lunes, 31 de mayo de 2010

La Argentina inclusiva y la Argentina exclusiva


Efectivamente sí, hay dos modelos de país (por lo menos). Hay dos miradas sobre la nación que son cada vez más legibles ante la percepción de cualquier mortal que viva o transite por estas pampas, húmedas y frías.

Hay una Argentina que a pesar del invierno que se avecina, parece estar floreciendo, dando luz a la participación popular masiva, al debate de ideas y a la pluralidad de voces que exigen legítimamente, como un derecho que se les arrebató, la implementación de la nueva ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Esta Argentina, que aún está en ciernes, es la de la integración y unidad latinoamericana, la que reivindica el 25 de mayo de 1810, abrazando la biografía de sus grandes luchadores y pensadores como Mariano Moreno, Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Bernardo Monteagudo, José de San Martín, entre otros. Es decir, la de la patria grande, que incluye a todos, reparte equitativamente sus riquezas y produce para el bienestar general de sus pobladores. Aclaro: parece estar naciendo en los últimos años post hegemonía neoliberal. Aunque no podemos decir que ya esté, que sea la Argentina "real" que nombra el kirchnerismo contraponiéndola a la "virtual" que muestra la corporación mediática. En cambio sí existe está Argentina de ficción, que por lo mala que es parece ser una creación de la productora Pol-ka. Es el otrora país de las maravillas de las clases dominantes, que añoran el régimen oligárquico que un siglo atrás festejaba el primer centenario. Es decir, el país de los privilegios y ganancias para unos pocos ciudadanos a costa de la exclusión y denigración de las mayorías. Lamentablemente, éste sigue vigente en la oposición y los grandes medios de comunicación, pero afortunadamente con menos fuerza y potencia, a pesar de que no cesa en su bombardeo discursivo. Esta es la Argentina excluyente, la de la falsa burguesía nacional, la del capital trasnacionalizado, la de la dictadura procesista de 1976 a 1983, la del menemato, la de la Alianza, la de Tinelli, etc. En sintesis, la Argentina que no hizo la Revolución de Mayo, más bien, fue contrarrevolucionaria.

La otra Argentina, y por la que vale la pena vivir, es la que todavía soñamos y está en pañales. Es la inclusiva, la del pleno empleo y desarrollo con equidad social. Crecimiento y distribución, donde importa más el capital humano que la especulación financiera. Donde el Estado controla y regula al Mercado, no a la inversa. Esto es lo que esperamos a partir de este Bicentenario, un Argentina socialista dentro de una América Latina socialista. El socialismo del siglo XXI, como lo ha dado a conocer el presidente bolivariano Hugo Chávez. El debate, la discusión esencial es una Argentina para los más de 40 millones que la habitan o la Argentina de 10 millones que quiere el establishment, el poder Económico. Una Argentina popular o una Argentina sectaria, racista y sumisa del Imperio. Esto es lo que debemos pensar después de las multitudinarias manifestaciones que conmemoraron los 200 años de nuestra historia.

Continuará...

Por Mauro Reynaldi

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