Salir del estancamiento mediático

“Seamos realistas: pidamos lo imposible”. Famosa consigna idealista de los años sesenta del siglo pasado, enmarcada en los acontecimientos conocidos como el Mayo francés. En esta ocasión podríamos emplear dicha frase en relación a lo que entendemos en la actualidad como “lo imposible” (en aquella época se hablaba de “la imaginación al poder”, hoy el sentido cambió pero la finalidad es la misma). A continuación mencionaré una serie de ítems sobre la imposibilidad que nos toca demandar ahora:

- Exijamos que los medios de comunicación masiva no sean propiedad exclusiva de un puñado de empresarios que ven al periodismo como un gran negocio donde únicamente intervienen ciertos individuos que, por su alto poder adquisitivo, pueden comprar y vender la información e imponer de este modo, unívocamente, a la sociedad su sesgada visión de la realidad.
- De acuerdo con el punto anterior, lo que necesitamos es que se amplíe el terreno para que puedan emerger otras voces con otro discurso, más equivalente a la pluralidad propia de la democracia.
- Debemos pedir, y denunciar hasta el cansancio en caso de incumplimientos, que las fuerzas políticas ejerzan el rol que les asignó la ciudadanía en el cuarto oscuro. O sea, el oficialismo se tiene que dedicar a gobernar para todos los argentinos, privilegiando a los desposeídos para de esta manera, ir mejorando paulatinamente la calidad de vida de toda la población. En cuanto a la oposición, le compete presentarse como una alternativa de gobierno que se fundamente en ideas y propuestas pertinentes al orden democrático.
- La ciudadanía en su conjunto también es responsable de los buenos y malos gobiernos. No puede desentenderse de su elección, debe hacerse cargo de los representantes que elige en las urnas. Si gran parte de los ciudadanos está disconforme con el rumbo encarado por la clase dirigente, puede manifestarse y movilizarse para hacer saber sus derechos y necesidades, empero no corresponde que salgan a boicotearlo o intentar directamente destituirlo, excepto que los gobernantes se manejen autoritaria e impopularmente y conviertan al régimen democrático en una dictadura (militar o civil).
- La democracia es una forma de vida cívica que se construye diariamente, trasciende a una forma de gobierno. Sosteniendo esto, es menester que garantice a todos los ciudadanos el acceso al trabajo, la alimentación, la vivienda, la educación y la salud. Es decir, el sistema democrático, si o si, por su razón de ser, tiene que incluir a todos los habitantes y fomentar el ascenso social, asegurando justicia y equidad. En definitiva, no hay democracia sin bienestar general.

Como quien dice, pedir no cuesta nada, mientras no perdamos nuestra dignidad. Pensemos que el mundo no se agota en la pantalla chica. No todo cabe ni pasa por una valija. La/s realidad/es, por suerte, excede/n la óptica de los dueños de los multimedios comunicacionales. Para éstos, siempre va haber uno o más Antonini Wilson, no así ideas ni imaginación.

Por Mauro Reynaldi.