Este atentaba directamente contra individuos que estaban acusados de cometer delitos de Lesa Humanidad. Después, los escraches fueron empleados contra políticos, durante la crisis del 2001, y ahora se los emplea contra los comunicadores que trabajan para el monopolizador grupo Clarín. No podemos comparar a milicos asesinos con dirigentes políticos o trabajadores de prensa que, si bien responden al establishment, no está comprobado que hayan matado a nadie.

Es una lástima que las manifestaciones populares por el cumplimiento de la nueva ley que democratiza los medios de comunicación audiovisual, sean empañadas por un grupo de ineptos que, con tal de bardear, terminan poniendo en duda la legitimidad del reclamo.

No importa si es Clarín o el Grupo Uno, acá de lo que se trata es de acabar con la concentración de los medios en manos oligopólicas. La consigna es: "que se escuchen todas las voces", NO que se supriman las que no nos gustan.

Quienes venimos de una tradición progresista, de una izquierda latinoamericanista, estamos en contra de los monopolios, en todos los ámbitos. Ergo, no podemos permitir que se monopolicen los medios de información. Está mal que el sistema de comunicación audiovisual en la Argentina esté controlado por dos grandes grupos (Clarín y Uno) que se reparten entre sí casi toda la torta. Lo mismo diríamos si en vez de Noble-Magnetto y Vila-Manzano, el poder comunicacional estuviese a cargo de los Blaquier. Los canales de comunicación deben ser plurales.

Tenembaum, Ruiz Guiñazú, Morales Solá, Eliaschev, Bonelli, Silvestre, Alfano, Castro, entre otros, representan un modo de hacer periodismo. No es el único. ¿Es cuestionable? sí, pero pretender suprimirlo es el suicidio de la misma nueva ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que queremos que se ponga en funcionamiento lo antes posible.

Siempre va haber comunicadores que defiendan los intereses del pueblo y comunicadores que cumplan con los deberes que le exige la empresa para la cual se desempeñan, sea pública o privada. La independencia no existe. Cada periodista sabe que es muy difícil, casi imposible, decir todo lo que piensa y quiere, libremente. Lo que vale es saber de qué lado se está. Si no nos caen bien tales comunicadores, tales medios, directamente buscamos otros o, peleamos sin claudicar, por que se active la nueva norma.
La nueva ley de SCA no necesita de escraches a los empleados de los multimedios. Necesita que se dé a conocer ante la opinión pública quiénes son los jueces, amigos del Poder, que la están trabando, para de esta manera demandarlos ante la Corte Suprema de Justicia de la nación por obstaculizar la ley. Estos magistrados son quienes, realmente, están atentando contra la democracia.
Por Mauro Reynaldi

1 comentario:

sofía dijo...

ESTOS AFICHES UTILIZAN TÉRMINOS QUE NO SON PROPIOS DEL GOBIERNO: SE HABLA DE MULTIMEDIOS Y NO DE MONOPOLIOS . ME RECUERDA A LA QUEMA DE LAS IGLESIAS EN EL PRIMER PERONISMO.