Luis R Delgado J
Es un lugar común insistir hoy en la importancia estratégica que tienen los medios de comunicación. El desarrollo de estos últimos en la historia reciente demuestra su profunda incidencia en el desarrollo de las contradicciones sociales y políticas, no sólo culturales. El orden burgués hoy se sostiene en buena medida por el control que este ejerce sobre las industrias culturales, porque estas últimas juegan un papel fundamental en la producción y reproducción ideológica que sostiene la dominación del capital.
Los medios de comunicación son una herramienta de primer orden en el establecimiento de la hegemonía burguesa, la cual no se sostiene exclusivamente con los aparatos de Estado, sino también con el respaldo de un conjunto de instituciones de la “sociedad civil”. Precisamente esta es una de las bases del éxito de la dominación burguesa, la artificial separación entre la esfera privada y la esfera pública, entre el Estado y la Sociedad Civil.
LOS APARATOS IDEOLÓGICOS DE ESTADO (AIE)
Frente a esta premisa fetichista (la separación Estado-Sociedad Civil), Luis Althusser en su ensayo dedicado al estudio de los aparatos ideológicos de Estado (AIE) , identifica que estos últimos no solamente comprenden las instituciones ideológicas estrictamente estatales, sino incluso aquellas que aparentemente forman parte de la sociedad separadas del Estado. Entre estas instituciones Althusser nombra: la familia, las iglesias, los medios de comunicación, las instituciones educativas privadas, las artes, entre otros.
Creemos que esto es una de las armas fundamentales que utiliza la burguesía para mimetizar su dominación como clase. Por ejemplo, la separación Estado-Iglesia unos de los principios esenciales de la laicidad, encubre el hecho que en última instancia tanto el Estado Burgués como las jerarquías religiosas defienden el orden del Capital. De igual manera sucede con la existencia de medios de comunicación privados, denominados “independientes”, a cuenta de que forman parte de la sociedad civil y no tienen intereses políticos (según ellos), construyen el mito de la objetividad informativa y de que ellos sólo reflejan lo que la sociedad piensa, jamás reconocerán el hecho de que son productores de matrices de opinión con un contenido de clase subyacente.
En contraposición las fuerzas revolucionarias han insistido en la construcción de sus propios aparatos ideológicos y específicamente sus propios medios de comunicación, para vencer en la Lucha de Clases cultural-ideológica, para construir una nueva hegemonía. Si son fuerzas en lucha por el nuevo Poder, han desarrollado la prensa obrera, radios clandestinas o legales, páginas web e incluso hoy existen algunas experiencias todavía muy marginales de canales de televisión. Por otro lado, sin son fuerzas revolucionarias que han conquistado el Poder o son Gobierno, estas inmediatamente empiezan a desarrollar un sistema estatal o público de medios de comunicación, tal es el caso venezolano.
Los medios de comunicación son una herramienta de primer orden en el establecimiento de la hegemonía burguesa, la cual no se sostiene exclusivamente con los aparatos de Estado, sino también con el respaldo de un conjunto de instituciones de la “sociedad civil”. Precisamente esta es una de las bases del éxito de la dominación burguesa, la artificial separación entre la esfera privada y la esfera pública, entre el Estado y la Sociedad Civil.
LOS APARATOS IDEOLÓGICOS DE ESTADO (AIE)
Frente a esta premisa fetichista (la separación Estado-Sociedad Civil), Luis Althusser en su ensayo dedicado al estudio de los aparatos ideológicos de Estado (AIE) , identifica que estos últimos no solamente comprenden las instituciones ideológicas estrictamente estatales, sino incluso aquellas que aparentemente forman parte de la sociedad separadas del Estado. Entre estas instituciones Althusser nombra: la familia, las iglesias, los medios de comunicación, las instituciones educativas privadas, las artes, entre otros.
