jueves, 3 de febrero de 2011

Desafíos


En este año de elecciones ejecutivas y legislativas en todos los ámbitos (nacional, provincial, municipal y comunal) lo que se define es el rumbo del país. Está en juego nuevamente, aunque ya parezca verso, la renovación de la política: su oxigenización. No se trata tanto de la disputa entre oficialismo y oposición sino en ver cuán serias y viables son las propuestas de los partidos y agrupaciones que se presentan en esta contienda electoral. Dentro de las acciones positivas que viene llevando el kirchnerismo, una de las más trascendentales fue haber eliminado la brecha que existía entre la teoría y la práctica (es una lástima que gran parte del sector opositor no se haya dado todavía cuenta de esto y siga pronunciando discursos tan alejados de la realidad) producto de la banalización de la política que caracteriza a la era posmoderna.

Por estos días vemos las calles empapeladas de montones de afiches de personajes que ponen su cara pero que no dicen para qué se candidatean. Pareciera que hay más candidatos que votantes. Todos quieren sus quince minutos de fama. Aunque a muy pocos se les caigan ideas claras y concisas para llevar a cabo. Este desfile de postulantes no enriquece la política sino por el contrario la vacía de contenido. Necesitamos más que tantas posibles candidaturas partidos políticos que sigan una doctrina y cierta organicidad.

Sabemos que las estructuras del PJ y la UCR están corrompidas. Ambas se han distanciado tajantemente de su electorado y han jugado a favor del establishment. Sin embargo, a pesar de esa traición a los intereses populares, para quienes defendemos y creemos en la democracia, nuestra tarea es recuperar lo mejor de estas tradiciones políticas, aquello ligado a la conquista de derechos sociales, jurídicos, económicos, laborales y políticos. Hay que revitalizar estas tradiciones para modernizar y democratizar más la política. De esto hablamos. Y para esto necesitamos mayor participación de la población y más formación. La militancia, el estudio, el debate a través de la puesta en escena de los distintos pensamientos, el trabajo, la conciencia social son lo que debe primar en los participantes de estas elecciones si realmente queremos mejorar y darle más calidad a este sistema democrático que va a cumplir 28 años de vida. La responsabilidad es de todas y todos. Cada cual debe hacerse cargo de lo que le compete. La crítica porque sí no va. Debe ir acompañada de propuestas e ideas superadoras. Basta del "que se vayan todos". Hay que construir un país mejor, no destruir.

Por Mauro Reynaldi

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