miércoles, 6 de junio de 2012

A los compañeros de la izquierda nacional, popular y democrática


La reciente recuperación de YPF por iniciativa de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner y con la aprobación de una abrumadora mayoría en el Congreso vino a reforzar, por si hacía falta, la certeza de que nuestro país avanza en un camino de reformas progresivas que significan también una paulatina y constante reparación de los daños que causaron casi cuarenta años de destrucción del Estado y de los lazos de solidaridad social.
Esto sucede al mismo tiempo que, en buena parte de un mundo sacudido por una nueva y profunda crisis del capitalismo, los gobiernos de diversos signos arremeten contra los trabajadores y sus derechos e imponen como ley superior los intereses del capital financiero. Mientras los estados nacionales se someten al capital, muchas fuerzas que se proclaman de izquierda, ya sea socialdemócratas o radicales, retroceden por debilidad, por desconcierto o por incapacidad para elaborar alternativas.
En ese contexto, creo, se hace cada vez más claro que estábamos en lo cierto los militantes de izquierda que durante el gobierno de Néstor Kirchner, comprendiendo las características de la etapa, resolvimos respaldarlo franca y decididamente.
No voy a enumerar ahora paso por paso los notables avances registrados desde 2003, con la conducción de Néstor primero y de Cristina después, porque todos ustedes los conocen bien. Baste decir que ellos van desde el regreso del Estado a su papel de garante de los intereses de los trabajadores y de los derechos las minorías discriminadas, hasta la defensa de la independencia nacional frente al capital financiero, desde la plena vigencia de los derechos humanos hasta la integración con los pueblos hermanos de la región.
No es un dato menor el hecho de que el sujeto social que apoya y sostiene al gobierno es la masa crítica ideal para seguir encarando las transformaciones que aún están pendientes en nuestra sociedad. Sin embargo, en el complejo dispositivo político al que debe apelar el gobierno, que incluye destacadamente al Partido Justicialista, conviven sectores que se identifican como parte de un peronismo de izquierda, nacional y popular, como la propia Cristina Fernández de Kirchner, con otros ligados a expresiones más conservadoras, y aun otros francamente reaccionarios y oportunistas, que si bien es cierto que cada vez con menor influencia, tienen aún alguna gravitación.
Precisamente por eso, la etapa que vivimos es propicia para que la izquierda argentina asuma un rol protagónico dentro del proyecto popular. Pero del mismo modo que la dirigencia del Partido Socialista oficial, otras fuerzas y agrupamientos de militantes de izquierda no lo han comprendido así. Por el contrario, han preferido sumarse al conglomerado de facciones opositoras, todas ellas enemigas de las causas populares y democráticas.
En el caso particular de los socialistas, tuvimos que elegir entre subordinarnos a esa conducción a nuestro juicio extraviada o construir una herramienta política propia que preservara nuestra identidad peto que nos permitiera obrar en la dirección que creemos acertada. De allí que lanzáramos la Unidad Socialista para la Victoria. Pero me consta que no solamente los socialistas nos rebelamos contra arraigados prejuicios ideológicos y contra erradas lecturas de la realidad, para tomar la decisión de respaldar activamente a los gobiernos de Néstor y de Cristina.
Miles de compañeros comunistas, radicales forjistas, humanistas, intransigentes, independientes, han hecho su propio proceso de reflexión y autocrítica y han hecho suya la convicción de que el lugar de la izquierda está en la participación activa en el proyecto nacional, popular y democrático en curso.
En ese sentido, estoy convencido de que ha llegado el momento de dar un nuevo paso.
Un nuevo paso que consiste en reunir todas esas fuerzas fragmentadas, que aportan por separado al esfuerzo común. La militancia y el compromiso de cada uno son absolutamente necesarios y bienvenidos, pero no son suficientes. Los enemigos del progreso social seguirán enfrentando por todos los medios a cada medida que apunte a consolidar y a profundizar el camino que estamos recorriendo. Los éxitos alcanzados, y las formidables victorias electorales deben servirnos de aliento pero no llamarnos a engaño. Los obstáculos que hay y que habrá que superar son muy grandes.
Necesitamos esa herramienta política que potencie nuestros esfuerzos aislados, sin ahogarlos con estructuras burocráticas. Un frente que reúna a todas las fuerzas y militantes, procedentes de historias y tradiciones diversas, pero igualados en la certeza de que estamos en el rumbo cierto para avanzar hacia una sociedad justa. Que sirva como centro de atracción, visible y sólido, para todos aquellos compañeros que potencialmente son de los nuestros pero que no hallan una referencia política que los convoque. Un espacio por el que circulen las ideas y el debate, sin limitaciones ni censuras, pero con un compromiso fuerte con el proceso de cambios. Esa sería nuestra gran contribución al sostenimiento de un proceso de avanzada en un mundo en que la justicia retrocede. A ese esfuerzo los convoco.

Por Jorge Rivas. Diputado Nacional por Unidad Socialista para la Victoria. FPV.

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