Creemos que esto es una de las armas fundamentales que utiliza la burguesía para mimetizar su dominación como clase. Por ejemplo, la separación Estado-Iglesia unos de los principios esenciales de la laicidad, encubre el hecho que en última instancia tanto el Estado Burgués como las jerarquías religiosas defienden el orden del Capital. De igual manera sucede con la existencia de medios de comunicación privados, denominados “independientes”, a cuenta de que forman parte de la sociedad civil y no tienen intereses políticos (según ellos), construyen el mito de la objetividad informativa y de que ellos sólo reflejan lo que la sociedad piensa, jamás reconocerán el hecho de que son productores de matrices de opinión con un contenido de clase subyacente.
En contraposición las fuerzas revolucionarias han insistido en la construcción de sus propios aparatos ideológicos y específicamente sus propios medios de comunicación, para vencer en la Lucha de Clases cultural-ideológica, para construir una nueva hegemonía. Si son fuerzas en lucha por el nuevo Poder, han desarrollado la prensa obrera, radios clandestinas o legales, páginas web e incluso hoy existen algunas experiencias todavía muy marginales de canales de televisión. Por otro lado, sin son fuerzas revolucionarias que han conquistado el Poder o son Gobierno, estas inmediatamente empiezan a desarrollar un sistema estatal o público de medios de comunicación, tal es el caso venezolano.
DEBILIDADES DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN REVOLUCIONARIOS FRENTE A LA HEGEMONÍA BURGUESA
Sin embargo, consideramos que las fuerzas revolucionarias no han estado plenamente a la altura de la burguesía en cuanto al uso y desarrollo de medios de comunicación, no sólo por no contar con los recursos económicos que ya es mucho decir, sino también porque no han sabido desenvolverse con una de las premisas fundamentales de la ideología liberal: la libertad de expresión.
Esta afirmación la hacemos, no porque desconozcamos el hecho de que en el seno de la sociedad burguesa la libertad de expresión para los sectores populares es limitada por no decir nula, sino por el hecho de que la libertad de expresión es un principio que goza de plena legitimidad social, es decir, es hegemónico en la mayoría de los pueblos sobre todo occidentales, y las fuerzas revolucionarias todavía no han aprendido a moverse con plena seguridad en este escenario.
Es sabido que la efectividad del capitalismo como modo de explotación y dominación, se debe a que estas se desarrollan de manera opaca, es decir, es imperceptible a simple vista, lo cual distingue al capitalismo de sociedades anteriores tanto esclavistas como feudales, donde los mecanismos extra-económicos caracterizaban la explotación. Por ello la construcción de la nueva hegemonía socialista no es tan simple.
Un ejemplo es la lucha mediática en la cual las fuerzas de la revolución siempre se encuentran en mayor desventaja, por un problema de legitimidad. Para las masas es más confiable un medio de comunicación “independiente” que un medio de comunicación estatal o partidario, ya que se considera que el medio independiente es más “imparcial” u “objetivo”. He aquí una forma de fetichismo (el mito de los medios imparciales) que no es sencillo desmontar, para las masas en cambio lo que diga un medio estatal o partidario está claramente alineado a una óptica definida, es decir, carece de imparcialidad. Si un medio estatal resalta los aspectos positivos de una gestión gubernamental, la lógica alienada dice que esto se debe a que el medio es del propio gobierno y entonces no se trata de información sino de propaganda. Igualmente sucede con los medios partidarios, si los comunistas en su periódico dicen que el comunismo es bueno, es porque están interesados en ganar adeptos, no se trata para nada de un argumento objetivo, así respondería la lógica alienada sustentada en la “libertad de prensa”.
Lo más común que se ha hecho frente a esto es aplicar la censura informativa contra los medios burgueses, la cual a la larga han generado insatisfacción de parte de la sociedad, lo que ha obligado a las fuerzas revolucionarias a aceptar el reto de la batalla de las ideas. Si una revolución es incapaz de convencer, es una revolución fracasada.
Esta afirmación la hacemos, no porque desconozcamos el hecho de que en el seno de la sociedad burguesa la libertad de expresión para los sectores populares es limitada por no decir nula, sino por el hecho de que la libertad de expresión es un principio que goza de plena legitimidad social, es decir, es hegemónico en la mayoría de los pueblos sobre todo occidentales, y las fuerzas revolucionarias todavía no han aprendido a moverse con plena seguridad en este escenario.
