miércoles, 14 de julio de 2010

Democracia o Iglesia Católica



A propósito del matrimonio gay

Entre hoy y mañana sabremos si finalmente el Senado de la Nación sanciona la ley que les permite a las personas del mismo sexo casarse. Lo que han dado en llamar Matrimonio igualitario. Es decir, que los homosexuales tengan los mismos derechos que los heterosexuales, que puedan contraer matrimonio legalmente, o sea, salir de una vez por todas de la clandestinidad. A esto se enfrenta, ¿cuándo no?, la curia.

Nuevamente, como desde la época de la Inquisición a la actualidad, la Iglesia Católica sigue dando alevosas muestras de su fascismo. Es una de las instituciones más retrógradas, antidemocráticas, segregacionista y nazifascista que aún existe. Pasan los siglos, y ella sigue estando vigente, cuando todos sabemos que actúa como un Estado paralelo ligado a las clases dominantes, que se opone al Estado de Derecho y va en contra de las libertades individuales de los seres humanos. Esta institución eclesiástica existe gracias a los pobres, no por ellos. Si no hubiese pobres, excluidos, marginados, no tendría razón de ser, ya que es la principal defensora del status quo que genera la desigualdad social. Está para impedir la consolidación de la democracia, de la pluralidad, por el simple hecho de que es autoritaria, con una estructura fuertemente centralizada y verticalista. Parafraseando al gran genio Karl Marx, las religiones son el encarcelamiento de la mente humana, y peor aún cuando se institucionalizan y funcionan como factores de poder. Todos los fundamentalismos son perjudiciales a la vida democrática. Lamentablemente, el que más peso tiene en nuestra sociedad es el católico, lindo legado de la España conquistadora y colonizadora de hace más de 500 años. Es patético e indignante cómo la jerarquía católica habla en nombre de todos, cuando claramente representa a unos pocos, esta minoría es el nido de ratas capitalistas que controla el destino de todos los argentinos desde hace más de un siglo y medio. La Iglesia Católica es el brazo espiritual del modelo agroexportador que privilegia a un sector reducido de la población en desmedro de las mayorías, produciendo un país donde algunos tienen coronita y el resto son simples espectadores que tienen que pagar diariamente el grotesco espectáculo de la depredación capitalista. De todo esto hablamos cuando nos referimos al matrimonio homosexual. De la incansable lucha de los seres humanos por obtener la igualdad de derechos. Esto quiere decir, recuperar la dignidad que nos es apropiada cotidianamente por la elite que detenta el Poder. Esta minoría, como señalaba, es la misma que se adueñó del territorio nacional después de la independencia de España y hoy se alinea con el Poder internacional.

Entonces, se trata de sostener hasta el cansancio que los asuntos religiosos no pueden interrumpir los avances en derechos civiles, en profundizar la democracia, garantizando que todos seamos iguales ante la ley, sin excepción. En realidad, deberíamos darles un trato diferencial a quienes fueron los autores intelectuales y materiales de la última dictadura genocida, y también a quienes colaboraron con ésta. Estos delincuentes no pueden gozar de los mismos derechos que sus víctimas. Deben ser castigados, tal como viene ocurriendo en los últimos años. Quienes fueron parte del régimen autoritario no pueden ni deben ejercer, desempeñar funciones en democracia. Esto debe ser una obligación moral que tiene que hacer cumplir el Poder Judicial. Las reglas del sistema democrático son muy distintas, más bien antagónicas, de las de un sistema autoritario. En éste último es donde se siente cómoda y al cual pertenece la Iglesia.

Terminemos con la hipocresía y seamos justos: El matrimonio igualitario debe ser aprobado. Es una deuda pendiente de la democracia, de los ideales de igualdad, libertad y fraternidad que caracterizan a la Modernidad. En cambio, por el contrario, la Iglesia representa el Medioevo. Es parte de ese pasado inquisidor, genocida, terrorista, que debemos superar para ser libres. El culto católico debe estar separado del Estado, el cual debe ser, por antonomasia, laico. No puede ser exclusivo de un culto, tiene que respetar a todos sin privilegiar a ninguno. Dejemos de ser anacrónicos: ¡Basta de financiar a la Iglesia Católica!

Y para concluir. Es cierto que no todos los curas responden a los mandatos reaccionarios de la cúpula eclesiástica. Pero estos sacerdotes rebeldes son pocos, siempre la minoría. Nunca van a poder transformarla y hacerla democrática.

Por Mauro Reynaldi

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Según las autoridades eclesiásticas los hombres pueden mantener relaciones sexuales sólo para tener hijos... después de eso ¿para qué seguimos escuchando a la iglesia?

Anónimo dijo...

Según las autoridades eclesiásticas los hombres pueden mantener relaciones sexuales sólo para tener hijos... después de eso ¿para qué seguimos escuchando a la iglesia?

Al centro y adentro dijo...

Así es anónimo, dentro de todas las pelotudeces que dicen. Yo los escuchó para hacer todo lo contrario, o mejor dicho, para saber cómo piensa la derecha más recalcitrante. Y como soy ateo no quiero que se metan en mis asuntos, ellos no tienen ninguna autoridad.

Saludos.

Mauro