Es sabido que la efectividad del capitalismo como modo de explotación y dominación, se debe a que estas se desarrollan de manera opaca, es decir, es imperceptible a simple vista, lo cual distingue al capitalismo de sociedades anteriores tanto esclavistas como feudales, donde los mecanismos extra-económicos caracterizaban la explotación. Por ello la construcción de la nueva hegemonía socialista no es tan simple.
Un ejemplo es la lucha mediática en la cual las fuerzas de la revolución siempre se encuentran en mayor desventaja, por un problema de legitimidad. Para las masas es más confiable un medio de comunicación “independiente” que un medio de comunicación estatal o partidario, ya que se considera que el medio independiente es más “imparcial” u “objetivo”. He aquí una forma de fetichismo (el mito de los medios imparciales) que no es sencillo desmontar, para las masas en cambio lo que diga un medio estatal o partidario está claramente alineado a una óptica definida, es decir, carece de imparcialidad. Si un medio estatal resalta los aspectos positivos de una gestión gubernamental, la lógica alienada dice que esto se debe a que el medio es del propio gobierno y entonces no se trata de información sino de propaganda. Igualmente sucede con los medios partidarios, si los comunistas en su periódico dicen que el comunismo es bueno, es porque están interesados en ganar adeptos, no se trata para nada de un argumento objetivo, así respondería la lógica alienada sustentada en la “libertad de prensa”.
Lo más común que se ha hecho frente a esto es aplicar la censura informativa contra los medios burgueses, la cual a la larga han generado insatisfacción de parte de la sociedad, lo que ha obligado a las fuerzas revolucionarias a aceptar el reto de la batalla de las ideas. Si una revolución es incapaz de convencer, es una revolución fracasada.
MEDIOS COMUNICACIÓN ALTERNATIVOS COMO APARATOS IDEOLÓGICOS DEL PODER POPULAR
En este orden, ha sido sumamente importante la aparición de medios “independientes” o alternativos con orientación revolucionaria, esto ha permitido de alguna forma romper con el fenómeno que explicábamos anteriormente, donde medios estatales y partidarios se encuentran en desventaja. Gracias a este proceso se han venido socializando y construyendo nuevos sistemas de ideas antagónicas a la hegemonía del capital. Pero falta aun mucho por hacer.
Hoy la industria cultural burguesa es plenamente hegemónica en cine, televisión, radio, editoriales, prensa, internet, entre otros. Por esta razón, para las fuerzas de la revolución debe estar claro que la sola presencia de medios estatales o partidarios son insuficientes para llevar a cabo la lucha contra-hegemónica, es menester la emergencia de potentes medios alternativos “independientes” que atiendan todos los sectores de la sociedad, medios dedicados a la clase trabajadora, a la juventud, a la mujer, a los niñez, a los artistas, etc.
Así como Althusser distinguía unos aparatos ideológicos de Estado, que no formaban parte de la institucionalidad estatal en sentido estricto, también podemos hablar de la necesidad de construir unos aparatos ideológicos del Poder Popular, que no sean estrictamente partidarios o estatales, pero que si estén a tono con las aspiraciones de las clases explotadas en sus luchas por el socialismo y contra el imperialismo.
Hoy la industria cultural burguesa es plenamente hegemónica en cine, televisión, radio, editoriales, prensa, internet, entre otros. Por esta razón, para las fuerzas de la revolución debe estar claro que la sola presencia de medios estatales o partidarios son insuficientes para llevar a cabo la lucha contra-hegemónica, es menester la emergencia de potentes medios alternativos “independientes” que atiendan todos los sectores de la sociedad, medios dedicados a la clase trabajadora, a la juventud, a la mujer, a los niñez, a los artistas, etc.
Así como Althusser distinguía unos aparatos ideológicos de Estado, que no formaban parte de la institucionalidad estatal en sentido estricto, también podemos hablar de la necesidad de construir unos aparatos ideológicos del Poder Popular, que no sean estrictamente partidarios o estatales, pero que si estén a tono con las aspiraciones de las clases explotadas en sus luchas por el socialismo y contra el imperialismo.
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